Barcelona sigue a lo suyo (a dos días del referéndum ilegal)

El agitado clima político no se traslada en el mismo grado a la calle. Tampoco a las manifestaciones, que se desarrollan de forma pacífica

Dos turistas fotografían, ayer, la Casa Batlló en Barcelona JAIME GARCÍA/ Vídeo: ATLAS
Enrique Delgado Sanz

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Un chaval abre la puerta del portal cargado con las bolsas de la compra, una pareja conversa de sus planes en el comedor de un hotel, las bicicletas siguen su ruta por el carril-bici, el oficinista sigue maletín en mano, un repartidor descarga su camión de cervezas enfrente de un bar, el mendigo rebusca en la basura y los turistas siguen a lo suyo cerca de la Casa Batlló. Sí, en dos días toca referéndum (ilegal) , pero Barcelona sigue a lo suyo.

Hay quien piensa que en la Ciudad Condal y, en general, en Cataluña, no se habla de otra cosa que del 1-O. Más allá del escenario político, esto no es del todo cierto puesto que, aunque conscientes de lo que se avecina, los barceloneses viven estos días casi con total cotidianidad , al margen de un ovillo de declaraciones, noticias y acusaciones que cada vez se hace más grande. «Vamos a hacer una consulta vinculante... sobre lo que vamos a desayunar», se escuchaba ayer a la hora del desayuno en una céntrica cafetería de la ciudad.

Además, el agresivo clima dialéctico de la arena política no se replica de igual medida en la calle, donde tanto partidarios de la independencia como constitucionalistas continúan con sus vidas, igual que los turistas . Este es el caso de Ferdinard y su compañero Duncan, dos universitarios alemanes que estos días disfrutan de la capital catalana con motivo de un viaje de estudios. «Sí, conocemos lo que ocurre , pero no sabemos lo suficiente como para valorarlo», explica el primero, antes de seguir con su itinerario por el barrio de Gracia.

Más activos están los estudiantes catalanes, que estos días han protagonizado huelgas a favor del referéndum. Sin hacer huelga en el instituto, porque hace años que pasó aquella etapa, Enric, vecino soberanista convencido, confirma que, aunque el domingo esté convocado el referéndum, en sus círculos sociales no se han alterado las rutinas como sí ha ocurrido con los más jóvenes: «Aquí se viven estos días con tranquilidad».

«¿Pero qué va a pasar? ¡Si no se va a votar! », exclama segura Carmen, una veterana vecina que, como mucho, admite haber tenido una discusión al principio del «procés» con algún miembro de su familia antes de cambiar de táctica. «Si ahora sale el tema, no hay problema porque no les hago caso», ríe esta vecina que, por lo menos, puede hablar.

Omisión obligada

Las vidas más mediatizadas por el referéndum son las de los funcionarios catalanes que, según ha podido saber ABC, prefieren mantenerse en un segundo plano silencioso para evitar problemas laborales o sociales. «En el claustro no saben que yo no soy independentista», confiesa un maestro que prefiere el anonimato. El mismo profesor subraya que, estos días, la voz cantante en el claustro la llevan los docentes soberanistas, a los que no contradice.

Algo parecido ocurre en los bares, donde el miedo a perder a un cliente obliga a los camareros que no defienden el referéndum a desviar la conversación cuando surge.

Más allá de todo esto, no es raro ver pasar furgones de la Policía Nacional por las principales calles de Barcelona con motivo del refuerzo policial, escuchar las cacerolas a las diez de la noche o toparse con las manifestaciones que se suceden. Los incidentes violentos brillan por su ausencia en todos los casos en una nueva demostración de que Barcelona respira más tranquila de lo que se cree más allá de los límites catalanes.

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