El Papa saludando ayer a la multitud en el municipio de Ecatepec
El Papa saludando ayer a la multitud en el municipio de Ecatepec - EFE

El Papa abraza a los indígenas de Chiapas

Viaja a la frontera Sur, entrada de cientos de miles de inmigrantes centroamericanos

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Este lunes es un día de fiesta para el Papa Francisco. Desde que decidió venir a México soñaba con abrazar a los indígenas de Chiapas. Y con ellos, a los 11 millones de indígenas del país, frecuentemente marginados y olvidados. Sus idiomas y sus trajes típicos son hoy protagonistas de la misa en San Cristóbal de las Casas.

El desplazamiento del Papa, en avión y helicóptero, es también un viaje a la frontera Sur del país, que atraviesan cada año cientos de miles de centroamericanos pobres con la ilusión de poder entrar ilegalmente en los Estados Unidos.

La ciudad colonial de San Cristóbal, una de las primeras de América del Norte, amplió su nombre a «de las Casas» en honor de su primer obispo, Bartolomé de las Casas, el defensor de los indios, cuya presencia sigue siendo muy viva.

Es también fuerte el recuerdo de otro obispo carismático, Samuel Ruiz, que lo fue durante cuatro décadas desde 1959 al 2000.

Le recuerdan como «El Tati», «El Padre» en el idioma tzotzil, que Ruiz se puso a estudiar en cuanto llegó a estos remotos territorios para convertirse, con el tiempo, en el gran formador de millares de catequistas indígenas y centenares de diáconos permanentes que llevan el peso de la evangelización.

En cada uno de sus viajes, Francisco se reúne con las comunidades marginadas, ya sea en inmensas ciudades de chabolas como en Nairobi o en lo alto de estas montañas, a 2.200 metros de altura, donde el paisaje ha cambiado poco desde la época de la colonia.

Uso de lenguas indígenas

El Papa y el obispo de San Cristóbal, Felipe Arizmendi, han preparado una misa con lecturas en ch’ol, tzotzil, tzeltal y español, y numerosos cantos en esas cuatro lenguas indígenas.

Los noventa mil asistentes –entre los que habrá también peregrinos chichés de Guatemala- podrán comprobar la belleza de los ornamentos litúrgicos preparados por los indígenas con sus típicas decoraciones geométricas de pirámides, flores, animales, etc.

Con motivo de esta visita, el Santo Padre les entregará el decreto de autorización del uso de lenguas indígenas en la liturgia.

Aunque el Papa viene a ver a todos -indígenas, blancos y mestizos-, es lógico dar una preferencia a los más necesitados, y por eso compartirá almuerzo con un sacerdote, tres catequistas, un seminarista, una religiosa, un diácono permanente y su esposa, que forman parte de las tres principales comunidades indígenas.

Uno rasgo frecuente entre los pobres es la generosidad, y entre los regalos al Papa figura el donativo de una familia mestiza para construir dos refugios para inmigrantes en la zona de la frontera.

El programa de este viaje a México, elaborado en detalle por Francisco, tiene como referencias simbólicas las dos fronteras, la del Sur, que visita hoy, y la del Norte, ante la que rezara el miércoles durante su etapa en Ciudad Juárez.

Historias de generosidad

El Papa conoce muchas historias de generosidad de personas humildes, como es el caso de «Las Patronas» en la pequeña ciudad de Guadalupe, estado de Veracruz.

Desde hace veinte años Norma Romero Vázquez, su familia y sus amigas, tiran botellas de agua y bolsas de comida a los miles de inmigrantes que atraviesan el territorio nacional viajando a la intemperie durante quince o veinte días en lo alto de los vagones de «La Bestia», el sistema de trenes de mercancías, peligroso a más no poder para personas que viajan exhaustas por la lluvia, el sol o el frio y duermen sobre el techo plano de los vagones.

El sufrimiento de los inmigrantes conmueve al Papa. Por eso escogió por sorpresa la isla de Lampedusa como destino de su primera visita a Italia.

En su exhortación apostólica «La Alegría del Evangelio», Francisco escribió que «los inmigrantes me plantean un desafío particular por ser Pastor de una Iglesia sin fronteras, que se siente madre de todos».

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