Rafael González - LA CERA QUE ARDE

La comisaría

Su reforma-traslado-tuneado hace tiempo que ha entrado en modo Koolhaas

Rafael González
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La comisaría de Campo Madre de Dios, su reforma-traslado-tuneado, hace tiempo que ha entrado en modo Koolhaas. El síndrome Palacio del Sur en este caso tiene su propias variantes o características burocráticas y, cómo no, políticas. De alta política, por supuesto. Porque el asunto se mueve entre las alturas de Interior y las elevaciones de la Gerencia de Urbanismo. El Ministerio de Interior, bien es cierto, se ha teñido de sabor a provincia, es más llano y sencillo, más rural y algo trianero. Una de las jugadas maestras de nuestro presidente Rajoy ha sido dotar de sencillez provinciana a un Ministerio que por otra parte, debe bregar con asuntos delicados como investigar lo de la corrupción, el yihadismo y esas cosas.

En otras ocasiones debe abordar temas puramente burocráticos, o lo que viene siendo el papeleo , y eso es tedioso, sobre todo cuando debe entrar en conversaciones diplomáticas con un Ayuntamiento o Califato Independiente como el nuestro. Hace tiempo que se está tratando sobre dotar de una nueva ubicación a la comisaría de Campo Madre de Dios, como saben, ya que el edificio en sí lo que tiene es mucho tiempo encima. El tiempo es una dimensión jodida en la que yo no voy a detenerme ahora porque no tengo tiempo para explicarla, como comprenderán. Además, ya conocen sus efectos: los niños crecen, los impuestos se multiplican, nos salen canas y Chanquete muere. El tiempo, ya digo.

Los años han dejado a la comisaría en un estado semi ruinoso, que más que un edificio policial parece la caseta de la elefanta Flavia pero un poco más grande. El actual secretario de Estado de Interior, en su etapa de alcalde, parecía que iba a buscarle una solución , pero algo pasó que no le dio tiempo. Otra vez el tiempo. Mecachis. Ahora desde las alturas de un Ministerio -este no es el del tiempo- se está trabajando para que los policías y los detenidos no tengan que pasarse el interrogatorio cazando ratas ni matando pulgas. Además, hay que recordar que Córdoba es un municipio libre de circos con animales. Pues aquí es donde entra la otra parte de la ecuación, que es la Gerencia de Urbanismo, esa ínsula, ese ente, ese convenio colectivo aparte.

El eficiente y numeroso cuerpo funcionarial de la Gerencia, que según los estudiosos de la mitología puede ser considerado como un grupo de semi-dioses, está que no para. No da a basto. Mucho estrés. Muchas licencias. A veces, incluso hay trabajo. Un lío. Y claro, ahora les llegan los del Ministerio y les dicen cosas de no sé qué leche de ubicación y terrenos y cositas de esas de los edificios. Qué se habrán creído los del Ministerio, en vez de estar persiguiendo a presidentes de federaciones de fútbol o tipos barbados con turbante. Y así entramos en una coordinada etapa de trabajo entre administraciones que da como resultado que no hay resultado. Pero sí una visión concreta de que, quizá nuestros policías se queden sin edificio nuevo, pero en los calabozos del actual no deban estar los manguis habituales, sino los cotidianos inútiles que hacen que una comisaría sea el ejemplo de su propia inutilidad. Y si no entra en los presupuestos generales para 2018 que no nos lo vendan como una amenaza: ya estamos acostumbrados en Córdoba a ser la última chota presupuestaria. Hasta para una simple comisaría.

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