«Lo primero que hago es visitar a mi compañera de aventuras»

Jueves 23 de marzo de 2006. El sueño empieza a dejar de serlo para convertirse en una hermosa realidad. Tras levantarme de la cama, lo primero que hago es bajar al garaje para echar un vistazo a mi compañera de aventuras. Ahí está mi fiel Honda CBF600S y junto a ella la bolsa sobredepósito esperando ser instalada y el baúl abierto. Subo y bajo quinientas veces sin cansarme. Un armario, otro. No encuentro aquel sotocasco que me regalaron en aquella concentración. La cámara de fotos, las herramientas. Las botas necesitan un repasillo, el casco parece brillar de una forma especial. Por fin, creo que no falta nada. Una mezcla de ilusión, nervios y ansiedad se apodera de mí. Me siento como un chaval a mis 37 añicos. Como en casa de mamá para después ultimar con el grupo los detalles de quién será el tesorero del grupo, quién el guía o a qué hora saldremos. Los cinco sentidos están preparados para el olor a gasolina, el ruido ensordecedor, el tacto del acelerador y el saborcito del buen pescaíto frito.