Ajuste de cuentas
La «lavadora» de Marbella, el último crimen de la Costa del Sol ante pisos de 800.000 euros
Un bosnio de 40 años fue abatido por un sicario entre apartamentos de más de 800.000 euros en primera línea de playa
Una vecina pasea a su perro cerca del mediodía. Sube desde el paseo marítimo de Marbella antes de que arrecie el calor. Camina tranquila, dice que baja cada mañana, y parece ajena al asesinato en plena calle, que sólo un día antes, había sacudido la zona y dejado a los residentes en «shock». Para delante de la «lavadora», el edificio que hizo Rafael Gómez «Sandokán» en una de las zonas más caras de la ciudad, célebre cuando estalló la operación «Malaya» por ser residencia de algunos de sus imputados. Es el barrio de la Gerencia de Urbanismo, que arranca en la casa de Jesús Gil junto al antiguo Club Financiero. Sin querer identificarse, antes de marcharse a su domicilio, asegura: «Eso da una sensación de inseguridad que no es real, aquí se vive bien, tranquilos y no te matan por la calle ».
Sólo 24 horas después del suceso, la Policía Nacional patrulla la zona y junto al centro comercial la Policía Local aguarda en sus motos. Es de las pocas señales que quedan patentes del último ajuste de cuentas en la Costa del Sol. La vida continúa después de que un sicario se plantara en un paso de peatones disparando, abatiera a un residente bosnio de unos 40 años y huyera del lugar en cuestión de minutos en una moto. El primer muerto del año por este tipo de asesinatos, el segundo caso del año, uno más en el sangriento historial de la Costa del Sol.
En el barrio que comienza en «el pirulí» y va hasta la playa, se retoma el pulso entre susurros. Algunos vecinos preguntan por quién era el tipo asesinado, otros comentan lo ocurrido, mientras los albañiles y porteros de los edificios siguen con su rutina entre conversaciones furtivas. Las inmobiliarias tratan de vender los apartamentos, que en una zona como esta tienen precios superiores a los 800.000 euros. Horquillas entre los 3.000 y los 10.000 euros el metro cuadrado, reconoce uno de los agentes, que pide no hablar más del asesinato para no dañar la imagen de esta próspera área.
Se ven movimientos en las gestorías, alguien sale de la clínica estética y las terrazas se llenan a la hora de la cerveza. A las 14.00 horas, en el paso de peatones donde atronaron los disparos cunde el silencio. Algún coche gira en la rotonda, que estuvo horas precintada por el cordón policial hasta el levantamiento del cadáver. Se ha retirado el coche afectado por las balas y otra vecina recuerda que no es el primer contacto con el crimen organizado del barrio, aunque sí el más brutal.
Dos detenidos y un asesinato
A principios de año, a uno de los edificios llegó un árabe que quería mudarse a la zona con su familia. Eligió un inmueble imponente con un alquiler de varios miles euros, aparcó un «cochazo» en el parking, pagó algunos meses por adelantado y se trajo a su hijos para asentarse . Al poco tiempo de estar viviendo allí entró una brigada policial y se lo llevó detenido. Lo acusaban de ser uno de los cabecillas de una red de narcotráfico internacional.
El apartamento no tardó mucho el alquilarse. El inquilino fue un lituano que era buen pagador. Resultó ser uno de los jefes de la banda de fabricación ilegal de tabaco que tenía enterrados a varios trabajadores en un «búnker» en Monda. Tras su detención, la Guardia Civil informó que el inmueble que ocupaba tenía un alquiler de 10.000 euros al mes , sacados del contrabando de tabaco, que daba réditos a la organización de 1,5 millones de euros mensuales con la falsificación de la marca Cartel para su venta en Reino Unido.
Hechos que rompen la paz de un barrio adinerado, donde la vida transcurre con la tranquilidad y calidad que ofrece la ciudad. Un paraíso idílico para vivir que eligió aquel bosnio de 40 años cuando salió de la cárcel de Botafuegos en Algeciras, según fuentes consultadas, donde el martes salió a comprar el almuerzo y un sicario se cobró su vida a la vista de todos.
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