de un día para otro

Ese acento asqueroso

Nuestra forma de hablar provoca rechazo. Cuesta entenderlo. Su forma de hablar nos da repelús. Tienen que entenderlo

José Montilla, expresidente de la Generalitat nacido en Iznájar, Córdoba. E. carreras

Las buenas intenciones enternecen. Luego se olvidan. Una joven política de Cádiz quiere que su acento y el nuestro deje de provocar rechazo. Recuerda a los padres que -cargados de verdad, pasión y sinrazón- braman en internet porque ningún niño de la clase ha ido al cumpleaños ¿Qué hacer? ¿Encañonar? La sociedad infantil convierte el desprecio en delito. La indiferencia, en complot. El desconsuelo, en persecución.

La parlamentaria gaditana aspira a que dejemos de ocultar o disimular el acento sureño que tenemos. De avergonzarnos de nuestro sonido. Los de otros sitios -tampoco eligieron nacimiento ni soniquete- consideran que nuestro habla es la banda sonora de la sospecha. La lengua vernácula de los pobres, los ignorantes, los sucios, los torpes.

Ha sido así durante siglos. Hay desprecios al acento andaluz ya en genios del Siglo de Oro. Desde entonces, ha mejorado poco. Bien al contrario. No hay alivio en las últimas cinco décadas. Nadie sensato alberga optimismo para los próximos cinco años.

Hablar en cristiano

La idea de que todos los acentos son igualmente hermosos, que jamás definen ni clasifican al portador, no agarra. Ninguna tierra deja crecer una flor tan cursi. Preferimos el fango. Ni los que se consideran agraviados pueden resistir la cara de miedo y asco cuando escuchan cecear desde su seseo. Cuando oyen hablar catalán, o euskera, o algún dialecto árabe o determinado acento suramericanos.

Trabajar en lo importante

Los que viven de dividir, clasificar y etiquetar, los que añoran decidir quién puede qué, se burlarán de la joven política gaditana por distraerse con quimeras sociolingüísticas en vez de atender a sus obligaciones (que son las que cada crítico considere). La buena intención se derretirá en el horno diario. La taparán el Código Penal prêt-à-porter. Y las candidaturas confirmadas o amagadas. O el mundial ese que se celebra en un país con la tercera parte de habitantes de Andalucía y un acento aún peor.

Montilla, provincia de Barcelona

Los expresidentes fugados seguirán teniendo el mismo deje, orgullosos. Cataluña tuvo un presidente nacido en Andalucía. Sin sombra de acento andaluz. Faltaría. Andalucía tuvo un presidente que hablaba como si fuera de Ávila. Todo bien. Hasta ahora: va a tener que entrar en la cárcel para solaz de ajustadores de cuentas en la infinita guerra de trincheras mediáticas y parlamentarias a las que nadie atiende.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación