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José perdió su trabajo el día 5 y no le dio tiempo a ir a comprar el décimo de toda la vida - aBC
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José: la historia del anuncio del Lotería... con final triste

«No compré el décimo por primera vez en 20 años», cuenta este pintor que perdió su trabajo el 5 de enero, amigo íntimo del Lotero que vendio integramente los 400 billetes del Gordo

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Las cámaras de televisión y los periodistas que se agolpaban ayer a las puertas de la administración número 4 de Leganés esperaban su turno, desesperados, para registrar las historias de los ganadores, sin darse cuenta de que un poco más allá se encontraba, quizá, la más sorprendente (y triste) de todas. Una que se parece mucho a la del protagonista del célebre anuncio de la Lotería Navidad, pero sin que en este caso, hasta ahora, una mano amiga le haya acercado el sobre con el décimo agraciado.

En el momento de mayor alegría frente a la administración, ABC se percató de que Gustavo, uno de los loteros, se apartaba de la algarabía general hacia una esquina, para consolar a un amigo íntimo, lejos de la atención de los focos.

Era José Fernández, un pintor de 37 años que llevaba veinte años comprándole a su amigo el «décimo de los vecinos». Todos y cada uno... hasta éste, que no pudo. «He tenido una semana infernal con turnos de noche en el curro, saliendo muy cansado a las siete de la mañana, pensando todos los días que tenía que ir a por el número», explicaba.

«Mañana me paso»

Durante la última semana, José se repetía cada mañana lo mismo: «Mañana me pasó». «Justo la noche del 5 de enero se me acabó el contrato y me quedé en paro. Terminé mi último turno ayer (por el lunes) por la mañana, como siempre, y no tenía el cuerpo como para esperar dos horas a que Gustavo abriera. Así que me fui a dormir, pensando de nuevo "por la tarde voy a pillarlo", pero esta vez no lo hice, por primera vez todos este tiempo».

José asegura encontrarse ahora doblemente triste. En primer lugar, por la oportunidad que dejó escapar para darle un vuelco a su vida al no haber comprado el habitual «décimo del barrio» a Gustavo. Un oportunidad que es raro que se le presente tan cerca en otra ocasión. Y en segundo, por el trabajo que perdió un día antes del sorteo. Ahora él y su chica, que comparten piso, están en paro. «Estamos desesperados», añade resignado, porque ni tan siquiera podría hacerse realidad el bonito gesto del tan comentado anuncio de la Lotería de Navidad, ya que su amigo Lotero no se quedó ni un solo décimo del 55847.

«Muchos de mis amigos sí que lo compraron, claro, pero yo no. Me joroba mucho, porque me hacía mucha falta», lamentaba, antes de perderse, cabizbajo, entre la multitud pletórica... sin que nadie se fije en él.

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