Lord y lady Lucan, de solter Verónica Duncan, a la puerta de su domicilio en 1963
Lord y lady Lucan, de solter Verónica Duncan, a la puerta de su domicilio en 1963 - EFE

Probable asesino y probable muerto

Richard John Bingham, séptimo conde de Lucan, despareció sin dejar rastro tras el asesinato de la niñera de sus hijos. Cuarenta y dos años después, la Justicia británica lo da oficialmente por muerto

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Se esfumó en el sur de Inglaterra en noviembre de 1974, dejando un coche manchado de sangre, la sospecha de que había matado en Londres a la niñera de sus tres hijos y deudas de juego por importe de 45.000 libras de la época. Nunca se volvió a ver a Richard John Bingham, que estaba a punto de cumplir los 40. El séptimo conde de Lucan era un aristócrata de linaje anglo-irlandés, ludópata, bebedor y atractivo, un macho-man.

Especular con el paradero de lord Lucan ha constituido el «Elvis está vivo» de los ingleses durante décadas. Ayer, 42 años después de eclipsarse, la Corte Suprema decretó su muerte y dio la razón a su hijo George, que había pleiteado para poder recibir el título nobiliario.

El nuevo conde de Lucan, de 48 años, cree que su padre está muerto y que no asesinó a Sandra Rivett. El hijo de la niñera, Neil Berriman, se opuso en la vista a cerrar el caso y aseguró que informes de la Policía Metropolitana de 2002 daban a Lucan todavía por vivo.

Los teóricos avistamientos del prófugo han sido una constante: hippy en Goa, camarero en San Francisco, cazador en Botswana… En 1999 ya se le había dado por muerto judicialmente, pero sin llegar a formalizarlo a efectos legales. Ahora Lucan es por fin un cadáver con todas las de la ley, si es que no anda por alguna playa remota apurando sus últimas copas, pues, como reconoce su propio hijo, «todo el caso es todavía un gran misterio».

A finales de 1974, el matrimonio de lord Lucan, de 39 años, y Verónica Lucan, de 37, hace agua. Él, jugador profesional, apuesto y algo tímido, de recio bigote y 1.80, con deudas peligrosas enjugadas en vodka. Ella, una mujer rubia y delgada, que ha sufrido hondas depresiones tras el parto de sus hijos y está embotada por una fortísima medicación.

El aristócrata ha abandonado la mansión familiar en Belgrave Street, en el Londres más elitista, y pelea duro por la custodia de sus tres hijos y su antigua vivienda. Quiere vender la propiedad para sufragar las acuciantes deudas de bridge y backgmmon que ha contraído en timbas hasta el alba en el vecino Clermont Club. Es un jugador profesional que plantó su trabajo en la banca comercial.

El jueves, 7 de noviembre de 1974, lady Lucan se encuentra en su casa con su hija Frances y con la niñera, Sandra Rivett, de facciones y complexión similar a su señora. Resulta raro que la nanny se halle en el hogar, porque es su día de libranza. Poco antes de las nueve de la noche, Sandra les ofrece un té y baja a la cocina del sótano para prepararlo. No vuelve. Lady Lucan acude a ver qué ocurre. Las luces no funcionan. Llama a voces a Sandra y entonces recibe un golpe en la cabeza, grita y una mano le tapa la boca. Lady Lucan acierta a golpear al agresor en los testículos y logra huir al vecino pub The Plumber’s Arms.

Golpeada brutalmente con una tubería de plomo, la niñera es encontrada muerta en un charco de sangre. En el registro del piso de lord Lucan, la Policía constata que allí siguen su cartera, pasaporte, permiso de conducir y llaves del coche. Pero ni rastro de él. Tras telefonear a su madre para decirle que lady Lucan está herida y que ella debe recoger a los niños, el aristócrata conduce hasta Surrey, al suroeste del Gran Londres. Viaja en el coche que le ha prestado un amigo y en dirección al domicilio de otro, Ian Maxwell-Scott, que no está en casa. Lo recibe su mujer, Susan, que le ofrece una copa y tranquilizantes. Lord Lucan le cuenta su versión de lo sucedido. Pasando por delante de la casa de su exesposa, dice que observó que había un intruso, entró a ayudar y encontró a la criada muerta. Lady Lucan, histérica, lo acusó de haber contratado a alguien para intentar matarla y él huyó.

A la una y cuarto de la tarde del viernes 8 de noviembre de 1974, Lord Lucan se va de la casa de Susan, la última persona que lo vió. El coche de lord Lucan aparece en el puerto de Newhaven, en la costa del sureste de Inglaterra, frente al Canal de la Mancha. Dentro del vehículo, ensangrentado, se halla una tubería de plomo similar a la del asesinato. También ha dejado una nota para el dueño del coche, en la que vuelve a proclamar su inocencia. Dos y dos parecen cuatro.

O tal vez no… Richard ya es oficialmente cadáver, pero el enigma le sobrevive. Un año después de su desaparición, la investigación judicial concluyó que lord Duncan mató a Sandra Rivett. Su hijo alega en su defensa que el crimen no tiene lógica y que «todo el mundo es inocente mientras no se le declare culpable delante de un jurado».

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