Imagen de la parte forntal de un coche después de sufrir un accidente
Imagen de la parte forntal de un coche después de sufrir un accidente - CÉSAR SÁNCHEZ
BMW

Deformación programadaLas piezas del coche que se destrozan pero pueden salvarte la vida en un accidente

En las últimas tres décadas los fabricantes han invertido mucho tiempo en incluir medidas de seguridad pasiva como las partes deformables del frontal de los vehículos

Madrid Actualizado: Guardar
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La seguridad es uno de los elementos clave a la hora de hacerse con un vehículo nuevo. Por ello, desde tiempos inmemoriales, los fabricantes de coches investigan y desarrollan tecnologías y elementos para conseguir que los vehículos nuevos sean cada vez más seguros. En este sentido, en las últimas tres décadas las marcas han invertido mucho tiempo en incluir medidas de seguridad activa como el ABS (antibloqueo de frenos) y el ESP/ESC (control de estabilidad), pero también se han encargado de optimizar los elementos de seguridad pasiva –como el airbag y los cinturones–, aquellos que protegen a los pasajeros en caso de accidente. Dentro de este espectro de la seguridad, uno de los avances que ha más ha conseguido reducir las consecuencias de los accidentes de tráfico ha sido el desarrollo de las zonas de deformación programada.

Estas partes del coche son las encargadas de reducir el impacto que sufren los pasajeros cuando su coche choca contra otro vehículo o contra un muro. Al producirse el accidente, los ocupantes reciben una gran cantidad de energía cinética producida por la desaceleración. Es decir, el hecho de pasar de una velocidad de 50 km/h a 0 km/h genera una fuerza que se transmite a los pasajeros, y que si es muy elevada puede tener consecuencias fatales.

Así, ante la idea imperante en el imaginario colectivo de que cuánto más duro y resistente fuera el exterior del vehículo este era más seguro, los fabricantes se dieron cuenta en los tests de seguridad de que ciertos elementos de la carrocería debían deformarse para absorber la mayor cantidad de energía posible y así limitar el impacto en órganos vitales como el cerebro y los pulmones. Como consecuencia, ciertas partes de la zona delantera de los vehículos (paragolpes, capó y aletas) y de la estructura del habitáculo (apoyos del motor, largueros y travesaños) se fabrican desde entonces con materiales menos duros que los utilizados en el resto del habitáculo, que tiene que ser mucho más rígido para que los pasajeros no queden atrapados.

Las zonas de deformación programada están pensadas para que en caso de accidente no sean totalmente rígidas. Construidas con materiales más flexibles al deformarse absorben parte del impacto, con lo que aumenta el tiempo de la deceleración y la fuerza que reciben los pasajeros es menor. Por este motivo, hoy en día, los frontales de los coches tras un accidente se asemejan visualmente a un acordeón. Hace tres décadas quizá los coches dieran impresión de mayor seguridad al no deformarse, o hacerlo menos que ahora, tras recibir un golpe, sin embargo, estas zonas de deformación programada son las responsables de amortiguar la fuerza que recibe el cuerpo humano en caso de accidente.

Gracias al desarrollo de la tecnología los fabricantes consiguen comercializar vehículos mucho más seguros con el paso de los años. A pesar de que la parte frontal de un coche pueda quedar hecha añicos tras un golpe el habitáculo está diseñado para no deformarse, y esto es lo que hace que los coches de ahora sean más seguros que los «bunkers» de hace décadas.

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