Guillermo Garabito - LA SOMBRA DE MIS PASOS

Brazo armado

«Decidieron emular esas campañas gratuitas de abrazos a desconocidos que se ven en las redes sociales; pero de forma más lucrativa...»

Guillermo Garabito
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A mi abuelo, que es hombre de costumbres viejas, en una ocasión le robaron la pensión en el camino que tenía del banco a casa. Esto lo hacía todos los meses hasta entonces que se cagó, que yo recuerde ahora, en todo lo que se le vino a la cabeza. Si al menos le hubieran abrazado… Habría sido un robo más cómplice. Se le echaron dos mujeres encima pero ni le abrazaron ni nada. Fue todo muy frío. Y vaya usted a poner hoja de reclamación a ningún sitio porque te han robado a medias. «Sí, sí, se han llevado el dinero. Pero a mí nadie me ha dado un abrazo».

La Guardia Civil desmanteló ayer una banda que robaba mediante este método entre Madrid, Ávila y Segovia

. Visto la falta de muestras de afecto imperante la gente ya se deja abrazar por cualquiera. Antes salía uno abrazado de casa. Decidieron emular esas campañas gratuitas de abrazos a desconocidos que se ven en las redes sociales; pero de forma más lucrativa.

Conocí a una chica en Alemania con prisa porque confesó irse al día siguiente a la India a dar abrazos. Y mi amigo y yo pensamos en ese instante que era una excusa, o que no hablaba bien nuestro idioma, hasta que, más tarde, vimos las fotos con la gurú de turno. Mi amigo se desenamoró rápidamente diciendo que aquella chica no podía estar bien de la cabeza. Irse a otro país a dar abrazos... Gratis. «¡Que me los de a mí!», soltó. Luego le preguntaré si desde entonces no ha echado en falta la cartera. Y es que ya no puede fiarse uno ni de algo tan simple como un abrazo.

El del abrazo, en realidad, es el método de robo más antiguo del mundo. O el segundo, o el tercero. No es nada novedoso. He ahí el caso de esos políticos que lo mismo se roban la cartera que la carrera mientras se abrazan sonrientes ante las cámaras.

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