Diana pasó por Taragoña, según los movimientos de su teléfono
Diana pasó por Taragoña, según los movimientos de su teléfono - M. MUÑIZ

Los escollos del caso Diana Quer

No hay testigos fiables, ni imágenes, ni un móvil claro que arroje luz sobre qué le sucedió a la muchacha de Pozuelo aquella madrugada... solo un teléfono lanzado al mar

Santiago Actualizado: Guardar
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La pista de Diana Quer, protagonista de una de las desapariciones más enigmáticas de los últimos tiempos, se perdió en la madrugada del 22 de agosto en A Pobra do Caramiñal. Diana pasó parte de la noche con un grupo de amigas en las fiestas patronales de la localidad y, al filo de las 2.30 de la madrugada, se despidió de ellas para regresar a la casa que compartía con su madre y su hermana, pero nunca llegó. Los investigadores que se hicieron cargo de las pesquisas no han encontrado, por el momento, a ningún testigo que pueda arrojar luz sobre los pasos que Diana dio después de separarse del grupo. Son minutos cruciales para resolver el caso, pero cuatro meses después siguen siendo una incógnita y el principal escollo para un equipo formado por experimentados agentes.

Aunque en un primer momento y —tal y como marcan los protocolos— se realizaron batidas por la zona, estos rastreos cesaron a las pocas semanas. Según fuentes próximas al caso revelaron a ABC, no se trataba de dar palos de ciego sino de encontrar un hilo fiable del que tirar. Y en este punto la tecnología juega un papel fundamental.

Después de revisar a fondo las imágenes de las cámaras de seguridad de locales y carreteras, la investigación entró de cabeza a analizar las señales móviles que se registraron en la zona aquella noche. Se intenta detectar qué otros teléfonos calcaron los mismos movimientos que el de Diana, aunque esta labor equivalga a buscar una aguja en un pajar, en este caso, numérico. En un primer momento los agentes delimitaron un margen horario que se fue acotando con el tiempo hasta restringirse a una horquilla clave, el que va entre las 2 y las 4 de la mañana.

Miles de señales

Que la localidad estuviese en fiestas aquella noche supone otro obstáculo para avanzar en las pesquisas, porque el número de conexiones telefónicas se multiplicó por diez hasta alcanzar las 16.000 en solo dos horas en A Pobra. En la última semana se incorporaron al caso, además, las señales captadas por las operadoras virtuales, con lo que el volumen de datos a analizar no deja de crecer. En este sentido, fuentes próximas calculan que completar estos exámenes podría llevar otros cuatro meses de trabajo. Y todo ello, insisten, sin que haya confirmación de obtener resultados exitosos porque nada garantiza que la persona o personas que iban con Diana llevasen sus teléfonos encima.

Sospechosos que callan

Al margen de las pesquisas tecnológicas, sobre el terreno un grupo de agentes de la UCO y de la Policía Judicial mantienen activos los seguimientos a una serie de personas que consideran de «especial interés». En esta nómina, que se ha reducido en los últimos días, estarían incluidas personas que despertaron las sospechas de los efectivos. Los investigadores no los pierden de vista porque consideran que pueden tener información sobre lo que pasó con Diana la madrugada del 22 de agosto, que no han revelado pese a haber sido interrogados. Fuentes cercanas al caso vinculan a estas personas con el «mundo del trapicheo» en la zona. A propósito de esta línea de investigación se manifestó el padre de Diana coincidiendo con los cuatro meses sin noticias de su hija. En una carta abierta, Juan Carlos Quer indicó que «con certeza, hay personas cuyo testimonio puede aportar datos esenciales para la investigación» y rogó a quienes tengan datos no conocidos sobre el paradero de su hija que lo hagan saber.

En tela de juicio está también el testimonio de un pescador que confesó, un mes después de la sonada desaparición, haber visto a Diana subirse a un vehículo en el muelle de Taragoña con un «hombre de mala pinta». En su declaración, este supuesto testigo ocular llegó a identificar a este hombre, pero la pista quedó en el aire porque los investigadores dudan de su credibilidad. No les cuadraba que hubiese tardado un mes en contar lo que presuntamente vio y que hubiese aportado varias versiones de los hechos, pero el hallazgo del móvil en el mismo muelle donde el ubicaba la secuencia renovó el interés por una hipótesis de trabajo que en estos momentos está en punto muerto ante la falta de certidumbres. Y es que, cuatro meses después de la desaparición de Diana Quer son muchas las incógnitas y muy pocas las respuestas que reposan sobre la mesa.

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