ANÁLISIS

«Forza Motorsport 5»: un culto al volante

En este título exclusivo para Xbox One prima el realismo y la sensación de velocidad, aunque su catálogo de circuitos se queda algo corto

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Realismo y velocidad; pasión y competición. Así es «Forza Motorsport 5», un título que ya es indispensable para disfrutar en la nueva generación de consolas. En este título, exclusivo para Xbox One, prima la auténtica simulación de conducción y es posible que estemos ante el mejor juego de este calibre que se haya creado nunca.

Acaba de ver la luz pero ya recorre las carreteras del éxito. Estamos ante un viaje automovilístico con los mejores coches en los circuitos más destacados del mundo. A nivel técnico, es impresionante, aunque le faltan ideas renovadoras y mayor innovación en este campo. La sensibilidad es otro de los aspectos destacados. El jugador puede utilizar ayudas (frenada, ABS, paso por curva, cambio manual…), las cuales se pueden activar libremente, pero eso acarreará puntuaciones diferentes. Es útil revisarlo en cada carrera, la cual tiene un nivel de exigencia distinto. Lo que sí es cierto, y eso es palpable desde el principio, es que el control del vehículo no es precisamente fácil. Un pequeño movimiento y se va para todos los lados.

Aunque sin revolucionar la saga, la quinta entrega del juego de coches del estudio Turn 10 luce asombroso, siendo este el verdadero peso pesado de la nueva consola. Los jugadores pueden mejorar su nuevo y adictivo sistema de puntuación, «Drivatar», con el que se puede competir y obtener mejoras en las carreras. Retos y desafíos hacen que uno sienta deseos de seguir cinco minutos más pilotando, pero esos cinco minutos se convierten en media hora y, esta, en una hora ante las ganas de progreso.

Pero como todo, tiene sus defectos. Más allá de los gráficos, el catálogo de circuitos y coches se queda a medio gas. Aparecen diversas pruebas, es escaso en comparación a otros títulos del mismo género. Esta es su peor baza, la verdad. Porque acaba generando hastío de ver siempre los mismos circuitos. Se encuentran tan solo 14, desde circuitos en EE.UU. (Laguna Seca) o Europa (Le Mans, Montmeló), incluso pruebas especiales de Top Gear, extraídas del popular programa de televisión del mismo nombre. Se echa en falta un modo campeonato.

Además, el título explota a la perfección el nuevo controlador de la consola. El juego, creado desde cero para aprovechar las virtudes de Xbox One y la potencia de la nube, supone una experiencia de conducción única. Ese renovado control se adapta a la perfección a este título generando grandes sensaciones. Los gatillos incorporan un sistema de vibración más realista. Por ejemplo, vibran al paso por curva y en adelantamientos ofreciendo una sensación, al principio, extraña, pero conforme se van superando las pruebas uno le coge el gusto y la afición.

Aunque conlleva una penalización, el jugador puede rebobinar varias veces la secuencia de una carrera para corregir salidas fortuitas y maniobras inesperadas. En la opción de «Partida libre» se puede competir directamente con un amigo en modo pantalla dividida o correr uno mismo por el asfalto que uno elija, con el coche que se desee y con las reglas de la carrera según tus preferencias, ya que por ejemplo, las ligas establecidas se dividen en diferentes modalidades de conducción y de prestaciones de cada vehículo, que se adapta a deportivo clásico, utilitario, gran turismo o vintage.

El hecho de que haya excesivos micropagos dentro del juego para mejorar o comprar coches puede enturbiar la gran conducción y el tremendo aspecto que del juego. Apoderarse de coches nuevos es trabajo duro. Se puede adquirir con los créditos ganados por las carreras en las diferentes series, pero si se tienen ganas de tener algo más que deportivos compactos y vehículos de clases básicas hay que gastarse muchos créditos.

Lo que también le diferencia de otros títulos es «Forzavista», que permite revisar de manera más cercana los coches en propiedad en una anhelada exposición. Cualquiera podría desear tener en su garaje tanta potencia junta. Es un culto al motor. Desde aquí se puede abrir las puertas del coche y el interior para tener una aproximación más cercana del vehículo.

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