Ada Colau, en una comparecencia como alcaldesa de Barcelona
Ada Colau, en una comparecencia como alcaldesa de Barcelona - EFE

Ada Colau, como una ola

La creación de un nuevo partido en Cataluña en torno a la alcaldesa de Barcelona dispara las especulaciones sobre su futuro

En contraste con Podemos, la existencia de la CUP permite a Colau cultivar una imagen de relativa moderación

BARCELONA Actualizado: Guardar
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En Cataluña, y en el resto de España, la pregunta empieza ya a ser un lugar común: "¿Qué hará Ada?". Las especulaciones en torno al futuro político que le depara a la alcaldesa de Barcelona se han disparado desde que, como nueva líder indiscutible de la izquierda catalana, Colau anunciase el pasado lunes su intención de crear un nuevo partido/espacio político en esta comunidad. Se trata, según sus propias palabras, de articular de manera estable y permanente una confluencia de partidos y movimientos de izquierda sobre la base de la reivindicación de los derechos sociales y del derecho a decidir, es decir, un referéndum en Cataluña. Con una ciudadanía que parece virar a la izquierda a la vez que da síntomas de agotamiento con respecto al proceso soberanista y las propuestas unilaterales de CDC y ERC, la fórmula Colau gana espacio.

El halo de la alcaldesa

La fórmula es la misma que ya resultó ganadora en las municipales de mayo (cuando Colau desalojó al convergente Xavier Trias del Ayuntamiento con la marca Barcelona en Comú) y en las generales de diciembre, cuando En Comú Podem ganó los comicios. En contraste, cuando sus socios de ICV y Podem (la marca de Podemos en Cataluña) acudieron a las autonómicas sin el concurso de la alcaldesa, el batacazo fue considerable, algo que no hizo más que acrecentar el halo casi sobrenatural que la izquierda catalana atribuye a Ada.

Víctimas/ganadores

La iniciativa de Colau es una arma de doble filo para Podem e ICV, que ven como su futuro dependen de su capacidad de arrimarse a la alcaldesa, aunque a sabiendas que ello puede contribuir a su desaparición, al menos en la práctica, como partidos autónomos. La debilidad con la que ICV y Podemos concurren a la "confluencia" anticipa en realidad una absorción por parte de la galaxia Colau, aunque la alcaldesa ya ha explicado que el nuevo espacio político (todavía sin nombre), no tiene por qué implicar la desaparición como tal de sus integrantes. Sea como fuere, Pablo Iglesias se queda sin una plataforma propia en Cataluña. Ada marca el paso.

La líderesa

Aunque Colau ha reiterado que no se plantea en ningún caso abandonar la alcaldía para dar el salto a la política autonómica, el liderazgo de la nueva plataforma es indiscutiblemente suyo, aunque el cabeza de lista para unos hipotéticos nuevos comicios autonómicos -en principio en el plazo de 18 meses- está evidentemente por decidir. A favor de la tesis que ella defiende de que el movimiento es más importante que las personas, la experiencia de las pasadas generales, cuando En Comú Podem ganó presentando a un entonces desconocido Xavier Domènech.

La devastación del PSC

Mas allá de la absorción de ICV y Podem, la creación de un nuevo partido de izquierda catalana irrumpe como un "tsunami" en el mapa político catalán, con consecuencias se intuye que devastadoras para el PSC, que podría perder votos por el flanco del sector más catalanista que aún no ha desertado. Menos traumático se adivina para ERC, con un electorado para el que el "derecho a decidir" de Colau sabe a poco. La alcaldesa llamó a sectores próximos a la CUP a sumarse, una oferta que podría tentar a mucho votante circunstancial de los antisistema.

Moderados por contraste

A diferencia de Podemos en el conjunto de España, para quienes el hecho de no tener ningún partido más a su izquierda contribuye a reforzar una imagen de mayor radicalidad, el movimiento que lidera Colau tiene en la CUP un ventajoso contrapunto. El discurso antisistema de la CUP ha permitido a Colau -eso se ha visto al menos en el Ayuntamiento- cultivar una imagen más centrada, de formas menos ásperas, como durante la transición practicó un PSUC antes de que el PSC emergiese como dominador indiscutible de la izquierda. Con un socialismo en horas bajas, y como diría la canción, Colau avanza como una ola.

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