Del ladrillo a la I+D+i

Galicia despunta en biotecnología

La Comunidad es la quinta de toda España con mayor implantación de compañías de este sector, 61 en total

Instalaciones del laboratorio Cifga en Lugo CEDIDA

NATALIA SEQUEIRO

El mapa empresarial gallego está cambiando . Compañías que producen biotoxinas para la investigación antitumoral, crean software para ayudar a los médicos a analizar las imágenes diagnósticas o inventan un sistema para tratar aguas residuales han dejado de ser una rara avis en la Comunidad. Tras el crack del ladrillo, muchos recetaron más investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) como salida a la crisis . Las universidades gallegas apostaron por la biotecnología y la jugada comienza lentamente a dar sus frutos.

En Galicia están ubicadas ya casi el 8% de las empresas biotecnológicas de España . Es la quinta comunidad con mayor implantación de este tipo de compañías dedicadas a desarrollar técnicas para la modificación de organismos vivos. Sólo Cataluña, Andalucía, Madrid y País Vasco van por delante, según el último informe anual de la Asociación Española de Bioempresas, publicado este verano. «Cada año se percibe el significativo avance y progreso del sector biotech en Galicia», asegura Carmen Pampín, presidenta del Clúster Tecnológico Empresarial das Ciencias da Vida de Galicia (Bioga). Durante 2016 se crearon dos nuevas empresas que pasaron a formar parte del ecosistema biotecnológico gallego, compuesto ya por 61 compañías, nueve centros tecnológicos, tres fundaciones e institutos de investigación, un parque científico y las tres universidades gallegas . El sector emplea en la Comunidad gallega a más de 2.100 personas.

«Aún podría haber más empresas. Aquí hay mucha gente con formación técnica y científica adecuada, las empresas son bastante innovadoras y tienen productos bien valorados en el mercado internacional. Falta, sobre todo, financiación », reflexiona Daniel Fernández Mosquera, director general de Qubiotech . La compañía desarrolla un software de procesado de imágenes médicas, que, por ejemplo, ayuda a los facultativos a interpretar los resultados de un PET (tomografía por emisión de positrones). Uno de sus rasgos innovadores es que el programa se encuentra en la nube por lo que no es necesario instalarlo en cada hospital. Qubiotech nació en 2014 a través de un contrato de transferencia con la Fundación Ramón Rodríguez, ubicada en el Hospital Clínico de Santiago y famosa por su exitosa campaña sobre la biopsia líquida .

Pese a los avances de los últimos años, Fernández Mosquera considera que la apuesta por la I+D+i todavía es muy tímida. «Para cambiar el modelo productivo, lo único que hay que aceptar es que hay que invertir más dinero», subraya. El director general de Qubiotech cree que la administración debería dar más apoyo a la investigación . La iniciativa privada tampoco acaba de suplir esta falta de inversión. «Empieza a haber fondos de capital riesgo, pero hay más tradición en otros lugares», asegura.

«Existen las personas con la formación adecuada, pero el mercado aún no está muy maduro. Para apostar por la I+D+i se necesita dinero y tiempo para que el trabajo dé sus frutos. El ladrillo era más rápido», asegura Carmen Alfonso, responsable de calidad del Laboratorio Cifga . La compañía surgió al adquirir los derechos de explotación de una patente registrada por la Universidade de Santiago. En sus instalaciones de Lugo producen grandes cantidades de toxinas, que venden a centros de investigación contra el cáncer o a agencias de control alimentario de todo el mundo.

Investigación básica

Tanto Daniel Fernández Mosquera como Carmen Alfonso coinciden en la importancia de apoyar la investigación básica . Requiere importantes inyecciones de capital y a corto plazo no es rentable, pero es el único modo de sentar las bases para el futuro. «Es de donde sale todo», indica el director general de Qubiotech, quien se muestra convencido de que el tejido empresarial en biotecnología no podrá seguir creciendo sin ella. Fernández Mosquera explica que hace 10 o 15 años «era impensable» en Galicia el emprendimiento en este sector . «En las universidades a los que apostaban por crear empresas se los miraba como locos», recuerda. Pero con la caída de financiación a los campus las cosas dieron un giro de 180 grados. «Santiago es una referencia», explica, para valorar la apuesta de la universidad compostelana que hace algunos años comenzó a diseñar un plan estratégico para especializar su campus en las ciencias de la vida.

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