Jeremy Corbyn
Jeremy Corbyn - EFE

Jeremy Corbyn, la sorpresa populista: El socialista de pancarta vestido de traje azul

Su secreto es el populismo de izquierdas: todo promesas y subida de impuestos a los ricos

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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Tras casi dos años al frente del Partido Laborista, parecía que Jeremy Bernard Corbyn, de 68 años, tenía como segundo apellido «No Sirve». La frase se repetía hasta en sus propias filas: «Es buena persona, pero carece de madera de primer ministro». Hace un año, el 81% de su propia bancada lo rechazó en una moción de confianza y casi toda su ejecutiva dimitió. Pero con su socialismo vintage, muy setentero, ha arrasado dos veces en las primarias y ahora está dando una pequeña sorpresa demoscópica: ha remontado desde 22 puntos por detrás de May a solo seis. Su secreto es el populismo de izquierdas: todo tipo de mejoras sociales a cambio de subir los impuestos a las empresas y al 5% más rico.

Corbyn, hijo de un ingeniero electrónico y una profesora que se conocieron apoyando a la República Española, plantó la universidad y no ha tenido nómina en una empresa en su vida. Solo trabajó a los 19 años unos meses como voluntario en Jamaica. Desde hace 34 años vive de su escaño en los Comunes por Islington North, el barrio del Norte de Londres donde duerme con su tercera mujer, la mexicana Laura Álvarez (la anterior era chilena, madre de sus tres hijos, y rompieron porque Jeremy se negaba a que acudiesen a un colegio de pago).

Diputado rebelde, ostenta el récord de votar contra su propio partido (más de 500 veces). Ha sido un clásico tras todas las pancartas: contra las nucleares, Pinochet, el apartheid, la austeridad. También pro palestino y líder de la coalición contra la Guerra de Irak. Capaz de confraternizar con el IRA en los años de plomo y con Hamas. Socialista, pacifista y republicano (aunque lo último lo ha aparcado y ahora dice que tiene «conversaciones agradables con ella», es decir, con Isabel II). Lo han acorralado varias veces en campaña, pero se ha negado a decir si pulsaría el botón nuclear en caso de ataque al Reino Unido. Aunque su partido ha aceptado renovar el programa de submarinos atómicos, él se opone.

Su lema de campaña es «para los muchos, no para los pocos». Ha pulido su aspecto, con flamantes ternos azul marinos, camisa blanca e impecable corbata roja. Se ha mostrado relajado y con sentido del humor. Sus promesas más espectaculares son el fin de las matrículas universitarias en Inglaterra y Gales, guardería gratis y dinero sin cuento para el servicio de salud.

Se equivocará de todas formas quién piense que Corbyn tiene algo que ver con Podemos. Su perfil institucional es mucho mayor: no duda en ponerse el frac para las cenas de Estado en Buckingham y aunque es pacifista no tiene reparos en cantar himnos patrióticos en las galas anuales del Royal Albert Hall por los soldados caídos.

Antes de llegar al liderazgo laborista circulaba en bici. Es vegetariano, abstemio, ateo e hincha del Arsenal. El lenguaraz Boris Johnson lo define como «un dinosaurio laborista herbívoro». Nadie cree que pueda ganar los comicios, pero sí se le ve capaz de darle un susto a May.

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