El Retiro recupera el mirador de Alfonso XII

La torre sobre la que se erige la estatua ecuestre del monarca, en el estanque grande, reabre en julio tras décadas sin uso

MADRID Actualizado: Guardar
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Apenas unos pocos «privilegiados» conocen el secreto que esconde la estatua ecuestre de Alfonso XII del Retiro: la torre que sirve de pedestal para el monumento albergó un mirador durante un corto periodo de la década de los 80. Un lugar con excepcionales vistas, que se construyó frente al estanque grande del parque en homenaje al monarca difunto, y que ahora, décadas después, será recuperado.

El departamento de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento ha comenzado la restauración del monumento en su conjunto, cuyo coste total asciende a 60.000 euros. «El objetivo es que el próximo julio el público pueda acceder al mirador», explican desde el área de Cultura y Deportes. «Aún se está diseñando el plan de autoprotección para ver de qué manera se pueden organizar las visitas», matizan las mismas fuentes.

Esta actuación servirá para atajar «el deterioro del conjunto arquitectónico», cuyos elementos fabricados en piedra caliza de Novelda se encuentran «muy erosionados».

Una escalera de 20 metros trepa por el interior de la torre. Por este acceso, que se está rehabilitando, se llega a una sala acristalada que descubre una panorámica de 360 grados sobre el mayor estanque del parque. Más allá de los caminos y la frondosa vegetación del Retiro, se puede observar el horizonte madrileño por los cuatro puntos cardinales: desde las elegantes siluetas de los tejados del barrio de Salamanca, de Los Jerónimos y Las Letras, hasta algunos de los edificios emblemáticos de Gran Vía, como el de Telefónica o las características Torres de Colón.

Dos filas de columnas jónicas en forma de hemiciclo protegen la figura del monarca. En el friso de esta arcada aparecen esculpidos los escudos de cuarenta y nueve provincias españolas. El origen de este monumento se remonta a 1887, cuando las Cortes le propusieron a la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena erigir un monumento dedicado a su esposo, fallecido a los 28 años. En mayo de 1902 se colocó la primera piedra en presencia de Alfonso XIII, que con solo 16 años tuvo que heredar el trono. No obstante, la inauguración no se celebró hasta 20 años más tarde, el 3 de julio de 1922.

Pléyade de escultores

El proyecto se realizó mediante un concurso público que ganó el arquitecto barcelonés José Grases Riera. En el conjunto de la obra trabajaron varios artistas reconocidos de la época: el argentino Mateo Inurria, que se encargó del grupo representativo de La Marina; el madrileño Arturo Mélida, autor del monumento a Colón en Madrid; el catalán Josep Montserrat; el tortosino Agustín Querol, que también firmó el mausoleo de Cánovas del Castillo en el Panteón de Hombres Ilustres de Atocha; el barcelonés Rafael Atcheé, conocido por su escultura de Cristóbal Colón en su ciudad natal; Miguel Blay, que se encargó del grupo dedicado a «la Paz» y de los bajorrelieves del monumento a Alfonso XII o Mariano Benlliure.

A este último artista fue al que se le encomendó la estatua ecuestre del Rey, esculpida al doble de su tamaño natural. Benlliure también es el autor de otras conocidas efigies de la capital, como la de Álvaro de Bazán, en la Plaza de la Villa; la fachada del célebre edificio Metrópolis, en Gran Vía; o la escultura de Goya, junto al Museo del Prado.

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