Amigo Andrés

Como bien sabes, a los maestros del mundo del toro, de plena actualidad estos días por la intransigencia que impera en algunas zonas de nuestro país, nunca se les pone el título de ex una vez que abandonan los ruedos. Jamás se les despoja de su condición de toreros, que llevan consigo hasta el final de sus días. En tu caso, Andrés Gómez Mora, debe pasar lo mismo.

Siempre serás el presidente de Caja Rural, hoy de Castilla-La Mancha y antes de Toledo. Es de justicia tras nada menos que 28 años ostentando la máxima representación de una de las más importantes instituciones de la Comunidad. Da una idea de la transcendencia de tu paso por esa presidencia el hecho de que en las miles de páginas que se han escrito en esta edición toledana de ABC a lo largo de sus ya algo más de 25 años de existencia siempre, cuando se ha citado al presidente de Caja Rural, las palabras que seguían eran las de tu nombre, Andrés Gómez Mora.

Eres consciente de que hubo un tiempo en que muchos se preguntaban cómo era posible que una persona como tú fuera capaz de bajarse del tractor tras hacer la labor entre olivos de Mora y acto seguido sentarse en el principal despacho de la entidad. Pues ahí están los hechos. No solo era posible, sino que además has estado al frente en los momentos más convulsos de la entidad que has presidido. Siempre, como has destacado permanentemente, acompañado de una gran equipo directivo. Al margen de los avatares habituales del mundo financiero, te ha tocado superar la mayor crisis económica mundial que se ha conocido. También los procelosos terrenos de las fusiones bancarias. Al final, y aunque las amenazas no se han disipado del todo, hoy la caja está fuerte y con gran futuro.

Pero al margen de todo lo anterior, me quedo con tu faceta más personal. La del liderazgo entre la gente del campo y la de los valores y convicciones particulares. La primera ha quedado demostrada no sólo en tus sucesivas reelecciones, sino en tu vida diaria al pie del cañón en el campo y en tus innumerables visitas a cooperativas.

Creo que coincido con mucha gente si destaco de tu personalidad la coherencia, la prudencia, la honestidad, la amabilidad, la amistad... En suma, lo que es ser una buena persona, un título que en estos tiempos destaca mucho más. Tu compromiso y sensibilidad con asociaciones en defensa de los más desfavorecidos así lo acredita. Y qué decir de tu labor como embajador ante todos tipo de instituciones, de manera especial en el difícil escenario político y sobre todo con estamentos como la Iglesia y las fuerzas y cuerpos de seguridad.

Pero me quedo además con algo de lo que siempre has hecho gala, no sólo en tu vida privada sino en tus discursos públicos, la de ser un hombre de fe. En esta estúpida época de lo políticamente correcto manifestar este tipo de convicciones tiene aún mayor valor y sobre todo representa una actitud personal que repercute en positivo sobre los demás. Esa fe, sin duda, te ha ayudado a llegar hasta el final. Y seguro que también otra fe que compartimos los dos y de las que tantas veces hemos hablado, la rojiblanca del Atleti, como bien destacas en tu currículum. Una fe que, por cierto, también profesa el que será nuevo presidente, Javier López. Bien empieza. Por todo lo dicho, amigo Andrés, gracias por todos estos años de amistad y hasta siempre, presidente.