El atleta José Luis Martín Cerdeño
El atleta José Luis Martín Cerdeño - C. Martín-Fuertes
JOSÉ LUIS MARTÍN CERDEÑO

«Con 50 años he hecho 100 medio maratones, pero me falta probar en los 100 kilómetros»

Su trayectoria está marcada por el esfuerzo y el sacrificio. Un autodidacta del atletismo que, a su ritmo, está dispuesto a seguir batiendo récords

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Lleva muchos años en la brecha del atletismo. Su figura enjuta y estirada hace de él que nos recuerde a algún famoso torero. Su trabajo, a veces duro, no le ha impedido acudir a la cita con el entrenamiento y lo hace con la ilusión de un principiante. Ha pasado por diversos clubes y entrenadores y en la actualidad, como muchos otros atletas con miles de kilómetros en el contador, es autodidacta y se entrena por libre. Él mismo se impone las tareas.

Hace un tiempo decidió hacer alguna hazaña que no figurase en su currículum: llegar a correr cien medio maratones. Y hace muy poco tiempo que lo logro. José Luis Martín Cerdeño, toledano, criado en el barrio de Santa Bárbara es nuestro personaje (15-3-1966) y actualmente trabaja en el Patronato Deportivo Municipal (PDM). Corre con el Club Atletismo San Pablo.

—¿Cómo fueron sus comienzos en el atletismo?

—A raíz del servicio militar, en 1966, por aquello del peso me aficioné a correr y conocí a atletas como Goyo Merchán, Javi Santos o Pedro Villa y comencé a entrenar con ellos más seriamente por los terrenos de la Academia de Infantería. Mi primera carrera fue en la época militar, en Madrid, y desde entonces se me metió el atletismo en las venas y hasta hoy. Es decir, llevo 30 años corriendo desde que formalicé mi primera ficha.

—¿Con qué técnico entrena en la actualidad?

—He tenido varios entrenadores, algunos con renombre, y como muchos otros toledanos con Juan Antonio Rosique, el célebre y estupendo Rosique. Y Rodrigo Gavela, con el que hice buena amistad, antiguo plusmarquista nacional de maratón, con el que recalé en su club, Ferrari 44. Ydos años con Julio Rey del Arco, cuando el hijo estaba en todo su esplendor. Después, volví a Rosique y últimamente con Iván Galán hasta hace un años, cuando decidí que por problemas de tiempo iba a entrenar por mi cuenta. Ahora no regaño con el entrenador. Hago lo que me apetece, por edad no doblo sesión y hago solo un entrenamiento, pero cada día.

—¿Qué marcas ha hecho hasta ahora?

—En 1.500 tengo 4’ 15”, hechos en Alcázar de San Juan; en 3.000 metros, en la Escuela de Gimnasia, tengo 8’ 57”; en 5.000, 15’ 18” hechos en un Campeonato Regional en Puertollano; en 10.000, 31’ 48», y después hay que pasar a los 20 kilómetros, con 1h 24m 22s pero en ruta, segundo puesto en Toledo. En el medio maratón tengo como mejor marca 1h 9m 50s, realizados en el año olímpico de 1992 en Mataró, y en maratón 2 horas 27 minutos del Campeonato de España de 1991 en San Sebastián. En el maratón de Madrid tengo 2h 30m como mejor tiempo. Ahora estoy en los albores de las dos horas y 56 minutos, como en Zaragoza, el año pasado. No está mal para un cincuentón.

—¿Es cierto que ha llegado ya a correr cien medio maratones en su vida?

—Hace un tiempo, repasando mi carrera deportiva, me di cuenta en Chiva de que llevaba cerca de cien medio maratones en mi cuerpo y me dije: «a ver si llegas a los cien coincidiendo con tu medio siglo de vida». Y así ha sido. Hace poco, coincidiendo con el disputado en marzo en Toledo, llegué a cumplir esa cifra. Era un reto, pues desde lo de Chiva aún faltaba un año para cumplir los 50 y 12 medio maratones para alcanzar los cien. Era cuestión de que me respetasen las lesiones e incluirlos dentro de carreras de pista y algunos crosses.

Apoyos morales

—En este reto, ¿ha estado solo o ha contado con algún apoyo?

—En honor a la verdad, solicité algún apoyo a dos o tres firmas, pero no encontré ninguna que me apoyara. Tenía que viajar fuera de Toledo, confeccionar un calendario y ello origina unos gastos que hay que afrontar. Sí he tenido apoyo moral, primero el de mi pareja y luego el de mis amigos. También mi propio estímulo, pues soy una persona fuerte. Una asignatura pendiente es correr el maratón de Nueva York. Hace unos años tenía todo previsto, pagado incluso el billete, y no pude ir por motivos familiares.

—¿Qué le queda por hacer en el atletismo?

—Primero tengo que precisar que atletismo es una palabra más adecuada que el «running», término que no me agrada nada. Para mí, el «running» lo practican aquellas personas que se han comprado unas mallas, que no se han federado y corren carreras populares, pero el atletismo es otra cosa. Abarca el cross, la pista, populares. Dicho esto, me gustaría llegar a correr los 100 kilómetros, que llegarán cuando económica y logísticamente pueda hacerlo. Tengo que encontrar el momento, soy ambicioso y no voy a salir a hacer un 100 para pasear, sino a intentar lograr un buen tiempo. Ya he hecho dos incursiones en el Veleta; una personal y otra acompañando a otra persona, con marcas discretas como 5h 4m. Fue una sensación extraña, con falta de oxígeno. Pero para los 100 no puedo dejar pasar mucho tiempo, pues se me pasaría el arroz. Hace unos días corrí el Campeonato de Europa de 10.000 de veteranos en Portugal y fui medalla de bronce con el equipo español, además quiero correr un medio maratón importante.

—Usted llegó a fundar la peña «Roberto Parra», aquel mediofondista de Socuéllamos retirado por las lesiones, ¿qué fue de aquella iniciativa?

—Fue una época que yo tenía un bar y me codeaba con él como amigo. Hizo unas marcas espléndidas y se me ocurrió fundar una peña. Llegamos a ser medio centenar de miembros y como se retiró pronto, la peña se acabó. La gente le quería mucho. Actualmente le he perdido la pista y no sé dónde está.

—¿Qué supone para usted el atletismo?

—Empecé en él haciendo unos pinitos por problemas de peso, comienzas entrar en él, a conocer gentes a ilustrarte y ahora mismo absorbe una parte muy importante de mi vida. Me entretiene; mi pareja, Isabel, también es atleta. Es cierto que el atletismo es un deporte egoísta, quiero decir que requiere muchos esfuerzos y trabajo, y procuro cumplir con mis entrenamientos y dejo otros aspectos sociales antes que incumplir mi afición. He tenido una etapa en la que tenía un trabajo muy duro y después de trabajar ir a entrenar a pesar de estar molido. Cuando me da el mono no puedo dejar el entrenamiento por otra causa. Eso es lo que quiero decir con que el atletismo es egoísta, es decir, exigente.

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