Micaela Navarro, Pedro Sánchez y César Luena, durante la reunión de la Ejecutiva del partido
Micaela Navarro, Pedro Sánchez y César Luena, durante la reunión de la Ejecutiva del partido - EFE

El resultado de las elecciones gallegas y vascas complica a Pedro Sánchez su maniobra de supervivencia

Podemos adelanta al PSOE en las dos autonomías y en Ferraz no sale nadie a ofrecer explicaciones

Madrid Actualizado: Guardar
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Esta vez Pedro Sánchez no ha podido aferrarse al juego de las expectativas porque la debacle del PSdeG en Galicia y del PSE en el País Vasco, sorpasso de Podemos y las Mareas incluido, está a la altura de lo pronosticado por todos los sondeos. «El peor resultado de la historia en esos dos territorios, esa es la única verdad», resaltan a ABC fuentes del sector crítico, cuyas cabezas visibles, Susana Díaz y los barones Guillermo Fernández Vara, Emiliano García-Page, Javier Lambán, Javier Fernández y Ximo Puig, pasarán a la ofensiva a partir de este lunes.

El secretario de Organización, César Luena, compareció al filo de la medianoche sin poner paños calientes aunque dijo que el PSdeG todavía puede «desempatar» a 14 escaños con Las Mareas.

Los críticos saben, no obstante, que Sánchez y la Dirección Federal han planificado milimétricamente esta semana decisiva en el PSOE para blindarse a las críticas por el resultado electoral. El plan ha comenzado la noche del domingo con la perezosa comparecencia sin preguntas del secretario de Organización, César Luena, y este lunes sigue: no hay reunión del plenario de la Ejecutiva, sino Permanente (secretarías de área), más afín a las tesis del líder socialista.

Ahí podrá esgrimir que el PSE (9 diputados autonómicos) pueda sumar con el PNV (29) para garantizar la gobernabilidad en el País Vasco, pero lo cierto es que Idoia Mendía ha bajado los 16 diputados que logró el entonces lendakari Patxi López en 2012 a poco más de la mitad hasta empatar en escaños con el PP, la última fuerza del Parlamento vasco.

Los barones, al ataque

Y ante esta situación los críticos no están dispuestos a «perseverar en el error» de seguir la estrategia de Sánchez, como llevan haciendo desde el 20-D: hay que entrar ya a debatir el hundimiento del PSOE desde que Rubalcaba dejó a Sánchez 110 diputados en 2014, dicen. Estas eran unas elecciones en las que los dos sectores en que está dividido ahora mismo el PSOE, «sanchistas» y anti-Sánchez, todos, sabían que se iban a utilizar para reforzar las respectivas tesis.

Por eso Ferraz se apresuró a anunciar el viernes, último día de campaña, que el líder socialista va a intentar un gobierno «de cambio» e, incluso, que no descarta convocar el 39 Congreso ahora mismo, con unas primarias el 23 de octubre. El plenario de ese congreso sería del 2 al 4 de diciembre, justo antes de las terceras elecciones el 18-D, para que no haya posibilidad de cuestionar su candidatura en esos comicios. Pero Díaz y los barones están dando señales de que no van a tolerar esa «huida hacia adelante» de Sánchez y a partir de hoy puede pasar de todo, incluida una dimisión masiva de los críticos en la Ejecutiva Federal -necesitan la mitad más uno- para forzar el adiós de Sánchez antes de que llegue al Comité Federal de este sábado 1 de octubre en el que pretende sacar adelante sus planes. Si no lo hacen, el plan B de los barones es mover todos los resortes orgánicos para que una mayoría de los más de 250 miembros del máximo órgano entre congresos frene la «deriva», dicen, del líder socialista.

Mendía: «Mal resultado»

Sánchez se va a resistir como gato panza arriba, pero anoche la secretaria general del PSE, Idoia Mendía, no tuvo problemas en reconocer que su partido ha obtenido «un mal resultado». Aunque no son los que el PSE «esperaba», advirtió de que los «valora en sus justos términos», teniendo en cuenta «la irrupción de nuevas fuerzas» y la «baja participación» de la jornada electoral, que se ha producido «en un escenario muy convulso en toda España».

Precisamente esa alta abstención del electorado socialista es la señal que estaban buscando los críticos para ver confirmada su tesis de que el «no es no» a Rajoy y al PP, que aúna a Sánchez con buena parte la militancia socialista, no tiene beneficio electoral.

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