Coronavirus en Córdoba

Meses de demora y esfuerzo familiar: así es la espera de la dependencia para dos nonagenarios de Córdoba

Un matrimonio sigue aguardando a tener más recursos mientras su hija tiene que hacerse cargo de todo

Francisca y Juan, de 91 y 93 años, en su casa de Córdoba ABC

P. García-Baquero

Carmen, de 66 años, no pensaba que su jubilación iba a ser tan intensa. Ha tenido que trasladar su residencia de Trasierra -donde vive su marido- al Casco Histórico para cuidar de sus padres Francisca , de 91, y Juan , de 93 años. Este matrimonio nonagenario, él jubilado de Renfe y ella ama de casa, es dependiente desde el año 2014. La Junta de Andalucía les reconoció una «dependencia moderada» a su padre mientras su madre tenía problemas de movilidad como las dos prótesis en sus rodillas.

Ya entonces les costaba valerse por sí mismos, por lo que la Junta decidió que les correspondía el denominado botón de depenencia telefónica y, posteriormente, un detector de humo por la hornilla de gas. Sin más ayuda o visita de técnicos de asuntos sociales hasta hoy. Carmen presentó por el emperoamiento de sus padres seis años después de ese primer documento de dependencia una revisión del grado de ambos el pasado mes de octubre, pero el retraso desde que se le reconoce por parte de los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Córdoba hasta que se «registra» en el sistema de la Junta de Andalucía es interminable.

La revisión de grado llegaba con un padre enfermo del riñón que precisaba traslados tres veces a la semana a diálisis , donde pasa horas conectado a una máquina. Su madre se quedaba sola, mientras el padre cogía un taxi hasta el centro de diálisis. En octubre de 2019 solicita que cambien de grado a depedencia severa a su padre, y el Ayuntamiento le asegura que en breve pasaría un asistente social por su domicilio para hablar y que decidan cuál es la mejor manera de beneficiarse de la Ley de Dependencia , la que en stos casos serveros ofrece desde un centro de día a una residencia, asistencia domiciliaria o compensación económica.

La asistente social -bien del Ayuntamiento o de la Junta- según cuenta Carmen, tendría que ir al domicilio para proponerles y que decidan cuáles son esos recursos a los que tienen derercho. La última vez que habló con el Ayuntamiento fue el pasado 18 de junio después de que Carmen presentara una instancia reclamacndo esa ayuda. La respuesta no fue otra que los asistentes sociales no cuentan con equipos de protección suficientes para ir a las casas y que tendrá que esperar esta visita. Fuentes municipales han reconocido que esta petición llegó por parte de la Junta en febrero y que tienen dos meses para ir al domicilio pero el Estado de Alarma ha paralizado todo.

Mientras tanto, pasan los meses y Carmen ha permanecido confinada con ellos, e incluso su madre tuvo que ser aislada por un problema de páncreas y los conductos viliares e ingresada, hasta hace unos días que ha vuelto a casa. El tiempo pasa, pero quizá no haya tanto para los que pasan de los 90.

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