Tribuna libre

Parir en la Mezquita de Córdoba: la insólita petición a Almutamid

El notario Manuel Ramos relata la voluntad de Alfonso VI de que su esposa diera a luz en el templo

Interior de la Mezquita-Catedral de Córdoba Rafael Carmona

Manuel Ramos Gil

Pocos meses antes de declararse esta pandemia, toda la prensa sevillana se hacía eco del hallazgo del fabuloso palacio de Almutamid , el rey taifa y poeta de Sevilla del siglo XI.

El sensacional descubrimiento tenía lugar en el llamado Patio de las Banderas , en el castizo barrio de Santa Cruz. Aparecía en la casa número 18, perteneciente al Ministerio de Hacienda. Enseguida, arqueólogos e historiadores quedaron asombrados del parecido de estos restos con los de Medina Azahara .

Es más, incluso se piensa que algunas columnas y capiteles pudieron ser expoliados y traídos -como aconteció en la propia Giralda-, desde la ciudad califal levantada al oeste de Córdoba en el año 936.

Y es que, en efecto, aunque Córdoba, tras la caída del Califato , pierde su preponderancia política y la capitalidad de al- Ándalus, sin embargo, mantiene intacta su condición como referente religioso y cultural. La gran Mezquita Aljama permaneció intacta, sin sufrir daños durante la ‘fitna’ o guerra civil.

No corrieron la misma suerte los maravillosos palacios y almunias erigidos durante el siglo X. Primero es destruida en 1009 Medina Alzahira, la ciudad de Almanzor . Dos años más tarde le tocará el turno a Medina Azahara, saqueada, destruida e incendiada por las tropas bereberes y el propio pueblo de Córdoba.

Desde aquel momento, uno tras otro, los distintos gobernadores cordobeses acuden a Azahara rapiñando sus mármoles , sus bronces, su plomo y cualquier otra cosa de valor que pudiese quedar en ella. Así pues, toda aquella ‘Nueva Córdoba’ erigida a un ritmo vertiginoso por los califas y Almanzor , en pocos años quedará convertida en ‘Córdoba la Vieja’, y bajo esta denominación, será conocida hasta el siglo XX, llegándose incluso a dudar de su existencia.

Pero volvamos a la época de los reinos de Taifas . Pese a su destrucción, Medina Azahara continuará en el recuerdo de los poetas e historiadores que la conocieron, y muchos de ellos, como el cordobés Ibn Zaydún , llorarán desde sus ruinas, componiendo versos nostálgicos sobre su esplendoroso pasado.

Seguramente cuando Almutamid conquista Córdoba en el 1070, visitaría Azahara en compañía del poeta cordobés, que además de amigo, era su consejero, al igual que lo había sido antes de su padre. Ambos contemplarían aquella belleza decadente situada bajo los pies del ‘Monte de la Novia’ y su consejero le hablaría de sus amoríos con la princesa Wallada y de las mil maravillas que existieron en la ‘ciudad palatina’.

Lo encandilaría también con la leyenda según la cual, aquella medina fue levantada en honor a Azahara, la favorita de Abderramán III , y en su recuerdo, se erigió su estatua en la puerta principal de la ciudad.

Resulta pues fácil imaginarse el por qué del parecido del palacio de Sevilla con la ciudad administrativa y poderosa de los omeyas y cómo, quizá, algo similar quiso emprender el rey sevillano en honor a su amada Itimad.

Pero Almutamid, pese a ser el rey más poderoso de al -Ándalus, no gozaba del poder de sus predecesores ; se había convertido en un simple vasallo del rey Alfonso VI , al que debía pagar un cuantioso tributo anual para mantener sus dominios.

Ocurrió, no obstante, que encontrándose en guerra con el rey de Almería, el sevillano no pudo pagar en el momento acordado, por lo que el monarca castellano envió a Sevilla a uno de sus visires, que era judío. Éste, además de exigir el pago de inmediato, traía consigo una insólita petición: Alfonso VI quería que su esposa, la condesa Constanza , por entonces embarazada, diese a luz en el interior de la Mezquita de Córdoba, pues conocía que había sido templo cristiano de gran veneración.

También pedía -desconocedor de la triste y ruinosa realidad-, que su citada esposa se instalase en Medina Azahara, desde donde podría hacer frecuentes visitas a la gran mezquita y verse favorecida por los aires serranos de Azahara.

Mientras exponía todas estas peticiones, y viendo que caían en saco roto, el embajador se dirigió de manera grosera a Almutamid, el cual, ante tanta desfachatez, cogió una escribanía que tenía a mano y la estrelló contra el cráneo del judío, desparramándose sus sesos cuello abajo. A continuación, ordenó que fuera crucificado en Córdoba cabeza abajo.

Como era de esperar, al enterarse de la noticia el rey Alfonso estalló en cólera y prometió atacarlo y sitiarlo en la misma Sevilla. Así lo hizo; capitaneando un gran ejército, asoló las tierras musulmanas , llegando a las orillas del Guadalquivir. Acampado en Triana, frente al palacio del rey moro, Alfonso le envió una carta, quejándose del calor de Sevilla y en la que le ordenaba:

«Envíame desde tu palacio un abanico para hacerme aire y alejar las moscas de mi lado».

Pero Almutamid contestó:

«Voy a preocuparme de buscarte abanicos de piel de lamt (antílope), manejados por tropas almorávides que nos aliviarán de ti, pero que no te aliviarán a ti, ¡si Alá así lo quiere!»

Y en efecto, viéndose superado por las tropas castellanas, Almutamid pidió auxilio al rey almorávide Yusuf ben Tashufin, que desembarca en al- Ándalus, consiguiendo de esta forma derrotar al rey castellano.

Lo que no sabía Almutamid es que, tras aquella decisión, se convertiría en el último rey taifa de Sevilla, terminando sus días desterrado en el Magreb, mientras que el rey africano llegaría a ser el primer emir almorávide de al- Ándalus. Éste, pese a sus estrictas convicciones religiosas, probablemente se contagiaría de la magia y belleza del lugar de Azahara. Por ello, no será hasta un siglo más tarde, cuando definitivamente se rompa aquella especie de hechizo que Azahara causaba entre musulmanes y cristianos.

En torno a 1190, el califa almohade Abu Yúsuf Yaacub entra en aquella ciudad y ordena el derribo de la famosa estatua por ir contra los preceptos del islam . Desde entonces y durante siglos, aquel lugar será sencillamente ‘Córdoba la Vieja’.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación