El torero Alejandro Esplá posa en la finca de Sebastián Palomo Danko
El torero Alejandro Esplá posa en la finca de Sebastián Palomo Danko - GRAU & QUILES

Alejandro Esplá: «No quiero ser sucesor de nadie»

En el año más importante y decisivo de su carrera, el hijo de Luis Francisco Esplá charla con ABC. Espera confirmar en Las Ventas para San Isidro

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Alejandro Esplá (Alicante, 1983) pertenece a esa nueva generación de toreros que se nutre de internet y lee a Francis Wolff. Es fan de Luis Mazzantini, que fue todo lo contrario al torero clásico: «No venía de una familia humilde, tenía estudios y se metió a torero porque realmente le gustaba». Además, pese a venir de una saga de diestros más que reconocida, el hijo de Luis Francisco Esplá no ha tenido las cosas fáciles. Lidió con el hecho de que su padre no quería que fuera torero, cuando empezó a coger el capote puso tierra de por medio: «Se dio cuenta de que aquello iba en serio y me mandó a Boston cuatro años para que se me quitase de la cabeza».

Pese a todo, se siente muy orgulloso porque pudo «convencer» a su padre y consiguió tomar la alternativa en 2010, cuando la crisis económica también llegó a las plazas de toros. Y como todo aquel que persigue lo que quiere, cogió las maletas y volvió a volar. Esta vez a Iberoamérica, en concreto a Perú, su «segunda patria», donde tiene una gran afición y donde «el cholito de Alicante» -así le llaman por aquellos lares- ha toreado los últimos tres años. Ahora esta de vuelta, se ha afincado en Madrid y este año quiere confirmar en Las Ventas. «Este año va a ser muy importante y la clave está en la feria de San Isidro». Para conseguir su objetivo cuenta con dos apoderados de lujo: Iñaki Galipienzo y Sebastián Palomo Danko.

En uno de los callejones de Jorge Juan, bajo la ola de frío de los primeros días de febrero, Alejandro Esplá pide un café para entrar en calor. La sobremesa se alarga hasta mitad tarde con los toros como tema principal y otros relacionados como literatura, estudios universitarios y formas de vivir.

- Vive en Madrid, ¿se puede ser torero y urbanita?

El torero lleva una vida muy sacrificada en el sentido de que hay que ser muy constante en los entrenamientos y eso requiere ir a fincas, participar en tentaderos y matar toros a puerta cerrada. Pero eso no quita que puedas vivir en la ciudad, hay que saber compaginarlo.

- ¿Con qué se siente más cómodo cuando no lleva el traje de luces: una camiseta y vaqueros, camisa y náuticos o unas New Balance y sudadera?

Yo soy de zapatillas, vaquero roto y camiseta.

- ¿Para qué le han servido sus estudios de Publicidad en su carrera profesional?

La verdad es que he puesto en práctica muchas cosas. Llevar las redes sociales, tener una imagen determinada de cara a los nuevos tiempos… Pero al final, el mundo de los toros es muy cerrado y la mejor publicidad que puedes tener es cortar orejas.

- ¿Es necesario ser una persona formada para entender mejor el toreo?

No necesariamente, pero yo agradezco tener una carrera. La condición que tenía para ser torero era terminar mis estudios y es importante estar formado, el saber nunca ocupa lugar. Al empezar tan tarde en el mundo de los toros y haber estudiado una carrera he tenido tiempo para todo. Los toreros que empiezan tan jóvenes y no se forman creo que acaban acusando todo eso.

- Aparece en la portada de «Seis claves del arte de torear» de Francis Wolff. ¿Qué influencias literarias tiene?

Me encanta leer. Y cuando uno está muy metido en un mundo se empapa de todo eso. Hay una literatura muy bonita sobre los toros, como la bibliografía de Belmonte, «El verano peligroso» de Hemingway o la biografía de Luis Mazzantini.

- Supongo que ser hijo de Luis Francisco Esplá es una responsabilidad muy grande, ¿qué se siente?

Es un orgullo y un honor tener el apellido de alguien que ha hecho tanto por el mundo de los toros. La responsabilidad es estar a la altura. También para algunas cosas es una ventaja, como poder tener el privilegio de conocer a tantos matadores de toros. Y a mí lo que más me gusta del mundo de los toros es cuando compartes mesa después de un tentadero con grandes figuras de este mundo.

- ¿Qué es lo que ha aprendido de él?

La primera lección que me dio mi padre fue cuando tenía ocho años. Llevaba el pelo largo y me dijo «te doy 20.000 pesetas si me dejas que te corte el pelo como yo quiera» y accedí. Me dejó el pelo lleno de trasquilones y me puse a llorar. Cuando se me pasó me dijo: «esto es para que en la vida no te fíes ni de tu padre». Así empezaron los consejos. Él siempre me ha aconsejado muy bien y muchas veces de forma muy dura.

- ¿Por qué cree que ahora mismo existe ese odio hacia los toros si los toros han sido lo mismo siempre?

Lo que existe hacia los toros es desconocimiento. Mucha gente se declara antitaurina sin tener ni idea de lo que conlleva. A mi cuñado no le gustaban los toros y ahora es super aficionado.

- ¿Cómo le explicaría el toreo a un extranjero que lo considera un maltrato animal?

Desde hace tres años colaboro con el profesor de Español de mi colegio de Boston. Una vez al año me llama y les explico por videoconferencia a los niños de su clase el mundo de los toros. Les enseño un traje de luces, un capote, la muleta… Muchas veces me preguntan qué se siente al matar a un animal. Ahí les digo que es algo cultural y un arte. El toro es el material con el que tu creas ese arte y no puedes humanizar a ese toro ni sentir pena por él porque si no, no eres capaz de crear. Hay muchos que lo entienden y otros que no. Aquí no hay punto medio, o te gusta mucho o no te gusta nada.

- ¿La profesión del torero exige un alto grado de irresponsabilidad con la vida de uno?

Cuando te vistes de torero por primera vez ya te sientes torero en todo momento. Sí que hay momentos en los que valoras mucho más las cosas. Como después de los tentaderos, cuando tienes tertulias con maestros como El Litri o Curro Romero, que te cuentan unas historias que puedes ver cómo viven y sienten el mundo del toreo. Al final si eres torero tienes que vivir un poco para ello. Y piensas todo el día en toros, en entrenar, en llegar a una plaza para torear.

- ¿No piensa en la muerte?

No. Yo creo que ningún torero piensa en la muerte, si lo hiciéramos no nos pondríamos delante, pero está claro que vivimos con ella. Yo creo que el torero es de las personas que menos miedo le tiene a la muerte. Te la llevas a todos los lados y es como una compañera.

- ¿Cómo definiría al torero?

Hay un estereotipo creado que es ese hombre de campo, sin estudios, que lo sacas de la plaza y se pierde… Creo que el torero ha cambiado mucho. A Mazzantini le llamaban loco porque no venía de una familia humilde, tenía estudios y se había metido a torero. Pero hoy en día no es por la posición social, sino por la afición y el grado de locura que se haya desatado en él. (Ríe)

- ¿Y a usted?

Soy una persona muy sencilla. Me gusta compartir los momentos con amigos, familia y con mi pareja.

- ¿Cómo se plantea un torero ir a una plaza cuando comparte su vida con otra persona?

Cuando empecé a torear ya estaba con ella y desde el primer momento lo dejé claro. Tengo la suerte de que ella me apoya. De momento lo entiende, pero no le dejo que venga a verme. No me gusta que vaya a la plaza porque tengo que estar centrado.

- Algunos dicen que va a ser el sucesor de Cayetano Rivera o Jose María Manzanares, entre otras cosas porque son muy guapos. Y yo le pregunto, ¿de quien quiere ser sucesor?

