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Diesel vs tabaco

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La Revolución Industrial se inició con la invención de la máquina de vapor. Esa que funcionaba con carbón como combustible, que producía gran cantidad de partículas sólidas en suspensión y grandes humaredas y que era tremendamente ruidosa. Después vinieron los combustibles fósiles en estado líquido, derivados del petróleo, y se inventó el motor de gasolina. Hasta que en 1892 Rudolf Diesel patentó su motor diésel. La novedad consistía en que si el motor de gasolina mezclaba aire y gasolina y la mezcla se encendía con una chispa eléctrica, en los motores diésel para quemar el combustible se usaba el calor generado por el aire comprimido.

Menos consumo, menor mantenimiento y mayor durabilidad fueron las ventajas de estos nuevos motores. De sus perjuicios para el medio ambiente y la salud de la población nadie dijo nada.

La IARC (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer) dependiente de la Organización Mundial de la Salud, con sede en Lyon, tenía en la lista al humo de los motores diésel desde el año 1988, al considerarlos como posible agente cancerígeno para el ser humano. Después de 25 años por fin han declarado que el humo de los motores diésel causa cáncer de pulmón y posiblemente de vejiga urinaria.

Los estudios se basan en exposiciones laborales en las que se alcanzan grandes concentraciones de partículas contaminantes emitidas en espacios confinados. Las emisiones diésel constituyen una mezcla compleja de miles de sustancias orgánicas e inorgánicas en forma de gases y de finas partículas. Éstas por su pequeño tamaño alcanzan las estructuras más internas del aparato respiratorio provocando un mayor impacto negativo sobre la salud.

Los pediatras alertan de la mayor vulnerabilidad de la población infantil ante cualquier contaminante medio ambiental. Los niños están cada vez más expuestos a las emisiones de diésel al aumentar éstas en las grandes ciudades, al aumento del número de vehículos que utilizan dicho combustible y al tiempo que pasan en los autobuses escolares a diario.

En España en apenas 20 años hemos pasado de tener el 10% de turismos con motores diésel a superar el 60% en el año 2014. Toda la maquinaria pesada, el transporte por carretera y la flota marítimo-pesquera utilizan el diésel como combustible. La vida media de los contaminantes que producen los motores diésel es muy larga. Sus reacciones químicas y efectos medio ambientales van a depender de muchos factores, pero sus efectos negativos sobre la salud de la población cada vez son mas patentes.

Los efectos nocivos para la salud se hacen notar a concentraciones no muy elevadas. Irritación ocular, nasal y faríngea, procesos alérgicos e irritativos respiratorios, amen de efectos neurofisiológicos como cefaleas, nauseas o mareos. Existen estudios que demuestran con evidencia la relación entre el aumento de las alergias respiratorias (asma) y los niveles de contaminación por motores diésel. Por si fuera poco sus efectos cancerígenos están mas que demostrados, existiendo una relación dosis dependiente con tumores malignos de vías respiratorias, cutáneos y de aparato urinario.

Ante esta situación el delito contra el medio ambiente y la salud pública cometido por el buque insignia de la industria alemana no tiene calificativo. ¿o sí? De la misma envergadura que el de la industria tabaquera en la década de los ochenta.

Nos venden eficiencia energética cuando sólo es insalubridad. Nos inculcan responsabilidad medio ambiental cuando sólo tienen intereses económicos. Nos hablan de contribución individual cuando sólo miran su cuenta de resultados.

No sé alemán, pero seguro que chapuza en la lengua teutona será algo parecido a 'shapuzwagen'. Igual que en las cajetillas de tabaco. 'El diésel mata'.

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