Vladimir Putin juega al billar con Dimitri Medvedev, su predecesor en la presidencia rusa y hoy primer ministro de Rusia
Vladimir Putin juega al billar con Dimitri Medvedev, su predecesor en la presidencia rusa y hoy primer ministro de Rusia - REUTERS

Limitar los mandatos presidenciales, la vacuna contra el clientelismo que quiere Rivera

El presidente de Ciudadanos ha propuesto seis condiciones «sine qua non» para dar el «sí» a Mariano Rajoy

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Nuestros presidentes del Gobierno, si no hay dimisiones u otras «anomalías, pueden seguir todo el tiempo que decidan los españoles. Esto es a día de hoy. «Con voluntad reformista y de cambio», Albert Rivera, líder de Ciudadanos -cuarta fuerza política- quiere cambiarlo y ha incluido entre sus condiciones para dar el «sí» a Mariano Rajoy, del PP, una limitación de mandatos presidenciales de 8 años. Estados Unidos suele ser el modelo de quienes arguyen las bondades de esta medida. Más allá de las diferencias de modelo -España es una monarquía parlamentaria y no presidencialista y EE.UU. tiene un sistema presidencialista-, esta premisa no garantiza una buena democracia porque, como reza el refrán, quien hace la ley hace la trampa.

Enemigos irreconciliables hace meses, amigos y socios hoy, desde que Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan hicieran las paces tras el derribo de avión ruso en la frontera turco-siria, al «zar» y al «sultán» solo les queda compartir colonia.

Parece como si Erdogan siguiera el manual de Putin para mantenerse en el poder y controlar a su antojo el país. Al igual que los turcos, los rusos tienen un sistema semipresidencialista. Erdogan, quien fue primer ministro desde 2003 hasta 2014, tuvo que renunciar a repetir cargo por la limitación exigida por los fueros internos de su partido, el AKP. Pero al contrario de lo que hizo Putin, que dejó paso a Dimitri Medvedev durante cuatro años para volver a hacerse oficialmente con el poder como presidente ruso, el nuevo «sultán otomano» ha preferido optar por un cambio constitucional para alcanzar sus propósitos. Al día siguiente de ganar las elecciones de noviembre con cerca del 50% de los sufragios, dejó claro que su prioridad era reformar la Carta Magna para dar amplios poderes ejecutivos al presidente, como ocurre en Rusia, donde quien manda y siempre ha mandado es Putin, aunque le funcione el tándém con Medvédev, escribía Rafael M. Mañueco hace cinco años.

«El distanciamiento entre Erdogan y (Ahmet) Davutoglu, que terminó siendo cesado como primer ministro, se debió principalmente porque este último era un hombre con mayores principios democráticos», decía a ABC Kerim Balci, periodista turco exiliado en Londres, días antes del golpe de Estado fallido en Turquía. Binali Yildirim, sucesor de Davutoglu como primer ministro, se declara fiel seguidor de Erdogan. Su imagen, describe Efe, se corresponde con la de un primer ministro de «perfil bajo», frente a un Erdogan que dejó la jefatura del Gobierno para presentarse a la jefatura del Estado con el plan de transformar Turquía en un sistema presidencialista. «Hay ejemplos (de sistemas presidencialistas) en el mundo. También hay ejemplos en el pasado. Si se mira a la Alemania de Hitler, se puede ver», dijo el alto mandatario antes del golpe de Estado, en su afán por el «presidencialismo democrático».

Búsqueda de una regeneración paulatina

Rajoy ha convocado el próximo 17 de agosto al comité ejecutivo para decidir si aceptan las condiciones de Ciudadanos. Rivera no quiere más presidentes españoles gobernando cerca de 14 años. Según disecciona Antonio Ibáñez-Macía (Revista de Derecho UNED, núm. 17, 2015), profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Cádiz, en un 'paper' sobre este tema sobre su aplicación en países como EE.UU. para su hipotética aplicación a nuestro país, la finalidad principal de la limitación de mandatos es «distribuir el poder político entre los ciudadanos y evitar que la permanencia en el cargo por mucho tiempo de los legisladores cree una clase política profesionalizada y privilegiada».