No quiero ser sucesor de nadie. Si consideras que vas a ser el sucesor de alguien o te van a comparar con alguien, no merece la pena estar ahí. Tienes que ser tu mismo y crear un nombre, tener tu propia personalidad, estilo y manera. Evidentemente siempre te inspiras en otros que lo han hecho antes. Los toreros de ahora tenemos mucha suerte con internet. Los días de lluvia que no puedo entrenar me meto en Youtube y me tiro horas y horas viendo toros y siempre hay cosas en las que te puedes inspirar y toreros de los que aprender. Por eso no hay que ser la sucesión de nadie, hay que ser el referente de todos los que quieran ser sucesores de otros.

- ¿Qué hace las horas previas a una corrida?

Descansar. Normalmente estoy en la habitación del hotel haciendo estiramientos. No le hago mucho caso a nadie. Sería como una especie de meditación.

- ¿En qué piensa el torero cuando se encuentra sobre la arena?

Piensa en crear. El torero tiene etapas. De novillero se piensa mucho en los triunfos; cuando se toma la alternativa todavía se tiene afán por triunfar y cortar orejas. Y con el tiempo, imagino, que llega esa etapa en la que te encuentras como torero y te abandonas a tu personalidad y toreas como quieres. Esa es la etapa más bonita.

- ¿La muerte dignifica al toro?

Es un animal que en todo momento está peleando y le dignifica mucho. La muerte del toro es como un ritual en el que él es el protagonista y todo gira entorno a él.

- Cuando uno sale, lanza la montera y cae del revés, ¿qué ocurre?

(Ríe). Ni miro. Hay una frase muy buena que dice que «ser supersticioso trae muy mala suerte». No tengo manías, no llevo capilla a los hoteles, ni monto mis vírgenes. Soy religioso y tengo mis creencias, pero no tengo ese ritual. Hay cosas que no me obsesionan. Sí es cierto que empiezas en esto sin manías y poco a poco, sin darte cuenta, van llegando extravagancias que acaban siendo una rutina.

- Aunque le cueste reconocerlo, ¿tiene alguna manía ya?

Antes de torear siempre me lavo los dientes. (Ríe). Y también me afeito. Es una manía que a lo mejor es para calmar los nervios.

- ¿Cuántos años de supervivencia le augura a la fiesta nacional? ¿Podrá sobrevivir sin subvenciones?

Espero que muchos, pero depende sobre todo del sector taurino. No solo los aficionados, que están haciendo mucho por la fiesta, sino también de los ganaderos, empresarios y toreros. Ellos deben volver a poner el espectáculo en la categoría que merecen.

- ¿Tiene amigos antitaurinos? ¿Discute del tema con ellos?

Si que tengo amigos antitaurinos y la verdad es que no suelo hablar con ellos del tema, es como jugar al frontón. (Ríe). Ni él va a cambiar, ni yo voy a cambiar mi idea. Me apoyan y me respetan mucho. Tengo un amigo que era antitaurino y tengo una foto sacándome a hombros.

- ¿Qué se siente cuando se indulta a un toro?

Es un honor, porque no solo es el hecho de que tú indultes al toro, sino que ese toro va a ser parte de la selección de una ganadería y un eslabón fundamental.

- Cuando llega una temporada en que se recorre España, ¿cómo lo hace?

Me gusta viajar con la cuadrilla. Es la gente que tienes al lado, a ellos les estás depositando un poco tu vida y si te pasa algo, ellos son los que van a estar ahí. Me gusta viajar con ellos y conocerlos bien. Me gusta ir en coche, normalmente después de torear me gusta conducir a mi. Me meto en mi Renault Capture y pienso en lo que he hecho bien y mal.

- ¿Está en forma por su trabajo o por lo desagradecido que es el traje de luces con los michelines?

(Ríe). Siempre he sido deportista y me ha gustado cuidarme. Sí es cierto que en el toreo debe existir una estética y tiene que ser visualmente bonito. Estar delgado y atleticamentee musculado ayuda a que el espectáculo sea más bonito. Pero en realidad, primero hay que estar muy fuerte para ponerse delante de un toro y el 95 por ciento de ser torero son tus capacidades físicas y porque además hay que hacer deporte y llevar una vida sana. (Ríe)

- ¿Por qué nunca torean con visera, no temen que les deslumbre el sol de la plaza y les pille el toro?

La visera es para los yanquis.

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