Tribuna libre

Mercosur, o una guerra de estándares

Ellos tienen otros modelos de producción, con explotaciones de gran tamaño donde se benefician de la economía de escala

Vendimia en el marco de Montilla-Moriles Efe

José María Castilla

El sector agrario no puede permitirse el lujo de dar la espalda a los acuerdos comerciales en el mundo globalizado en el que vivimos. Eso es un hecho, como lo es también que en algunos acuerdos, como es el caso del Mercosur , la agricultura europea y sobre todo la mediterránea ha sido la gran olvidada y, por lo tanto, la «moneda de cambio» para concluir con éxito estos casi veinte años de negociación.

No dudo de que el acuerdo comercial con los países del Mercosur sea beneficioso para la capacidad exportadora europea en relación a servicios comerciales , productos manufacturados o licitación pública; al igual que no tengo ninguna duda que en términos agrícolas el acuerdo es negativo.

Es cierto sin embargo que, por primera vez, se incluyen cláusulas para la protección del medio ambiente como el obligado cumplimiento del acuerdo de la COP21, o se reconoce a la UE como entidad única a la hora de exportar hacia esos países. Además se va a producir, de manera paulatina, una liberalización de un 93 por ciento sobre los productos agrícolas y procesados que exportamos, donde sectores como el vitivinícola , quesero o el del aceite de oliva podrán tener oportunidades. Otras de las novedades será el periodo de transición, donde se contemplan diez años de manera genérica e incluso quince para sectores sensibles (vacuno, avícola, azúcar o etanol).

Pero el quid de la cuestión -en clave agrícola- es la nula reciprocidad que vamos a tener desde el sector agrícola. Por lo tanto sufriremos una guerra de estándares -ya adelanto que imposible de ganar- a la hora de producir. Ellos tienen otros modelos de producción, con explotaciones de gran tamaño donde se benefician de la economía de escala . Tampoco deben cumplir obligatoriamente con medidas respetuosas con el medio ambiente para recibir ayudas por parte de la administración como sí lo hacemos en Europa, y además, su mano de obra es ínfimamente más competitiva que la nuestra; por no hablar, por ejemplo, del « dumping » tecnológico que soportaremos, puesto que ellos pueden utilizar biotecnología como los Organismos Genéticamente Modificados o como las Nuevas Técnicas de Fitomejoramiento (NBT, en inglés), técnicas por otro lado totalmente compatibles para los ciudadanos y el medio ambiente que a los agricultores europeos no nos dejan utilizar pese a que la ciencia las considera seguras.

Si a todo lo expuesto anteriormente sumamos que hay sobre la mesa una propuesta de recorte, por parte de la Comisión Europea , de un 3,5 por ciento en Pagos Directos y de un 16 por ciento de Desarrollo Rural para España, desde Asaja no nos queda más remedio que protestar enérgicamente en contra de este acuerdo y luchar, incluso, para que se paralice.

Por lo tanto no podemos negar tampoco el descontento que tenemos hacia el papel negociador de España en esta operación en el ámbito agrícola. Entendemos que nuestro país tenga que liderar las negociaciones, junto con otros países, por el vínculo que tenemos hacia Iberoamérica, pero no es menos cierto que nuestro Ejecutivo ha tenido que poner sobre la mesa -y no lo ha hecho, según confirmaba el propio comisario europeo de Agricultura Phil Hogan - sectores tan sensibles y mediterráneos que están pasando por una crisis como es el caso de los cítricos, el arroz o la miel . Y es que ya sabemos que desde Europa solo se tiende a proteger históricamente al sector lácteo, vacuno o al de los cereales, todos ellos sectores continentales.

Por eso haremos un llamamiento a nuestros europarlamentarios para que paralicen el acuerdo comercial en el Parlamento Europeo -cuando tengan que ratificarlo ya que es un acuerdo mixto y son colegisladores-, o que en su defecto nos compensen económicamente pero nunca con los fondos de la PAC . Para ello la Comisión Europea debería proporcionar -esto se deber hacer antes de cerrar cualquier acuerdo comercial, y no ahora- un estudio de impacto detallado por sectores para saber a qué nos enfrentamos y cuánto tiempo y toneladas seremos capaces de aguantar en el mercado antes de que se produzcan distorsiones graves que lleven a la ruina a las explotaciones agrícolas europeas y españolas.

José María Castilla Baro es responsable de Asaja en Bruselas

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