Afganos sin salida en Idomeni

Un hombre surge entre la multitud y pregunta con un inglés impecable: «¿Siguen pasando solo sirios e iraquíes, ¿no?». Peor todavía, desde ayer Macedonia solo acepta a personas de ciertas ciudades de esos dos países que consideran zonas de guerra. El hombre apenas responde que es de Afganistán antes de escabullirse entre la multitud que espera a que las autoridades abran el paso fronterizo. No es fácil ser afgano aquí. El pasado 20 de febrero el país balcánico dejó de permitir su paso y poco después la Policía griega los expulsó de Idomeni. Los afganos son la punta del iceberg de todas las nacionalidades no bienvenidas en este saturado campamento de refugiados.

De acuerdo con cifras ofrecidas por la ONU, en los dos primeros meses de 2016 han llegado a Grecia más de 130.000 personas.

Los principales lugares de procedencia son, por este orden, Siria, Afganistán e Iraq. De estos países escapa el 91% del total de personas que llegan a las islas griegas.

«Los criterios de admisión no deberían estar basados en función de la nacionalidad», critica Babar Baloch, portavoz de ACNUR en Idomeni. Según Baloch, las autoridades «no permiten» a los afganos acampar en Idomeni. Los alrededores, en cambio, están llenos.

La presencia de refugiados e inmigrantes es notable en los arcenes y en estaciones de servicio de camino a Idomeni. En el aparcamiento del hotel de carretera Hara, bajo el tejado metálico supuestamente destinado a dar sombra a los coches, decenas de personas han plantado sus tiendas de campaña. La mayoría vienen de Afganistán, como Khesrow, que viaja con su mujer e hijo. «Tuvimos que irnos de Afganistán porque allí solo hay guerra».

Que los afganos no sean aceptados por Macedonia no significa que sean inmigrantes económicos. «En Europa las solicitudes de asilo de las personas procedentes de Afganistán tienen un índice de aceptación muy alto», señala Baloch. Pero no solo afganos son los que se encuentran en atrapadas en el limbo administrativo y sin salida de Grecia.

Cerca del hotel Hara, al otro lado de la carretera, decenas de personas duermen en varios edificios abandonados junto a una gasolinera. Dos sudaneses, de Darfur, se paran a explicar que no pueden volver a su país porque allí serían hombres muertos. En este y otros albergues improvisados también hay personas procedentes de Irán, Pakistán, Marruecos y demás nacionalidades no aceptadas por Macedonia.

Y no solo a Macedonia. A los campamentos habilitados por el Gobierno heleno en el norte de Grecia para aliviar la situación en las inmediaciones de Idomeni tampoco entran los no sirios e iraquíes, según cuenta un portavoz militar en la entrada de una de esas instalaciones.