¿Amable abuelita?

Se puede ser muy afable y un sectario de primer orden

Luis Ventoso

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Hemos arribado a una era donde la superficialidad es el barniz de lo correcto, donde sensación suple al conocimiento. Pensar va camino de convertirse en una frikada; viste más largar latiguillos bien pensantes, eslóganes facilones que embadurnan la psique colectiva, como un chicle pegado al zapato de la inteligencia. Todo azuzado por la taquicardia de las redes sociales . El resultado es que hoy en España la burramia arrasa, y muchas veces sin que el respetable arquee una ceja escéptica. Cada jornada lega un top de disparates, frases que zarandean el sentido común, pronunciadas por supuestas personas eminentes.

«Por la vía de la represión nunca se puede imponer una ley». Impresionante majadería. Y más viniendo de quién viene: ¡una jueza! En última instancia, el poder coercitivo del Estado y su monopolio de la fuerza son el garante del cumplimiento de las leyes. Los que tenemos la inmensa suerte de contar con un empleo no le entregamos cada mes un pico de nuestro salario a Hacienda por filantropía, sino porque sabemos que si no lo hacemos el fisco nos crujirá. La autora de la gran cita que abre este párrafo es Manuela Carmena. La soltó este domingo, como un modo de cargar contra la aplicación del Artículo 155. Para la jueza lo razonable sería que se tolerase la violación de la legalidad en Cataluña, la anulación de la Constitución y el Estatut. La encorajina el mecanismo que prevé la democracia española para salvaguardar la unidad de la nación y el imperio de la ley.

Dicen que Doña Manuela va calando en las encuestas. El secreto radicaría en un aire encantador de amable abuelita, un poco como el que cultivó en su día Tierno Galván, aunque ahora con menos voltaje cerebral. Voz tranquilísima. Estupendos modales en medio de la desparrame podemita, los que corresponden a la señora de posibles que es. Empaque de tolerancia. La historia de la humanidad está trufada de desastres de excelentes modales. Una fachada cordial puede ocultar a un sectario incompetente. La amable señora se puso de uñas cuando se pretendió recordar en la fachada del Ayuntamiento a Miguel Ángel Blanco , el mayor símbolo de la lucha contra ETA. La encantadora dama se ha cargado el hermoso proyecto cultural del Matadero entregándolo a una subcultura más bien cutre, sin tirón alguno y abonada al rencor. Improvisa las obras públicas sin criterio, a salto de mata, y se diría que con un único objetivo: molestar a los vecinos. Es patológicamente incapaz de lograr que Madrid sea una ciudad limpia. Pasa de los empresarios y lisonjea a los antisistemas. Cede locales municipales para actos separatistas, insultando así al 99% de los madrileños. Carece de un solo proyecto para situar a la capital en su lugar: la liza mundial de las grandes metrópolis. Todo es cosmética neocomunista, vacua y estéril. Participación en la que nadie participa. Fruslerías indigenistas en el Día de la Hispanidad. «Welcome refugees»… para luego aparcarlos en albergues y no darles soluciones.

Una (amabilísima) tomadura de pelo.

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