Ruth Davidson sube al escenario en un acto de campaña, seguida por Theresa May
Ruth Davidson sube al escenario en un acto de campaña, seguida por Theresa May - Afp

La crecida conservadora frena el separatismo escocés

Ruth Davidson, periodista, cristiana y gay, ha rescatado al partido tory en la región

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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«No se puede competir con el nacionalismo ofreciendo lo mismo que ellos», advirtió Tony Blair a los laboristas en vísperas de las elecciones escocesas del año pasado. El viejo zorro, que guste o no es tal vez el político británico más sagaz, acertó de pleno: los laboristas se hundieron en las elecciones al Parlamento de Holyrood e insólitamente el Partido Conservador ascendió al segundo puesto. Algo se movía al norte del río Tweed.

En el siglo XIX, Escocia era contumazmente liberal. En el siglo XX imperó una hegemonía laborista absoluta. Desde hace diez años manda con una fuerza inusitada el Partido Nacionalista Escocés, el SNP. En las elecciones generales de 2015, los separatistas consiguieron 56 de los 59 escaños escoceses en Westminster.

Los laboristas perdieron 40 y se quedaron solo con uno, empatados en miseria con los conservadores. Pero esta vez las encuestas pronostican un estirón tory. Podrían pasar de su único diputado a doce. ¿Qué ha cambiado?

El milagro conservador es una mujer de 38 años, de porte bastante esférico, pelo corto, desparpajo y sonrisa fácil. Se llama Ruth Davidson y es una tory atípica, pero con un principio rector muy claro: «La gente quiere que hagamos un trabajo muy específico, que es mantener a raya al SNP».

El estigma histórico que arrastraban los conservadores en Escocia era el thatcherismo. Los nacionalistas aprovecharon muy bien las heridas de las duras –y necesarias– reconversiones mineras y fomentaron el odio a la marca tory. Muchas localidades escocesas se convirtieron en «no go areas» para la derecha. Davidson se ha sacudido ese estigma: «Yo tenía seis meses cuando Thatcher llegó al poder y estaba en primaria cuando se fue. Hablar hoy de ella es como hablar de Gladstone o Disraeli».

Clasismo británico

El Reino Unido es todavía un país espantosamente clasista, donde lo primero que se hace al conocer a alguien es escrutar su acento, orígenes familiares y en qué colegio estudió. Davidson forma parte de la revolución de «tories de cuello azul», auspiciada por May frente a la etapa del liberalismo cosmopolita, moderno y también bastante «posh» que encarnaron Cameron y Osborne. Se crió en una vivienda social de Glasgow. Su padre, aunque llegó a jugar como futbolista profesional en clubes menores escoceses, trabajaba en una fábrica y luego como oficinista en la industria del whisky.

Davidson es todo un personaje: cristiana devota de la Iglesia de Escocia, también una lesbiana que salió del armario a comienzos del 2015, «porque no podía seguir viviendo en una mentira». En mayo del año pasado anunció su compromiso con una irlandesa de 33 años, Jen Wilson. Apoya el matrimonio gay, pero rechaza que se le imponga a las religiones cuyos principios no lo admiten. Mujer de acción, le gusta el kickboxing, la escalada y pasear a sus perros.

Estudió Literatura Inglesa en la Universidad de Edimburgo y al licenciarse trabajó como periodista en diarios locales, radios de FM y finalmente en la BBC escocesa. Alternaba los medios con el ejército, donde hacía de señalera en un escuadrón de reservistas, con el que incluso cooperó en Kosovo. Un golpe en la espalda en unas maniobras la retiró.

Tras dejar la BBC en 2009 se afilió al Partido Conservador. Sus dos primeros intentos de ser diputada en Londres se saldaron con resultados tétricos: 5% de votos. Pero en 2011 ya logró escaño en el Parlamento escocés y a finales de ese año ganó las primarias de su partido en Escocia. En aquella campaña se empezó a ver de qué madera estaba hecha Ruth. Su rival por el liderazgo tory proponía separar la marca escocesa de la nacional, al modo del PSC y el PSOE. Davidson se negó de plano a romper con Londres y ganó.

Es europeísta y en el referéndum de la UE se batió en un debate memorable en el estadio de Wembley contra un peso pesado tan popular como su compañero Boris Johnson. Davidson cargó con soltura contra Mr. Carisma Rubio y lo puso en apuros. Aquella noche la descubrió todo el Reino Unido y los politólogos comenzaron a anotarla para correr algún día en la carrera del Número 10. Ella, por ahora, juega a la modestia: «Ser primer ministro es el trabajo más aburrido del mundo».

Contra Sturgeon

Arropada por Theresa May, el pasado viernes presentó en Escocia el programa de los tories escoceses. Ambas criticaron con fuerza lo que hoy ya es un clamor: la floja gestión del Gobierno de Sturgeon en sanidad y educación. Pero sobre todo cargaron contra el nacionalismo y el segundo referéndum de independencia: «En estas elecciones tenemos que reducir al SNP a la mitad para que escuchen. Basta ya de división sin fin e incertidumbre. Hay que ponerse a trabajar y unir al país», clamó Davidson. May la reforzó en la misma línea: «Hay que ponerse en pie contra los nacionalistas».

Davidson hace campaña en un coche que lleva grabada las palabras «Partido Conservador y Unionista de Escocia». Reparte globos azules y cada vez más gente responde a su sonrisa con otra. Algo se mueve en Escocia, que ha dejado de ser alérgica a los tories.

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