Rafael Ruiz - Crónicas de Pegoland

La higuera de la Malmuerta

Salvémosla con un «change.org», ábrase una página en Facebook

Rafael Ruiz
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EL compañero (o compa, cual es común ahora) Luis Miranda ha dado fe en un curioso artículo de la existencia de una higuera que, desde el siglo XVII, intenta sobrevivir entre las piedras de la Torre de la Malmuerta, testigo vivo de que una vez esta fue ciudad amurallada y que pagó su sacrificio en el nombre del progreso. Según mi vecino de página, el árbol lleva intentando florecer y dar sus frutos entre las piedras del muro norte desde que aún había guerra en Flandes y el jardinero municipal correspondiente hace lo posible por evitar que eso pase en una lucha sin cuartel.

Según un experto en la materia, existen numerosos grabados y fotografías donde la higuera aparece más o menos desmochada entre las almenas de la Malmuerta.

Lo último fue verter sosa cáustica, que las mata bien muertas, pero ni aún así se ha podido con la enorme fuerza de voluntad de la higuera que, al parecer, los tiene bien puestos. Parece que ya hay brotes verdes. La historia, a poco que se tenga un poco de sensibilidad, es conmovedora por esa capacidad que tiene la naturaleza de otorgarnos lecciones de vida. A lo Cela, en España quien resiste gana.

La higuera ha intentado superar quiebras del Reino, enfermedades terribles, guerras civiles, constituciones fallidas e invasiones extranjeras. El arbolillo ha buscado su lugar en el mundo a pesar de hambrunas y grandes males de España, así como de periodos, pocos, de progreso y convivencia. Probablemente, porque un guarda de la torre se comió un higo, con perdón de la expresión, y allí arraigaron las semillas. Entre la piedra yerma de la torre, capaz de sobreponerse a la adversidad. Hasta la siguiente masacre.

Algún experto en patrimonio me dirá que no se puede permitir que una higuera se haga fuerte entre los sillares de la albarrana de las Ollerías. Pero es que esta se merece vivir, demonios. Se fue el tapial de la Axerquía y la fábrica de Carbonell. Del Matadero Viejo ya no queda ni el nombre en esta ciudad que tan pronto se olvida de su historia. Pero la higuera continúa.

Que digo yo que si no habrá forma de rendirle testimonio a esta higuera por estrictas razones de memoria histórica, más aún cuando nuestros próceres siguen tolerando calles a nombre de maltratadores. Que, total, en mayores pegos se gastan los cuartos y ésta, al menos, tiene carácter simbólico. La higuera es soberanamente española. Pertinaz, como la sequía, pero dada a sobrevivir entre la hostilidad a todos los intentos por reducirla a nada. Con un Estado (en este caso, la municipalidad) más centrado en intentar que no saque cabeza. Gracias a un esfuerzo sobrehumano, del que no se ha sido consciente y cuyo interés se volverá apagar en cuanto se apague el recuerdo del artículo de Luis. Salvemos la higuera de la Malmuerta con un «change.org». Ábrase una página en Facebook, que pregunte algo Antonio Hurtado. Que los parcelistas corten Ronda de los Tejares por ese ejemplo de querer progresar. Que alguien diga algo, por dios, ante tantos siglos de atropello con esos pobres higos.

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