Puerta de entrada al convento de Santa Isabel de los Ángeles, d0nde se venera a San Pancracio
Puerta de entrada al convento de Santa Isabel de los Ángeles, d0nde se venera a San Pancracio - VALERIO MERINO
Patrimonio

La complicada conversión del convento de San Pancracio en un hotel de gama alta

La casa nobiliaria que donó el edificio demanda pero la Santa Sede decreta que la venta se lleve a cabo

Córdoba Actualizado: Guardar
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La venta del convento de San Pancracio (Santa Isabel de los Ángeles) para la construcción de un hotel está siendo bastante más compleja de lo que las partes pensaban cuando la ordendecidió abandonar el edificio que lleva desde el siglo XV bajo el control de las clarisas tras la donación efectuada por doña Marina de Villaseca de parte de su propia vivienda. El asunto se ha ido embarrando hasta el punto de llegar a los tribunales.

Para empezar por el principio, hay que remontarse a la decisión de las clarisas de dejar el convento. Muy pocas mujeres y muy mayores, esa es la realidad de una comunidad que ha decidido concentrar las vocaciones en otros cenobios.

La decisión coincidió con el interés de un grupo inversor que quiere abrir un hotel de gama alta en la zona de Santa Marina -la ciudad vive un boom de alojamientos-.

Las clarisas tienen cierta independencia de gestión y escucharon ofertas. La venta ya estaba sobre la mesa. Pidieron el permiso al Obispado de Córdoba y éste la rechazó. El prelado optó por una alternativa: la cesión del convento a la diócesis. Una cuestión que no cuadró a las monjas, que aseguran querer el dinero para rehabilitar los conventos donde se redistribuya a las religiosas. La construcción del hotel, aseguran, tendrá un impacto relevante en el empleo de la zona, lo que, consideran, también es una operación de carácter social. Una cláusula de la operación de compra-venta es que la advocación de San Pancracio se queda en la iglesia adscrita a la parroquia de Santa Marina.

La determinación de vender se tomó en Roma. Dado el montante, no revelado, de la operación, la Santa Sede fue quien escuchó las distintas opciones. En concreto, autorizó el pasado ocho de octubre la operación.

La entrada en escena del marqués de Villaseca, discutiendo la propiedad del inmueble, es la guinda de una compleja operación. El actual responsable de este título nobiliario alega el llamado derecho de patronato, una figura histórica por el que la Iglesia concedía privilegios a determinadas familias que participaban (pagando, obviamente) en la fundación de comunidades religiosas. La cuestión, aquí, es si el derecho de patronato se corresponde con el modelo actual de propiedad. Algo así como si la Zarzuela demandara la propiedad de la Capilla Real de la Mezquita-Catedral por el hecho histórico de que fue creada bajo el patronazgo de Enrique II.

El marqués ha pedido en la demanda que se cree una fundación y se lleven a cabo labores religiosas o sociales, que es para lo que se donó. La orden entiende, sin embargo, que tal derecho solo se corresponde con unos privilegios espirituales u honoríficos que van desde poder enterrarse en el presbiterio (cosa prohibida ya por las normas mortuorias) o a casar a los familiares en la iglesia del convento. Las clarisas aseguran que no hay referencias desde hace mucho tiempo de que la casa de Villaseca participara en actuaciones de mantenimiento o conservación del inmueble.

Finamente, que solo han aparecido cuando los rumores de la venta del edificio ya estaban en la calle. De hecho, el primer requerimiento notarial del noble, dicen las clarisas, consistía «en una reclamación de reintegro de la posesión en concepto de patrono».

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