Fernando Sicre

No es el dinero, son los principios

Transparencia, raciocinio y método. Tres elementos para entender que la política deja de ser obra de titiriteros e intentar hacer posible lo imposible

Fernando Sicre
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Transparencia, raciocinio y método. Tres elementos para entender que la política deja de ser obra de titiriteros e intentar hacer posible lo imposible. Nada mejor que toparse con la realidad, aceptarla y tomar las decisiones apropiadas. Menos mal que ahí está Europa. La crisis no nos llevó por delante porque la UE estaba ahí. El Estado todopoderoso, el «buenismo» del Estado que redistribuye hasta la sangre del contribuyente, son algunos de los calificativos atribuidos al Estado, no sólo por la izquierda, también por los populistas recalcitrantes de la derecha, que no son pocos. Menos mal que una vez más Europa estaba ahí.

Hace años acudíamos absortos al espectáculo dado por los controladores aéreos. Muchos conocieron el régimen laboral aplicable a los mismos.

La penúltima vergüenza laboral española. El colectivo de trabajadores no puede decidir y controlar el acceso a la profesión, distorsionando el juego de la oferta y la demanda. Es la consecuencia de sus especiales y privilegiadas condiciones laborales. Ahora les toca a los estibadores, la última vergüenza en un país moderno que pretende proyectar su economía al mundo entero. En ambos, las distorsiones y las disfunciones con el régimen de mercado son evidentes y por lo tanto no deseables.

Las empresas y los hogares españoles desde el comienzo de la crisis han estado obligados a cambiar sus hábitos económicos para sobrevivir. A poco de comenzar la crisis se promulgó la Ley Ómnibus, que es el nombre que recibe la ley 25/2009, de modificación de diversas leyes para su adaptación a la ley sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio. Se desregulaba el encorsetamiento existente en la prestación de servicios por los profesionales integrados en colegios profesionales. Solo quedaban después de esto, los controladores y los estibadores. La promulgación se llevó a cabo porque Europa una vez más estaba ahí. Europa que sigue estando ahí, va a hacer el milagro ahora porque sigue estando ahí y espero que por mucho tiempo. Desde el RD-Ley de 1986 que instituyó las sociedades de estibas, desapareciendo la OTP de 1943, organismo autónomo tutelado por el Ministerio de Trabajo, sólo un tímido intento de reforma con la promulgación de la Ley 48/2003. El intento fue en vano. En realidad no fue más que un cambio nominal de la denominación de las Sociedades de Estiba a Agrupación Portuaria de Interés Económico. El modelo de estiba y desestiba que ha desarrollado nimias reformas legislativas desde el año 2003, no han sabido adaptar las normas de Derecho Comunitario sobre servicios de interés económico, a la realidad de dicha actividad económica.

Ante la inacción legislativa española, los perjuicios latentes y patentes sobre el sistema económico español y la contravención de los principios y valores en los que se asienta el Derecho de la UE, amén del Dictamen de la Comisión Europea de fecha 27/09/2012, dirigido a España cuestionando el modelo de prestación del servicio portuario de manipulación de mercancías, declaró la incompatibilidad del artículo 258 del TFUE con el marco legal de la Ley de Puertos, en lo relativo a la organización del servicio y la contratación del personal estibador, declarando su disconformidad con las normas de la UE sobre libertad de establecimiento. A continuación se inició un procedimiento judicial contra España, sentenciando el TJUE en sentencia de fecha 11 de diciembre de 2014, declarando ahora la contravención de la legislación española con el artículo 49 TFUE, en cuanto que infringe el Derecho UE al exigir a las empresa participar en el capital de una Sociedad Anónima de Gestión de Estibadores Portuarios (SAGEP) y contratar con carácter prioritario a trabajadores puestos a disposición por dicha Sociedad Anónima y en cualquier caso a un mínimo de esos trabajadores, de manera proporcional a la actividad en el puerto por cada empresa.

No es una cuestión salarial, es una cuestión de racionalidad legislativa. Es una simple cuestión de cumplir las leyes. Europa, siempre ahí, «por tu mare de mi arma».

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