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El candidato a liderar la derecha francesa, François Fillon, vota en la segunda vuelta de las primarias de su partido, - FP

Fillon, líder de la derecha, posible futuro presidente de Francia

Según las primeras estimaciones oficiales, el político habría sido votado por el 69 % de los electores

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Francia tiene un nuevo líder conservador, François Fillon (62 años), que ha eliminado a Alain Juppé (71 años) en la segunda vuelta de las primeras elecciones primarias del centro y la derecha, iniciando al mismo tiempo la larga marcha hacia la conquista de la presidencia de la República, acompañada de un cambio de mayoría parlamentaria, la próxima primavera.

François Fillonse ha impuesto con el 66,5 por ciento de los votos de los electores que participaron en la segunda y definitiva vuelta de las primeras elecciones primarias del centro y la derecha francesa. Victoria espectacular. Derrota que roza lo humillante. Voto implacable de la Francia conservadora que quiere un cambio profundo.

Se trata de un voto inédito y excepcional: entre 4,2 y 4,6 millones de votantes (un 10 % del censo nacional) han participado en unas elecciones primarias sin precedentes.

Y ese voto confirma un ascenso espectacular del voto conservador. Lívido y amargo, en su primera reacción, asumida su derrota, Alain Juppé, felicitó a Fillon y le ofreció su apoyo y solidaridad, en la campaña presidencial que comienza.

«Expreso esta noche mi apoyo a François Fillon, y le deseo buena suerte en su campaña presidencial, así como la victoria en mayo de 2018», ha dicho el ex primer ministro.«Termino esta campaña como la empecé, como un hombre libre que no ha cambiado en lo que es ni en lo que piensa», ha agregado, según ha informado el diario francés «Le Monde».

Unidad

En su primera reacción, Fillon, olímpico, sereno, agradeció a la nueva Francia conservadora el apoyo «de todos, que será necesario para realizar la gran reforma, el gran cambio, la gran ruptura que Francia necesita para salir del hoyo donde la instalado François Hollande y su gobierno socialista». «La ola que me ha dado la victoria, continuó Fillon, no soporta más la vía del declive: los franceses aspiran a un cambio profundo… para realizar ese cambio necesitaré a todo el mundo. Tengo un pensamiento particular para Nicolas Sarkozy y Alain Juppé. Tiendo la mando a todos los quieren servir nuestro país».

«Debemos luchar contra el inmovilismo y contra la demagogia», continuó Fillon, agregando: «Debemos combatir el inmovilismo de Hollande y la demagogia de la extrema derecha».

A cinco meses de la primera vuelta de la próxima elección presidencial, a finales de abril, el candidato y nuevo líder conservador es percibido como el posible presidente de una Francia profundamente conservadora.

En la primera vuelta de las primarias conservadoras, el domingo día 20, los votantes eliminaron de manera implacable y espectacular a Nicolas Sarkozy, líder de las derechas francesas de la última década. En la misma primera vuelta, Alain Juppé, alcalde de Burdeos, quedó relegado a una precaria segunda posición que preludiaba su derrota final, salvo un «milagro» que no llegó a producirse ayer domingo.

Apoyo mayoritario de los líderes

Entre Fillon y Juppé, la Francia conservadora ha elegido al primero, que propone un proyecto liberal en lo económico y muy conservador en lo social y lo cultural. La Francia conservadora estimaba que Sarkozy «hablaba y gesticulaba mucho, pero no cumplía sus promesas». Esa misma Francia percibe el conservadurismo tradicional de Alain Juppé como discretamente «fofo» en lo económico y «ambiguo» en lo social / multicultural. Fillon encarna una síntesis conservadora hostil a la extrema derecha.

Tras el voto de la primera vuelta, Fillon recibió el apoyo masivo de todos los líderes de la derecha, comenzando por dos expresidentes, Valery Giscard d’Estaing y Nicolas Sarkozy. Otros dos candidatos de la primera vuelta, Bruno Le Maire y Jean-Frédéric Poisson, anunciaron su apoyo a la candidatura de Fillon.

Alain Juppé, por su parte, solo recibió dos apoyos muy relativos, el de dos candidatos eliminados en la primera vuelta, Nathalie Kosciusko-Morizet (centrista reformista) y Jean-François Copé, partidario de una «derecha sin complejos», viejo enemigo personal de Fillon. Dos personalidades que tienen poca y problemática implantación nacional.

Ganador de la primaria vuelta conservadora, de manera inédita y espectacular, Fillon comienza, al mismo tiempo, la larga marcha hacia el Elíseo, como candidato de todas las derechas y todos los centros. Desde su primera reacción, como candidato electo a la jefatura del Estado, la noche del domingo, Fillon marcó la dirección estratégica que será la suya: tender la mano a todos sus rivales, integrar en su programa a hombres e ideas diversas para presentar un frente común contra la extrema derecha de Marine Le Pen y contra los candidatos de las diversas izquierdas, socialistas y comunistas, muy mal situados en los sondeos.

Fillon cuenta, de entrada, con una ventaja excepcional. Las elecciones primarias del centro y la derecha francesa, marcan un jalón en la historia política nacional: el candidato elegido cuenta ya con la legitimidad sin precedentes de un voto nacional masivo, apoyando su proyecto. La movilización excepcional de 4,2 o 4,6 millones de electores parece reflejar una profunda «sed» de cambio conservador.

Esa matriz política sin precedentes puede influir en todo el paisaje político nacional, cuando los sondeos anuncian el hundimiento de las izquierdas y la consolidación muy firme del Frente Nacional (FN, extrema derecha). La emergencia de líderes sin partido, de centro izquierda, o izquierda reformista, como Emmanuel Macron, no cambia gran cosa al panorama global.

A lo largo de toda la campaña de las elecciones primarias, Fillon lo ha repetido en muchas ocasiones: «Toda mi vida he militado contra la extrema derecha. Francia está hoy al borde del estallido social. Francia necesita un cambio profundo, por dos razones: para romper con la lógica del declive y la decadencia, acelerada por François Hollande y su gobierno socialista; y para evitar la ascensión de una fuerza peligrosa, como es el Frente Nacional».

Contra los futuros candidatos de izquierdas (candidato socialista, por designar, candidato comunista, Jean-Luc Mélenchon), Fillon avanza un programa de ruptura liberal. Contra la candidata de la extrema derecha, Fillon avanza un programa conservador clásico, contra el multiculturalismo, contra la inmigración, contra el «cosmopolitismo» olvidadizo de los valores nacionales.

Se trata de una síntesis inédita en la historia de las derechas francesas, poco sensibles a las «rupturas liberales». Chirac y Sarkozy prometían reformas y «liberalización» que nunca llegaron a consumarse. El programa Fillon para 2017 no es comparable al programa de Margaret Thatcher, en 1979, en el Reino Unido, pero confiesa la misma ambición: «romper» con un Estado demasiado burocrático y demasiado «confiscador» en lo fiscal. Fillon propone un «liberalismo a la francesa», insistiendo en que «cumplirá» sus promesas.

A diferencia de la revolución conservadora de Margaret Tharcher, la ruptura propuesta por Fillon tiene un capítulo social y cultural muy combativo contra un multiculturalismo percibido como una amenaza para el futuro nacional.

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