GUERRA RUSIA-UCRANIA

Las familias de Ucrania acogidas en Córdoba: «Oigo el ruido de los coches y creo que son bombardeos»

Dos chicas de Kiev vuelven con el matrimonio que las acogió cuando eran niñas; un matrimonio de Cabra acuna a una niña como si fuera suya

El abrazo de Córdoba a 182 refugiados de las bombas

Kseniia y Yeviheniia, en el centro de la imagen con su familia de acogida JESÚS PRIETO

R. Aguilar / M. Baena / J. Prieto / F. Osuna

«Lo que nos cuenta mi padre, que sigue allí, es que la situación se ha vuelto más peligrosa con el paso de los días: los rusos se están aproximando». Quien habla es Tatiana , una peluquera de 33 años de la ciudad ucraniana de Jmelnitsky que llegó a Córdoba el pasado miércoles junto a su madre, Valentina ( 56), y a sus hijos Ilia (12) y Emilia (4) después de aterrizar poco antes en Sevilla en un vuelo que partió de la ciudad polaca de Cracovia .

«Por suerte, el sitio en el que vivimos no ha sido bombardeado todavía, pero sí que hemos visto pasar misiles desde nuestra casa: mi padre, que es camionero, y mi hermano se quedaron allí, porque por la ley marcial no pueden salir», explica la joven en la tienda de una compatriota del Centro de Córdoba que se ofreció a acogerlos en su primera noche en suelo español.

«Después nos integramos en el protocolo de ayuda oficial y nos han alojado en un hotel; estamos haciendo trámites y esperamos que los niños puedan empezar a ir a la escuela en unos días», asegura Tatiana .

Tatiana, a la izquierda, con su familia VALERIO MERINO

«Gracias España , gracias España », tercia la abuela, que lleva de la mano al perro que se ha venido con ellos en su huida desde el país invadido por Rusia . «No sabemos cuánto tiempo vamos a estar aquí, venimos sin planes, porque no sabemos cómo va a evolucionar la guerra », agrega esta empleada de hogar de 54 años que entendió cuál era la dimensión del conflicto armando cuando hasta su balcón llegó el humo del bombardeo demoledor contra un aeropuerto situado a 30 kilómetros de su domicilio.

Al trayecto en coche desde Jmelnitsky a la frontera de Polonia se le sumaron seis horas de pie para hacer los trámites de la salida y luego tardaron una semana en llegar a Cracovia y poder montarse en el avión que los trajo a Sevilla . «Estamos muy agradecidos, de verdad», insisten.

Antonio Mérida (Baena Solidaria): «El padre ya vivía aquí, trajo a su familia y se volvió a luchar»

Antonio Mérida, de Baena Solidaria MARTA BAENA

Nueve refugiados ucranianos han llegado a Baena en las dos últimas semanas. La primera familia, de siete miembros, se trasladó hasta el municipio durante los primeros días de la invasión rusa a su país. La segunda, formada por una madre y su hija, acaba de llegar tras vivir varias jornadas de conflicto, dejando atrás a su marido y a su padre, que ha permanecido combatiendo en el país. Antonio Mérida , presidente de la asociación Baena Solidaria , explica las condiciones en las que se encuentran estas dos familias que están siendo acogidas en el pueblo :

«En el caso de la madre e hija sabemos que el padre de familia ya trabajaba en Baena y al estallar el conflicto volvió a Ucrania para traerse a la localidad a su esposa y a su hija , pero él se ha quedado allí para luchar en el conflicto».

«Las viviendas donde están alojados han sido cedidas por Baena Solidaria, que cuenta con una red de pisos, y les estamos ayudando con fondos propios, pero como estas personas llegan con carácter indefinido, se ha solicitado una subvención al Ayuntamiento para hacer frente a los gastos», señala el presidente de la asociación del municipio de la Campiña , informa Marta Baena .

Fran e Inmaculada (Cabra): «Le daremos a Sofía todo el cariño que podamos»

Fran e Inmaculada, a la derecha, ella con una bufanda azul FELIPE OSUNA

Sofía es una de tantas niñas ucranianas que han venido refugiadas a España . Desde hace una semana vive con una familia de acogida en Cabra , donde intenta recobrar la normalidad pese a las dificultades lingüísticas que supone el no poder comunicarse correctamente con su nuevo ámbito, en el que el inglés está siendo en estos momentos pieza clave para transmitir sus necesidades.

Llegada desde Kiev con un grupo de refugiados que permanecerán en la localidad egabrense durante un tiempo, el día que Sofía consiga regresar a su patria no conocerá ni su propio barrio ya que ha sido arrasado por las tropas rusas.

Por lo pronto el matrimonio formado por Fran e Inmaculada , ambos conocidos trabajadores del Ayuntamiento de Cabra, aseguran que «le daremos todo el cariño, al igual que nuestra hija Carlota ». La patria postestad de Sofía la tiene su abuela, que pese a sus 78 años de edad y al peligro latente que supone quedarse entre bombardeos no quiere abandonar Kiev .

La llegada de Sofía a Cabra ha sido posible gracias a la colaboración de Liudmyla Klymenko, una compatriota ucraniana que lleva 15 años residiendo en Cabra , y la movilización de la asociación Cincoporcien solidaridad, que ha aportado  el dinero necesario junto a otras donaciones para costear los gastos de viaje del grupo de refugiados que ha estado en ruta durante dos semanas huyendo del horror de la guerra hasta llegar al corazón de Andalucía .

Entre los refugiados llegados a Cabra y que han sido recibidos legalmente en el país se encuentran dos niños, y Sofía es uno de ellos: el resto permanecerán acogidos por la Fundación Promi , informa Felipe Osuna .

Kseniia (Aguilar de la Frontera): «Oigo el ruido de los coches y creo que son bombardeos»

Hasta Aguilar de la Frontera han llegado Kseniia y Yeviheniia , que se están alojando en casa de Francisco Aragón y Araceli Lucena. Kseniia empezó a visitar Aguilar hace más de 22 años junto a otra de sus hermanas, Alina . Allí eran acogidas como unas componentes más de la familia de Francisco Aragón cada verano hasta que cumplieron la mayoría de edad.

Una vez cumplida esa edad siguieron viniendo ya por sus propios medios y han entablado una relación a la que solo le falta los lazos de sangre . Por eso cuando hace apenas diez días sintieron el peligro amenazante de la guerra en su propia ciudad decidieron llamar a su ‘ familia ’ de Aguilar para que las acogieran de nuevo.

Pero ahora por una situación mucho más difícil y dramática. Kseniia cuenta que trabaja en Kiev como traductora en una clínica a la que llegan muchos extranjeros. Su hermana Yeviheniia es profesora en la universidad. Fue un bombardeo cercano a Kiev a las cinco de la madrugada a finales de febrero «el que me hizo tomar la decisión de trasladarme a Bucha , una ciudad cercana en la que viven mis padres y mi abuela materna», señala.

Aunque pensaron que allí la situación iba a estar más calmada ocurrió todo lo contrario. La ciudad fue asediada por los bombardeos y «tuvimos que refugiarnos en el sótano de la vivienda familiar sin luz, ni agua ni gas ». Tampoco hay señal constante para usar el teléfono móvil. Tan sólo a ratos y subiendo a las partes altas de las casas. Allí aguantaron casi dos semanas sin casi poder salir del sótano. «Ahora, oigo en sueños el ruido de un coche en la calle y me creo que es un bombardeo », informa Jesús Prieto.

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