Fachada de la parroquia de Santa Catalina de Siena
Fachada de la parroquia de Santa Catalina de Siena - BELÉN DÍAZ
Iglesias de Madrid

Parroquia de Santa Catalina de Siena: abrazo y casa de la misión en la calle

Este templo, con medio siglo de historia, acaba de recibir el relevo de los padres dominicos

MADRID Actualizado: Guardar
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Marta y María se afanaban con un inusual tráfico de flores de un altar a otro, del ara de la capilla del Santísimo al ara mayor de un templo que te abraza nada más entrar. En esas se oyó: «Para una vez que vamos a salir en el periódico, salgamos bonita». Marta y María se llaman Ana San Félix y Teresa Sepúlveda y aún, a estas alturas, no tengo claro quién de las dos buenas señoras, preocupadas por la imagen de su Iglesia, se llevó la mejor parte. Y en esas estábamos esperando al párroco de Santa Catalina de Siena, calle Juan de Urbieta 57, cuando llegó acompañado de un obispo venezolano que había pernoctado en la casa parroquial, monseñor Enrique Pérez Lavado, de la diócesis de Maturín, –Estado Monagas–, de regreso de una peregrinación a Tierra Santa.

Las parroquias de Madrid son punto de encuentro, «meeting point» de la Católica, de la Iglesia universal. Agradable, y a la vez escalofriante, conversación sobre los cristianos y la Iglesia en Venezuela con un obispo que sabe lo que significa la reconciliación y la lucha por la justicia. La mejor parte.

Pila bautismal de Santa Catalina de Siena
Pila bautismal de Santa Catalina de Siena - BELÉN DÍAZ

Porque la clave de esta parroquia es su historia de poco más de cincuenta años, en los que estuvo encomendada a los padres dominicos. Mauricio A. Palacios, el joven párroco, está acompañado por Elías C. Ruperto y un sacerdote ordenado hace bien poco, Javier Moya. El párroco no hace más que repetir, en una amigable y cálida conversación, que todo lo que es la parroquia se lo debe a los padres dominicos, que solo hace seis meses le entregaron el relevo. Viven en el territorio parroquial las comunidades de las Hijas de la Divina Pastora y de las Celadoras del Reinado del Corazón de Jesús. Don Mauricio se deshace en elogios de la generosidad de aquellos dominicos, a los que, por cierto, mañana domingo se rendirá un homenaje.

Hicieron posible la presencia fecunda de la fe en esa comunidad erigida canónicamente el 2 de julio de 1965 y cuyo templo fue diseñado por los arquitectos Alberto López Asiain y Enrique Llano, y que tuvo como arquitecto técnico a Javier López Asiain. Esta parroquia cuenta con quince comunidades del Camino Neocatecumenal, con una media de cuarenta miembros, efectivos de una fiel infantería en la batalla de la misión hacia las periferias. También hay un potente grupo de la Adoración Nocturna y una catequesis repleta de niños y de jóvenes, entre otras razones por la abundancia de las familias numerosas.

Mauricio A. Palacios, párroco de Santa Catalina de Siena
Mauricio A. Palacios, párroco de Santa Catalina de Siena - BELÉN DÍAZ

La parroquia de Santa Catalina de Siena tiene una obsesión, salir a la calle, predicar a quienes no se acercan a la parroquia. Y también la formación de los que participan de las actividades de la comunidad. De entre las muchas iniciativas destaca una, singular, que, según el párroco, está funcionando muy bien. La catequesis de postconfirmación en manos de «los padrinos», matrimonios que se hacen cargo de grupos de unos diez adolescentes y jóvenes. Tienen con ellos la catequesis, los viernes por la noche, en el hogar familiar de los padrinos. Cada día, un tema de formación en la vida cristiana y, como guinda para esa dinámica, los últimos viernes de mes organizan una cena con sus apadrinados en la que se hace síntesis de lo trabajado. Lo que más destacan los jóvenes que asisten a esta original forma de catequesis es el clima de familia, de hogar, que se va creando, los vínculos de la fe.

Centro de oportunidades

La caridad de la parroquia cuenta con una bolsa de trabajo que habían puesto en marcha los padres dominicos y que ha funcionado en los momentos más duros de la crisis económica. Ahora, Cáritas de la vicaría está poniendo en marcha un grupo de voluntarios de acogida, sobre todo para lo que se denomina técnicamente «pobreza vergonzante» de personas que tenían y ya no tienen. Pero el párroco insiste que la mayor pobreza en el territorio de la parroquia son las personas mayores, que viven solas y están enfermas. De ahí que se haya puesto en funcionamiento un grupo de voluntarios que vistan a los enfermos y les acompañan en ese último tramo de la vida.

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