Sociedad

El tasquero de Londres

Matt Hermer, gurú de la noche londinense y dueño de exclusivos locales donde bailan el Príncipe Harry o Madonna, desembarca en España

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Matt tenía 16 años cuando a su padre le nombraron Lord. Aquello cambió su carácter de adolescente inseguro. Mandó al infierno la timidez y empezó a relacionarse con miembros de la realeza con naturalidad y desparpajo. Hoy, a sus 38 años, no sólo se codea con 'royals' y otras 'celebrities' sino que además les da de comer y de beber en la decena de locales que tiene repartidos por Londres y alrededores. Boujis, Eclipse, Cocoon, Bumpkin... Son nombres ya míticos de clubes, bares y restaurantes en los que no es raro coincidir con el príncipe Harry, con la modelo Kate Moss o con la actriz Liz Hurley. La propia Madonna cerró uno de esos locales para celebrar con una sonada fiesta su medio siglo de vida. Ahora, Hermer quiere expandirse, como el universo, y acaba de inaugurar su primer 'Sky bar' de copas fuera de Inglaterra, uno de la marca Eclipse, estratégicamente situado en la planta 26 del hotel W de Barcelona, el flamante edificio en forma de vela diseñado por Bofill.

Lo primero que llama la atención del nuevo local son las imponentes vistas. Ahí arriba, mientras te tomas una copa, te puedes beber con los ojos literalmente el Mediterráneo. Hermer es consciente de que parte del encanto visual se perderá por la vocación nocturna del local. Pero promete que de noche «la cosa resulta igual de rutilante. Además -añade-, abrimos de 6 de la tarde a 2 de la madrugada, así que el que quiera deleitarse con el azul que venga temprano». Vestido con una impecable chaqueta de 'tweed' combinada con unos vaqueros, Matt representa la viva imagen del ejecutivo dinámico y moderno, del 'yuppie' con pedigrí. Por si no tuviera suficientes alegrías como fundador de su emporio hostelero, denominado The Ignite Group, en 2008 fue nombrado 'Restaurador del año' por la revista Tatler, y en el presente 2009, el Evening Standard lo ha incluido en la codiciada lista de las mil personas más influyentes de Londres. «Supongo que pensarán que tengo cierta influencia en las tendencias de restauración, ocio, coctelería... En fin, yo sólo intento centrarme en lo que hago, y hacerlo bien», comenta con cierta flema inglesa, como quien se sacude una mota de polvo de la chaqueta.

Lo realmente curioso es que todo empezó por una mera casualidad, una carambola... Porque Hermer, que estudió en Reading y sostiene que en su país «se aprende a beber en la Universidad», era una década atrás un 'broker' de la City londinense. «No sé ahora, pero entonces en ese oficio te la pasabas llevando a gente importante a comer y a beber por ahí», recuerda. Fue precisamente en una de esas reuniones de trabajo a pie de barra cuando tropezó con su destino. En 1998, el barman de su bar favorito en Walton Street le comunicó que el local se había puesto a la venta... Y Hermer que, para ser inglés se considera «muy apasionado», decidió comprarlo. «Hice el peor negocio del siglo. Lo pagué carísimo. Pero la inversión acabó mereciendo la pena. En realidad -explica sin haber salido aún de su asombro-, yo sólo quería apuntalar la cultura del cóctel, en un país en el que todo lo va invadiendo una bebida que a mí personalmente no me va: la cerveza. Y en España, donde se bebe y se come fabulosamente, sólo pretendo eso -avisa- traer un poco de la cultura del cóctel británico».

Di Caprio en la pista de baile

Medio año después de aquella primera adquisición, Matt Hermer se despedía de la City y de su trabajo en ABN Amro. Luego llegaría su primer club nocturno, el Boujis de South Kensington, cuyas puertas han sido más fotografiadas que Paris Hilton por esa legión de paparazzi que inmortaliza la entrada o salida de 'vips' como el príncipe Guillermo, a menudo con su novia Kate Middleton, y su hermano, el príncipe Enrique (Harry, para los amigos), que normalmente suele abandonar el local cabizbajo y con las manos en los bolsillos. «Supe que estaba triunfando cuando una noche, sobre la pista del Boujis, me encontré bailando al mismo tiempo a Denzel Washington, Leonardo di Caprio, Owen Wilson y dos miembros de la realeza británica cuyos nombres no voy a desvelar», relata el propietario, para quien la discreción es sagrada, y una de las claves que explican el éxito de sus locales entre los ilustres integrantes de la 'A-list'. «De hecho -comenta-, los príncipes ya llevaban más de un año acudiendo a mi club sin que nadie se enterase».

El príncipe de las tinieblas londinenses, como apodó a Herner una revista británica, es curiosamente un hombre diurno. «Trabajo de nueve a siete, me acuesto antes de las doce, y sólo trasnocho en alguno de mis locales muy de vez en cuando». Su último capricho, de hecho, es una cadena de restaurantes de comida tradicional y orgánica. «Voy cumpliendo años y empiezo a disfrutar más de una buena cena y un buen vino que de una noche de copas», confiesa con sinceridad. Hermer, además, pronto dejará de ser un soltero de oro. Acaba de pedirle matrimonio -«una mañana, cuando ella estaba en pijama y leía el periódico»- a su novia, la californiana Marisa Anschultz. «Estuve seis meses cruzando el Atlántico por ella, hasta que un día le dije: Basta de hacer kilómetros, vente a vivir conmigo y a ver qué pasa». La boda será en junio, y Hermer, enemigo de mezclar el ocio con el negocio, celebrará su despedida de soltero con una fiesta en la que se servirán canapés de la competencia. Y es que para este hombre viajero e hiperactivo, que en 2004 se salvó del tsunami de Tailandia, «por sólo 15 segundos», el secreto del éxito está clarísimo: «pon mucha pasión en todo lo que hagas. Y procura divertirte».