Jaime García

Las seis grandes ciudades españolas suman la mitad del CO2 que emite en España el transporte urbano

Greenpeace pide reducir un tercio el tráfico de coches en las ciudades hasta 2030

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Las seis principales áreas metropolitanas de España (Madrid, Barcelona,Valencia, Sevilla, Málaga y Bilbao) suman casi la mitad de las emisiones de movilidad urbana. Así se desprende del informe «El transporte en las ciudades. Un motor sin freno del cambio climático», elaborado por Greenpeace, en el que por primera vez se identifica qué parte de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del transporte corresponden a la movilidad urbana. Así, el transporte es responsable del 10% de las emisiones de CO2 en España, y de ellas, el 40% corresponden a la movilidad en zonas urbanas y metropolitanas. Por tanto, «la acción municipal es clave en la lucha contra el cambio climático y la contaminación del aire», afirma Mario Rodríguez, director de Greenpeace España.

Sin embargo, en el análisis del trabajo que están llevando a cabo las autoridades en esas grandes áreas metropolitanas del país, «todas suspenden y tienen mucho que mejorar», dice Mariano González, responsable de la campaña de Transporte de Greenpeace. Aunque algunos municipios han empezado a adoptar medidas, otros aún no quieren abordar este problema tan importante.

En el ránking que compara los planes de movilidad de estas ciudades, Barcelona ocuparía el primer lugar y Bilbao, el último, porque ni siquiera cuenta con un plan de movilidad urbana. En segundo lugar, se situaría Madrid, ciudad donde se ha analizado el Plan de Movilidad Urbana Sostenible del año 2014, que contempla una reducción de las emisiones del transporte del 21% en 2020 sobre el nivel de 2005; seguida de Valencia, que tiene un mejor plan para la ciudad que Madrid pero peor en el área metropolitana. Málaga se sitúa en cuarto lugar, con un objetivo de reducción de emisiones de CO2 de un 20% entre 2007 y 2020; y Sevilla en quinta posición, con un plan metropolitano de 2012 que incluso preveía aumentar las emisiones en un 39%. Cierra la lista Bilbao, cuyo plan de movilidad se encuentra en fase de elaboración.

Ésta es la situación en los grandes núcleos urbanos españoles, pero si incluimos los municipios de más de 50.000 habitantes, las emisiones de la movilidad urbana representan el 86% del total de estas emisiones. Del análisis realizado por Greenpeace se desprende que los planes vigentes en las principales seis áreas metropolitanas del país y en el resto de municipios no incorporan objetivos climáticos o cuando lo hacen no son suficientemente ambiciosos, y que además son planes cuyo contenido (objetivos, medidas, indicadores, presupuesto y proceso de seguimiento) resulta por lo general muy poco fiable para garantizar su adecuada puesta marcha y en cumplir por tanto con los objetivos. «El papel lo aguanta todo, lo que hace falta son pasos y avances concretos», dice el director de Greenpeace.

Para revertir esta situación, no solo en favor del cambio climático, sino de la salud de las personas, la organización ecologista considera que sería necesario reducir un tercio el tráfico de coches en las ciudades hasta 2030, lo que supondría un recorte de las emisiones de un 50% para ese año. «No se puede fiar todo a los avances tecnológicos para los nuevos vehículos, que además pueden ser trucados vía software», dice Rodríguez, aunque el informe también señala que sería necesario mejorar la eficiencia del parque móvil igualmente en un 35% -en parte con la introducción del vehículo eléctrico-, aumentar un 15% la ocupación media actual de los automóviles y los medios ferroviarios, y en un 30% la de los autobuses. «Perseguir estas metas en los planes de movilidad de las ciudades permitiría alcanzar el objetivo de reducción de manera razonable, a lo que también ayudaría la puesta en marcha de políticas urbanísticas coherentes con el mismo», asegura el informe.

En este sentido, Mariano González explica que poner en marcha medidas para gestionar la movilidad no tiene que ser caro. «Se puede gestionar la movilidad con presupuestos bajos, pero hace falta voluntad», dice el responsable de la campaña de Transporte de Greenpeace.

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