Mayte Alcaraz - Pecados capitales

Lo que la Tuerka no enseña

Rita Maestre, la exreportera de Iglesias, es el cerebro de los cortes en la Gran Vía

Mayte Alcaraz
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A Rita Maestre, más entretenida en pegarse con Ramón Espinar que en los asuntos propios de su madrileño cargo, hay que explicarle algo de Perogrullo municipal: la Gran Vía de la Villa y Corte es un eje de tránsito cuya peatonalización sería una catástrofe para la movilidad. La capital que gobiernan desde que el PSOE de Pedro Sánchez (me pregunto qué decisión habría tomado hoy la Gestora de Javier Fernández) tuvo el mal gusto de prestarle sus votos es la ciudad española con el área metropolitana más concurrida. Por si en La Tuerka –en la que hizo prácticas de reportera Maestre– no le aportaron estos datos, voy a tratar de explicárselo. Madrid tiene 3,2 millones de habitantes y ya con ese dato es la tercera ciudad de Europa más poblada, después de Londres y Berlín.

Pero a esos tres millones largos de moradores hay que sumar 7,3 millones más que, de alguna manera, pasan, trabajan o acuden frecuentemente a la capital. Es decir, 330 municipios que se reparten fundamentalmente provincias como Ávila, Cuenca, Guadalajara, Segovia y Toledo proyectan a sus ciudadanos hacia Madrid.

Para que todos esos trabajadores o visitantes puedan transitar por la capital con las prisas de sus obligaciones han de usar, en la mayoría de los casos, vehículos públicos o privados, por las arterias estratégicamente dispuestas para el desahogo de la ciudad. Hablo de la Castellana o de la calle Alcalá o, por supuesto, de la Gran Vía. Por tanto, nadie en su sano juicio osaría plantearse cortar al tráfico un eje vial así. Cuánto menos su completa peatonalización. Lo digo porque esto que están padeciendo los madrileños no es más que el aperitivo –cutre, muy cutre, aperitivo con vallas separadoras que además afean la estética navideña– de lo que les espera probablemente a la vuelta de dos años, como broche final a la gestión de Ahora Madrid. Lo de estos días es una restricción de tráfico sin ninguna planificación que ha logrado un mismo destino en lo universal: enfadar a proveedores, comerciantes, hosteleros, taxistas, propietarios de aparcamientos, conductores de la EMT y, por supuesto, los automovilistas. Esa es la consecuencia de ideologizar hasta los coches.

Carmena tiene decidido convertir la Gran Vía en 2019 en un sucedáneo de las calles Arenal o Fuencarral, cuya peatonalización fue un éxito y no ha mermado la movilidad en la ciudad. La excusa de la afluencia de viandantes por las aceras de Gran Vía es una falacia. Hay células fotoeléctricas instaladas para detectar el número de personas que caminan por las calles y, salvo en días festivos, ni mucho menos esa zona tiene el tránsito que recibe, por ejemplo, Preciados, un icono de afluencia masiva. Si Inditex, H&M, Mango y recientemente Primark se instalaron en la Gran Vía fue por su posición estratégica como cruce de caminos. Cruce peatonal y rodado, señora Maestre. Pero usted, a lo suyo: a pegarse con Espinar.

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