Medio Ambiente

Las plagas que arrasan El Bierzo

El hielo, el granizo y el fuego, unidos a la falta de agua, han dejado las cosechas casi en «quiebra técnica» y un quebranto económico de 30 millones

Ponferrada Actualizado: Guardar
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La evocación de las siete o las diez plagas bíblicas se ha convertido en un tópico, durante estos últimos días, en la comarca del Bierzo (León), después de la sucesión de fenómenos meteorológicos que ha provocado la pérdida de, prácticamente, la totalidad de las cosechas de frutas y de uvas. El territorio berciano entero, especialmente rico en marcas de calidad, con hasta siete sellos de garantía, se ha visto cruelmente castigado por circunstancias que han venido encadenadas. Después de la larga sequía llegó una devastadora helada. Y lo poco que se había salvado quedó destruido por una inusitada tormenta de pedrisco. Y entre medias, incendios forestales que también contribuyeron a la desolación que hoy vive el agro berciano.

El caso es que el sector frutícola se encuentra a las puertas de una «quiebra técnica», según el presidente de la Asociación Berciana de Agricultores, Ángel Gallego, tras constatar que las heladas registradas en la madrugada del pasado 27 de abril y repetidas, con menos intensidad, al día siguiente, han dañado, casi, el cien por cien de la cosecha de manzanas, peras y cereza.

El representante del colectivo que aglutina a buena parte de los campesinos del Bierzo habla, sin tapujos, de un «siniestro total», aunque tampoco se atreve a determinar el alcance del quebranto económico. Las pérdidas directas podrían situarse en torno a los treinta millones de euros, correspondientes a la facturación que habrían generado las cosechas de unos 25 millones de kilos de fruta y otros catorce millones de kilos de uva, como mínimo.

Pero lo peor es que los problemas no acaban ahí. La falta de fruta acarreará otra consecuencia: no se firmarán contratos para las campañas de recogida a finales del verano y tampoco se incorporarán los trabajadores temporales que suelen ser habituales en esa época. La Asociación Berciana de Agricultores estima que esa incidencia laboral puede alcanzar «por encima de doscientos empleos, en cooperativas y empresas que utilizan la figura del fijo discontinuo para hacer la campaña de comercialización, que se prolonga desde octubre a junio. Después, en la campaña de recolección, serían miles de personas durante un mes». Incluso, algunas cooperativas ven amenazado su futuro, dado que si no hay materia prima en sus cámaras, «tampoco van a poder seguir soportando los gastos de mantenimiento de su actividad», apunta Ángel Gallego. La presidenta del Consejo Regulador de la Denominación de Origen del vino del Bierzo, Misericordia Bello, comparte esa visión: «Sin duda va a afectar mucho a los temporeros, desde la poda en verde a la vendimia. Y, si no hay vendimia, tampoco hay temporeros y, lamentablemente, eso repercute en la economía de todo nuestro entorno».

Ahí radica otra de las grandes preocupaciones generada en El Bierzo por esta sucesión de episodios. El sector agrícola y alimentario ha sido, prácticamente, el único capaz de «tirar del carro» en un período de crisis agudizado por el cierre de las minas de carbón. Ahora, el futuro es tan negro como el del mineral. Ese vaticinio ha provocado la rápida reacción de instituciones como los ayuntamientos de Ponferrada y Carracedelo, que ya han pedido la declaración de «zona catastrófica» o de «zona afectada gravemente por una emergencia». El presidente del Consejo Comarcal del Bierzo, Gerardo Álvarez Courel (PSOE), se une a la preocupación y reclama a las administraciones superiores «que tienen competencias, que tomen las decisiones y liberen ayudas para el campo, con todo lo que hemos tenido, por desgracia». Los fruticultores también esperan que la Junta de Castilla y León recupere las líneas de subvención, que ya existieron hace más de una década, para instalar sistemas anti-heladas.

Al triste panorama derivado de los fenómenos meteorológicos se suma la llegada de la avispilla del castaño, que se ha detectado en varios sotos del Bierzo Oeste, en zonas limítrofes con Galicia.

Y la avispilla

Esa avispilla es un insecto de origen asiático, que se ha ido extendiendo por todo el mundo y que constituye la mayor plaga para los castaños. En Italia y Francia, donde se detectó hace años, acabó con grandes porcentajes de sus cosechas. Ahora, existe un remedio, la lucha biológica mediante la suelta de otro bicho, llamado «torymus sinensis». La Junta de Castilla y León ya ha comprometido su intención de pedir autorización del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente para desarrollar esa acción en aquellas plantaciones donde se ha detectado. De momento, en cuatro lugares concretos de los municipios de Vega de Valcarce y Barjas.

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