[Momento de la «despedida de Obama» en la cena de periodistas]

Caso aparte son algunas «democracias» africanas. Las legislaturas eternas y la repetición infinita de mandatos sacuden el desarrollo de África con gobernantes que intentan implantar retorcidas triquiñuelas para disfrazar sus intenciones. Barack Obama, de ascendencia keniana, ya lo denunció en su visita a Kenia y Etiopía el pasado verano: «Yo amo mi trabajo. Pero de acuerdo con nuestra Constitución, no puedo presentarme de nuevo a elecciones. De hecho, creo que soy muy buen presidente -creo que si busco la reelección, podría ganar- pero no puedo». Más de dos tercios de los africanos apoyan una limitación efectiva de mandatos, según el Afrobarómetro. Pese a ello, varios son los presidentes que en los últimos años han tratado de extender sus mandatos sorteando la ley. Solo en los primeros seis meses de 2015, los presidentes de Burundi, Benin, de la República Democrática del Congo y Ruanda lo intentaron con mejor o peor suerte.

Cuatro mandatos, o 16 años en el poder, es la amenaza más peligrosa para nuestra libertad
Thomas E. Dewey , candidato republicano en 1944

«Cuatro mandatos, o 16 años en el poder, es la amenaza más peligrosa para nuestra libertad», clamó en 1944 Thomas E. Dewey, candidato republicano frente al histórico Franklin D. Roosevelt, héroe de la Segunda Guerra Mundial y presidente durante la Gran Depresión norteamericana, que optaba a su tercera reelección consecutiva. El histórico presidente demócrata ganó y murió cuatro meses más tarde. Sin embargo, la demanda de Dewey tuvo recompensa en 1951 con la ratificación de la Enmienda 22 a la Constitución de Estados Unidos que impedía un tercer mandato. «Limitar los mandatos presidenciales son un cheque contra el culto a la personalidad», opinaba el articulista Thomas E. Cronin, en una columna del «Washington Post» de enero de 2014 que recordaba a Dewey.

Los detractores de las limitaciones de mandato en Estados Unidos, escribe Ibáñez-Macía, consideran que disminuyen la experiencia necesaria para la formación de los políticos, y constituyen una rémora para un gobierno eficaz. Otros creen también que los límites del mandato presidencial merman los derechos de los votantes y debilitan a los presidentes en su segundo mandato.

Existen otras fórmulas. En Argentina si un gobernante ya ha cumplido dos mandatos consecutivos, tiene que esperar 4 años para un tercero. La socialista chilena Michelle Bachelet, cuyo Gobierno sufre hoy una de las crisis institucionales más agudas de los últimos años, ha podido gobernar un segundo mandato tras «apartarse» en la reelección por la Carta Magna chilena impide dos legislaturas consecutivas. Que las « revoluciones ciudadanas», como se autodenominan los gobiernos de Venezuela, Nicaragua, Ecuador o la propia Bolivia, puedan «perder todos los progresos sociales» alimentan las campañas por la reelección de sus carismáticos presidentes.

El histórico aumento de ingresos por materias primas impulsó la carrera de políticos como «Evo Morales, los Kirchner, Uribe, Correa, Lula y por supuesto Hugo Chávez», según recordaba a ABC Francisco Monaldi, economista del think tank estadounidense Baker Institute. Cuando se les caducaba su tiempo político, algunos como el presidente boliviano trataron de anular la limitación de mandatos con un referéndum. Morales lo perdió hace unos meses, siguiendo a su mentor Hugo Chávez, quien en el primer intento, en 2007, cosechó su primera derrota en unas elecciones. El «comandante», pasado el mazazo, lo intentó otra vez un año más tarde y esta vez se impuso el sí.

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