Imagen de archivo del «tardeo» en el Mercado Central de Alicante
Imagen de archivo del «tardeo» en el Mercado Central de Alicante - juan carlos soler
MAYORMENTE DESPEJADO

FUMEN BAJITO

«La solución al ruido en el Tardeo está en nosotros mismos, que somos europeos, pero menos»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Pues la verdad es que tiene mala solución el asunto. A ver cómo impides tú que alguien que ha pagado sus ocho euros por copazo en la terraza de un bar o ha salido a fumarse un pitillo que ya va también cargado de su buena ración de impuestos se eche unas risas o levante la voz junto a sus contertulios. Algo que si ya hacemos por naturaleza los españoles, todavía más cuando vamos aliñados por dentro con unas gotitas de ron o ginebra. Recuerdo cuando a principios de siglo habitaba en Parma, ciudad situada en Italia pero que por su ubicación, modos y costumbres es más suiza o alemana. Bastaba con que dentro del propio local un grupo elevara el tono más de la cuenta para que «il padrone» apagara la música, cerrara el grifo y nos mandara a casa sin más contemplaciones.

Sirvió vernos un par de ocasiones en la calle y sin plan alternativo para que de forma inconsciente moduláramos nuestro volumen.

La fórmula sería óptima aquí en Alicante, que como el resto de España también es Europa, pero menos. El civismo y la urbanidad, para qué vamos a negarlo, no son lo nuestro, mucho menos cuando se trata de una juerga, bien sea en su modalidad nocturna o de Tardeo. Y no, tampoco hay ley que lo impida. Si un local cumple con el horario, cupo de sillas y mesas, aforo, volumen de música y tasas municipales sólo cabe apelar a la conciencia individual o colectiva para la buena convivencia con el entorno.

Claro que también los vecinos de las calles adyacentes al Teatro Principal –especialmente los de Castaños, Teniente Álvarez Soto o San Ildefonso– contribuyen puntualmente con un nada desdeñable IBI y han invertido gran parte de su renta en concepto de alquiler o hipoteca en una zona que no es precisamente barata. Cualquier hijo de ídem pondría el grito en el cielo ante la imposibilidad de taparse los oídos en casa e incluso la nariz al cruzar su umbral tres días a la semana y alguno más en verano, que aquí abarca muchos meses del año.

Podrá el Ayuntamiento velar por que se cumpla la ordenanza y purgar a quien no lo haga, pero atajar el problema en la que actualmente es zona referencia de reclamo turístico está en nosotros mismos.

Twitter: @ivan_munoz

Ver los comentarios