Carlos y Alejandro
Carlos y Alejandro - Ñito Salas

«Ha sido un milagro. Hemos vuelto a nacer»

Carlos y Alejandro volvieron a la calle Flamencos, en Málaga, en cuyo socavón cayeron de madrugada con su coche

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Con el miedo aún en el cuerpo y con las contusiones visibles en cara y manos, Carlos y Alejandro, dos jóvenes de 23 años que cayeron la madrugada del domingo con el vehículo en el que viajaban en el socavón de entre 60 y 100 metros que la tromba de agua ocasionó en la calle Flamencos de la capital malagueña, volvieron al mismo lugar. «Ha sido un milagro. Hemos vuelto a nacer», han afirmado a Diario Sur mientras observaban la rotura de la vía y el coche en el que dieron varias vueltas de campana. Incluso bajaron al vehículo a recoger algunos objetos personales.

Ambos han narrado que todo ocurrió sobre las 4.30 de la madrugada cuando volvían del Centro de la ciudad, donde habían actuado en las fiestas de Carnaval ya que forman parte de la comparsa 'La Bella Durmiente'.

«Llovía mucho; no había luz; íbamos a treinta kilómetros y estábamos a menos de un minuto de nuestras casas cuando nos hundimos y dimos varias vueltas de campana», relata Carlos.

«Nos quedamos atrapados en el coche. Yo pude salir porque mi puerta no estaba atascada pero Alejandro no podía y le tuve que ayudar. Finalmente salimos mientras nos caía una cascada de agua que venía de la parte superior», añade Carlos que era quien conducía el coche.

En vista de la situación, treparon por entre el barro, la lluvia y los cascotes buscando la zona alta para ponerse a salvo mientras un vecino les alumbraba con una linterna, explica Alejandro. «Cuando llegué arriba observé que venía un coche por el mismo camino que habíamos venido nosotros. Me fui hacia él y les dije que pararan; pararon a pocos metros del terraplén y de caer al vacío, era un coche patrulla de la Policía Nacional», narra Alejandro, estudiante de Ingeniería.

Fueron estos agentes quienes les llevaron al Hospital Carlos Haya, dond fueron atendidos de las contusiones y poco después recibieron el alta médica. «Hemos ido a casa a dormir y a tranquilizarnos, pero el susto aún lo tenemos», apunta Carlos, en cuyo rostro aún se observa la impresión al ver por dónde cayeron.

Acompañados de algunos familiares, ambos jóvenes reviven los angustiosos momentos que vivieron en la madrugada de este 19 de febrero en el que, como ellos afirman, han vuelto a nacer y han afianzado aún más su amistad.

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