Festival de la Guitarra de Córdoba 2019

El sueño japonés de la Yerbabuena

La bailaora trae a Córdoba su último trabajo, basado en leyendas niponas, «Cuentos de azúcar»

Eva Yerbabuena y Anna Sato, en Granada en la presentación de «Cantos de azúcar» el mes pasado Efe

Rafael Verdú

Que nadie se equivoque. Los «Cuentos de azúcar» de la bailaora Eva Yerbabuena (Fráncfort, pero criada en Granada , 1970) no son el último y peregrino intento del flamenco por mezclarse con alguna manifestación cultural cuanto más lejana y exótica mejor. Sí, en su último espectáculo impacta la presencia del folclore y la música popular japoneses; y sí, hay tambores taiko y una cantante nipona - Anna Sato (Kagoshima, 1979)-. Pero el baile de la Yerbabuena es flamenco puro, con palos de raíces jondas tan reconocibles como una caña o una cartagenera. Para que no queden dudas, lo dice la propia Yerbabuena: «Quiero dejar claro que nunca hemos pretendido fusionar» las dos culturas en los «Cuentos de azúcar». Y lo demostrará hoy con su actuación dentro del Festival de la Guitarra de Córdoba.

«Cuentos de azúcar» es un espectáculo en el que se «hilan», dice la Yerbabuena , varios bailes flamencos con cantes basados en las leyendas y tradiciones de Amami , una pequeña isla del Pacífico a mitad de camino entre Taiwán y Japón . El sitio es tan remoto que los lugareños ni siquiera hablan japonés, sino un dialecto propio. ¿Y cómo llegó hasta allí la bailaora granadina? La gestación de «Cuentos de azúcar» es una historia en sí misma.

La bailaora cuenta que hace dos años conoció a la cantante Anna Sato , oriunda de Amami, al término de uno de sus espectáculos. «Ella me regaló un CD con su música que yo escuché viajando en coche y me quedé muy atrapada. Me dije que tenía que hacer algo con esta mujer, porque me conmovió», relata. Dicho y hecho. Eva Yerbabuena buscó la manera de «unir, nunca de mezclar», la música de Sato con su baile. Para conseguirlo, la bailaora y su compañía realizaron una residencia de una semana en Amami , donde descubrieron un mundo con más similitudes con el flamenco de las que cabría esperar. «No pueden ser más flamencos» , dice la bailaora sobre los habitantes de Amami, cualquiera que sea su gentilicio.

Lo refrendan algunas de las historias que se narran en «Cuentos de azúcar». La isla fue un puerto de esclavos que trabajaban en plantaciones tropicales de caña, de donde viene el título del espectáculo. Y de ese doloroso pasado proceden «cuentos reales que han quedado reflejados en su música, no es nada inventado», explica la bailaora . Hay, por ejemplo, cantes de campo «como la trilla nuestra», nanas para tranquilizar a los niños o baladas de despedida de las mujeres en la bocana de un puerto. O la historia de una hermosa esclava enamorada de un músico a la que someten de tal manera que se quita la vida para eludir el oprobio. ¿No suena todo muy lorquiano? «Por ejemplo», reafirma la Yerbabuena .

Todas esas historias fluyen de manera natural en «Cuentos de azúcar» y los elementos ajenos al flamenco, aunque cueste creerlo, «son cosas muy similares a las nuestras, no son nada descabellado. Nadie dice que este espectáculo choque», afirma Eva Yerbabuena . Pero eso «no te lo imaginas hasta que no ves el espectáculo», que la bailaora califica como «mágico». Es así como la Yerbabuena quiere agradecer a Japón su interés por el arte jondo: «Lleva muchos años recibiéndonos, así que ¿qué mejor manera de agradecerlo que indagar en su cultura».

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