Museo de Miniaturas Microgigante en Castell de Guadalest (Alicante)
Museo de Miniaturas Microgigante en Castell de Guadalest (Alicante) - JUAN CARLOS SOLER
Pueblos únicos

Donde se expone todo

Con la mayor densidad de museos en un pueblo de toda España, Guadalest ofrece una variedad de salas sin competencia

Madrid Actualizado: Guardar
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Algunas de las obras de arte en exposición desde hace varias décadas en El Castell de Guadalest (nombre completo de este municipio alicantino) no solo cortan la respiración del visitante: también han dejado sin aliento momentánemente al artista cuando las esculpió. Porque Manuel Ussá trabaja sin respirar para evitar que los latidos del corazón hagan temblar su pulso. «Una décima de milímetro puede estropear su obra», explica Encarna, la encargada de uno de sus museos de miniaturas, donde se pueden contemplar -casi al microscopio- piezas tan asombrosas como La Maja Desnuda, de Goya, pintada en el ala de una mosca, la Estatua de la Libertad esculpida dentro del ojo de una aguja o una pulga vestida de torero dando un pase de rodillas.

Con la mayor densidad de museos en un pueblo de toda España, esta atalaya ofrece una variedad de salas sin competencia. Aparte de las microminiaturas, hay un espacio con 20.000 saleros y pimenteros de todo el mundo, datados desde 1800 hasta la actualidad; otro con casas de muñecas, juguetes antiguos y un portal de Belén ecológico. También, la Casa Orduña, construida por una estirpe vasca tras el terremoto que asoló la comarca en 1644, un legado de aquellos alcaides de la fortaleza y gobernadores de los estados al servicio de los marqueses. O el Museo Etnológico, en el que se recrea una casa típica del siglo XVIII excavada en la roca, con todos los aperos de labranza y utensilios de la vida en un mundo rural.

De un pasado más reciente, se conserva en otro local situado en la carretera hacia Callosa d’En Sarrià una colección de 140 motocicletas y microcoches fabricados entre las décadas de los años 20 y los 70 del pasado siglo. En el mismo espacio, se complementa el inventario con antiguas máquinas de coser, de escribir, cafeteras, teléfonos, radios y otras reliquias.

Menos entrañable, pero igual de didáctico, el Museo Histórico Medieval deja constancia de la crueldad de aquel período con 70 piezas o instrumentos de tortura y pena capital.

En Guadalest los contrastes son un atractivo más, y en el Museo Microgigante, el escultor Ribera Girona (apellidos reales de Ussà) muestra, por ejemplo, El Árbol de la Vida, una figura de ocho metros de altura con un caballo que, en su barriga, alberga la réplica de la misma obra en miniatura.

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