El cantante Juan Peña junto a su amiga, la actriz Ana Obregón
El cantante Juan Peña junto a su amiga, la actriz Ana Obregón - gtres

Así es Juan Peña, el «flamenquito» anónimo que enamora a nuestros famosos

Poco conocido en el panorama nacional, su agenda es una constante de fiestas privadas

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«El duende es ese poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica», escribió Goethe sobre Paganini. Aunque si el escritor alemán hubiera conocido a Juan Peña (34 años), concluiría que este jerezano a quien hace sentir es a los famosos. «La versión ‘‘alto standing’’ de El Barrio», como explica el crítico musical de ABC, Pablo Martínez Pita. «Tuve la suerte de que Fátima, exmujer de Borja Domecq, se fijara en mi música», señala sobre su etapa embrionaria. Por amistades, Peña llegó a Madrid «con las puertas de la discoteca Gabana abiertas». De allí nacieron sus primeros contactos: «Saben que soy amigo antes que artista», afirma.

Especializado en fiestas privadas («canté en la boda de la hija de Florentino Pérez»), admite que «de una me sale otra, y otra, y otra...», en una retórica infinita que ahonda en su condición de cantante de la jet set.

Categoría ganada, eso sí, con el pulso de la discreción: «Puedo estar cantando para toda la Familia Real y jamás hablaría de lo que ha pasado en la fiesta».

Su periplo por estos pequeños eventos aloja en su retina recuerdos imborrables; aquellos en los que su arte tumbó lágrimas en estrellas como Lenny Kravitz o Denzel Washington: «Se emocionaron y me abrazaron». Peña reconoce que su carrera se debe «al boca a boca», sin escatimar en el narcisismo proporcionado que debe reinar en cualquier artista: «A la gente le gusta mi carisma». Un detalle adherido a la verdad si se tienen en cuenta los testimonios de sus fans. Terelu Campos (49), una de sus mayores valedoras, explica que es «generoso con sus amigos»: «Puedes coincidir en un restaurante y acaba sacando la guitarra», añade. Como artista, le valora porque «canta de todo». Cualidad que, sin embargo, para el crítico musical Ignacio Serrano le genera una identidad «que se antoja fallida y, en ocasiones, forzada».

La presentadora Luján Argüelles (38), que le conoció a través de su novio, explica que lo mejor de Peña es que sabe «ganarse al público». «Soy asturiana y nada aficionada al flamenco, pero él es un genio del directo y siempre acabo dando palmas», comenta entre risas.

Pijo no, currante

El experto en flamenco Alberto García Reyes afirma que lo de Peña «no es flamenco, sino flamenquito», lo que Martínez Pita atina con «el quejío en el sitio justo». El funcionario y cantante Hugo Castejón así lo cree: «Siente mucho lo que canta, se nota porque se desgarra la voz».

Una de las mejores muestras de lo que construye como artista y personaje está empaquetado en el videoclip de su tema «No será fácil», de su último disco, «Infinito». Ahí, el músico condensa el blanco y negro, el esmoquin y el micrófono de crooner con el ocaso del día, pero también de las relaciones personales. Una mezcla de géneros interpretada por la modelo Estefanía Luyk, la periodista Marta González y una Ana Obregón (62) que a la edad apura como puede su vocación de femme fatale.

Otra de sus grandes amigas, la actrizNorma Ruiz (32), vuelve a insistir en las virtudes:«Hace suyas todas las canciones y su actuación es distinta cada día». Peña, que varía más de registro que de público, admite que canta donde le llaman. «Soy el cantante currante, no el cantante pijo». Cuestión de fe (y de caché, claro).

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