Instalaciones de la cervecería Casasola en Valladolid
Instalaciones de la cervecería Casasola en Valladolid - ABC
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Cerveza artesanal: una bebida que crece como la espuma

Este producto hecho «a mano» aumenta en la Comunidad y ya hay alrededor de 30 fábricas

Valladolid Actualizado: Guardar
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Dicen que las personas a las que no les gusta la cerveza no son de fiar. Y es muy probable que esta afirmación sea más o menos cierta viendo el panorama cervecil que de un tiempo a esta parte se está fraguando tanto en España como, más concretamente, en Castilla y León. Desde que aparecieron las primeras cervezas artesanales de la Comunidad, entre los años 2010 y 2012, el crecimiento de este sector «ha sido constante» apunta Carlota Román, gerente de la tienda Queen´s Beer de Valladolid. Un auge que, como suele ser normal, tiene un inicio. Y esos comienzos fueron simplemente «un hobby» que no es otro que la elaboración de cerveza casera, aunque más extendido de lo que se creía.

Según Román, la posibilidad de adquirir materias primas de calidad, así como la maquinaria adecuada, unido a un crecimiento de la demanda, son los principales factores de su despegue.

Y esta explosión que se ha producido ha surgido porque la cerveza industrial de toda la vida juega en clara desventaja frente a las cualidades de la cerveza artesanal, si nos referimos a la calidad y complejidad del producto» y, según apuntan desde El Gato que Bebía Cerveza, «por una tendencia de volver a lo artesanal, a la moda de los productos de calidad con materias primas de primera», algo que ha llegado a establecer «en torno a 30 fábricas de cerveza» en la Comunidad.

Uno de los ejemplos más claros es la cerveza Mica, un producto que nació en Burgos «como una pasión, aunque luego se convirtió en profesión» declara Juan Cereijo, el «padre» de Mica que asegura que antes viajaba mucho por el mundo, especialmente Bélgica, Reino Unido y Holanda, y en estos países siempre le preguntaban qué tipo de cerveza quería. «Esto en España nunca lo hacían, como mucho caña o botellín, con lo que viendo esto me puse manos a la obra». Dicho y hecho. Tanto es así que actualmente tienen tres tipos de cerveza y van creciendo cada año que pasa entre un 60 y 70 por ciento, aunque Cereijo apunta que es caro elaborar cerveza artesana porque tienden a comprar las mejores materias primas «que son carísimas en España a diferencia de otros países centroeuropeos», pero a cambio obtienen un producto «muy bueno». Por la evolución que ha tenido el sector en estos últimos años, parece que hacer cerveza es un proceso sencillo y que cualquiera lo puede hacer, pero si se quiere destacar en el mundo de la cerveza artesanal «hay que investigar mucho, ser humilde y estudiar mucho, no querer hacer lo que hacen los demás». Por si esto fuese poco, todos los ingredientes son básicos, cada uno aporta algo imprescindible y lo mismo pasa con cada proceso.

El director de Goose en las instalaciones de San Ildefonso (Segovia)
El director de Goose en las instalaciones de San Ildefonso (Segovia)

Otra de las compañías pioneras, también emplazada en tierras burgalesas, es la cervecería Dolina, un producto que se hizo durante mucho tiempo «de manera amateur» y finalmente quisieron hacer «algo más profesional». Tanta fue y es la ambición que para finales de este año la empresa quiere tratar de llegar a los 120.000 litros de producción, una cifra que no es para nada desdeñable, aunque, como apunta el director de la compañía, Francisco José Salvador Luengo, hubo algún que otro impedimento en los inicios, como el coste de la distribución. Sin embargo, ahora crean dos tipos de cerveza «con mucho amor y con buenas materias primas», algo que es imprescindible y que los consumidores cada día demandan porque, según Luengo, es un producto muy consumido en nuestro país y es normal que la gente quiera cada vez productos de más calidad.

«Para amigos»

En San Ildefonso, Segovia, también hubo un creciente interés por realizar un producto de calidad y, aunque empezaron a hacerlo en casa y «para amigos» la cerveza Goose siempre estuvo enfocada «como idea de negocio». Su director, Eduardo Riaza, comenta sin miramientos que este aumento de las cervezas artesanales no se trata de una simple moda. «Con el tiempo será normal poder elegir qué tipo de cerveza en cualquier bar, al igual que ocurre con el vino». Según Riaza, la gente tiene curiosidad por probar cosas nuevas y están cansados de tomar lo mismo. «Hace unos años había que tomar cervezas de importación para poder tomar una buena cerveza, y ahora tenemos cientos de buenas alternativas sin salir de nuestro país». Y entre esas posibilidades están los dos tipos de cerveza que hace Goose, una tipo inglesa, «muy fácil de beber» y otra con aromas afrutados y un toque cítrico. Una producción que, según Riaza, es cara, ya que el volumen de compras y la gran dependencia de la mano de obra hace que salga muy caro de producir. «Lo importante es que se nota en el producto final, en su calidad, siendo superior a cualquiera de los que cuestan menos».

Cata de cervezas artesanales
Cata de cervezas artesanales

Por último, la lechería que se convirtió en cervecera. Éste es el caso de la cervecera vallisoletana Casasola, la primera de la ciudad y de Castilla y León, que surgió «a partir de viajar a Italia en 2006, donde descubrimos la cerveza artesanal, inexistente en España», apunta uno de sus precursores, Alfonso Perdomo - Spínola, que abrió esta empresa junto a su hermano Agustín. Se trata de una firma que ha evolucionado de una manera lenta pero ascendente hasta llegar ya a producir 8.000 litros de cerveza nueve tipos diferentes del producto. «Todo surge a partir de la ilusión, el conocimiento y el saber hacer, siempre buscando los mejores recursos naturales, como el agua dura de nuestros propios manantiales. Y claro está que una buena maquinaria».

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