Luis Ojea - LA SEMANA

Otro tiro en el pie

Tras las municipales llegará probablemente la implosión final de En Marea, muestra del fracaso de la confluencia

La división evidenciada este fin de semana en el seno de En Marea demuestra el fracaso de la confluencia. La entelequia se cae y el invento se desmorona. La imagen del plenario de ayer muestra la senda de un naufragio que se acerca inexorablemente. Tras las municipales llegará probablemente la implosión final. El desplante protagonizado por los caudillos locales del rupturismo es un órdago a todo o nada. Si ganan las municipales, se sentirán lo suficientemente reforzados para intentar cobrarse la cabeza de Villares. Y si no consiguen la reelección, ya no tendrán nada que perder y buscarán su silla para sobrevivir en política. De una u otra forma, este pueril juego de tronos acabará llevándose por delante a la organización tarde o temprano.

Llegados a este punto, el problema ya no es quien se ausente o no de una asamblea por muy difícil que resulte explicar que en una convención municipal no estén los principales referentes locales de una organización. Ni siquiera que los lideres territoriales de ese partido ninguneen sistemáticamente de todas las formas imaginables al presunto líder de su formación. El problema es que en ese universo político quedan pocos ya que crean que es viable la confluencia. La mayoría, en realidad, empezaron a echar cuentas del rédito que podrían sacarle al divorcio antes de la boda. La falacia de la integración del rupturismo empezó a derrumbarse desde el mismo momento en que se anunciaba su constitución. Las distintas facciones no estuvieron, ni entonces ni ahora, dispuestas a disolverse en un proyecto común. Y no porque esas corrientes vengan de posiciones políticas contradictorias entre sí, que también. Las intrigas internas de la Marea se explican más en términos de las expectativas de poder de los distintos grupos que conviven en ese espacio.

Podemos siempre ha entendido la marca como una cesión táctica. Nunca como una disolución en un proyecto compartido. Una coalición de la que podrían escindirse llegado el caso. Y las facciones nacionalistas otro tanto. Accedieron al pacto con Iglesias para multiplicar el impacto electoral, pero sin renunciar nunca al timón de la nave. Y en medio de unos y otros, muñidores profesionales que aspiran a perpetuarse y que siempre han abocado al desastre a las organizaciones y líderes a los que prestaron sus servicios. Entre enredo y enredo, En Marea ha dilapidado el patrimonio político con el que se estrenó en el Hórreo. Con cada escaramuza para minar el precario liderazgo de Luis Villares, unos y otros han arrastrado al conjunto de la marca hacia el abismo.

Si lo sé no vengo

Si Villares ha llegado a tener en algún momento un proyecto para consolidar la organización nunca le han permitido ni siquiera esbozarlo. Seguramente porque se equivocó de prioridades o de aliados. O porque le faltó carácter. O porque se fió de quien no debía. O porque confió en quien no valía. Pero por una cosa o por otra, o por todas juntas, lo cierto es que su situación como portavoz de la confluencia es cada día más insostenible.

Aunque haya pocas certezas más contrastadas en política, y en la vida en general, que el principio «resistir es ganar», el vía crucis que lleva, y el que le queda, no parece conducir a ninguna victoria.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación