CERTAMEN

El festival flamenco «Fosforito» reúne a más de 1.600 aficionados

Puente Genil acogió, entre otros, a José Mercé, Arcángel, Argentina o Rancapino Chico

Actuación de José Mercé en el festival, la pasada madrugada V. R.

V. REQUENA

La 51 edición del Festival de Cante Grande «Fosforito» de Puente Genil reunió en el patio del colegio Agustín Rodríguez a 1.600 aficionados atraídos por un cartel de gran altura que conjugó distintos sentires flamencos. Esta edición se dedicó al escritor y flamencólogo Ricardo Molina con motivo de la conmemoración del centenario de su nacimiento. Y por eso, el alcalde, Esteban Morales y el Maestro Antonio Fernández Díaz hicieron entrega sobre el escenario de un cuadro enmarcado del Festival al sobrino nieto de Molina. Por otra parte, Juan Ortega Chacón , presentador del acto, dedicó unas palabras a su antecesor en el cargo, Agustín Gómez, recientemente fallecido.

Ante la mirada de la quinta Llave de Oro del Cante , abrió el espectáculo Arcángel acompañado por los Mellis y la excelente guitarra de Miguel A. Cortés . De Arcángel, que subió por quinta vez a las tablas del pontanés destacaron las seguiriyas, y el final, que remató con tres fandangos de su tierra.

En el turno de Argentina , con José Quevedo, introdujo por bulerías, siguió por tientos sublimes con una voz prodigiosa y flamenca. Y hay que hacer mención espcial a las buenas medias granaínas . Estuvo excelente por haberas , de imperiales se pudieron calificar las seguiriyas, y extraordinaria la soleá por bulerías. Argentina terminó por fandangos de su tierra.

El más esperado de la noche fue José Mercé y dio la talla flamenca con una extraordinaria soleá grande, clarividencia en su interpretación. Las seguiriyas las bordó con un excelente acompañamiento de guitarra, a cargo de Antonio Higuero. Entusiasmó con las alegrías al público, las bulerías clásicas con el sello gitano y terminó con su reclamado «Aire» .

Y el festival de Cante Grande Fosforito, considerado Bien de Interés Turístico por la Junta de Andalucía, tuvo un cierre de gran altura con el chiclanero Rancapino Chico . Empezó fuerte con una soleá a lo grande pausada con pellizco y duende. Siguió con alegrías cantadas con gusto y temple y un sello singular. Tientos deliciosos y unos fandangos con gusto gitano. Remató con bulerías que a pesar de las horas de la madrugada, cuand pasaban las cinco de la mañana, puso el público en pie.

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