El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo - EFE
García-Margallo

«Cuando hay una sublevación, como en Cataluña, se sofoca»

Entrevista con el ministro de Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo

Madrid Actualizado: Guardar
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José Manuel García-Margallo sigue hablando claro cuando se le pregunta por Cataluña y el desafío independentista promovido por la Generalitat de Artur Mas. Ayer tuvo ocasión de hacerlo, en el maratón de entrevistas que concedió para presentar su libro «Todos los cielos conducen a España. Cartas desde un avión» (Planeta), en el que, en el intercambio epistolar con distintas personas, hay un par de capítulos dedicados al problema catalán.

El ministro de Asuntos Exteriores asegura que no se arrepiente de haberse involucrado «desde el minuto uno» en la defensa de la unidad de España, «si acaso -dice- de no haber estado todavía más presente». Porque tiene claro que lo que ha habido en Cataluña es «una sublevación en toda regla».

«Y cuando uno se encuentra con una sublevación, se sofoca, porque hay que impedir que se salten la ley», sentencia, aunque no entra en el detalle sobre los mecanismos con los que se ha de actuar.

Obediencia a Rajoy

En cualquier caso, recuerda que su Ministerio promovió dos leyes -la de Acción Exterior y la de Tratados Internacionales- que han permitido «embridar» la acción exterior de la Generalitat «a lo que realmente le corresponde» y evitar extralimitaciones. Además, insiste en que, como dijo en su debate con Oriol Junqueras, la viabilidad de Cataluña depende de su reconocimiento por Naciones Unidas y por la Unión Europea, que no se va a producir.

García-Margallo asegura que todo lo que hizo fue «obedeciendo» al presidente del Gobierno y cuando se le dice que su actuación ha levantado ampollas en alguno de sus compañeros de gabinete, recurre a un símil futbolístico y a otro taurino: «Uno recibe críticas cuando tira el penalti. Cuando no lo tira, no las recibe. Y se critica al torero que está en la arena, no al que está en la barrera, juzgando lo bien o lo mal que lo hace el que se está jugando la vida frente al toro».

Pero la mayor parte de su libro está dedicado a cuestiones internacionales y de política exterior, un campo en el que considera «posible y necesario» que haya un consenso entre los grandes partidos. «Para que nos tomen en serio en el mundo tenemos que ser fiables, previsibles, y eso exige continuidad y consenso», asevera, después de rememorar los vaivenes en la relación con Estados Unidos, que -entiende- no puede contraponerse como antagónica a la relación con la Unión Europea, sino todo lo contrario.

El ministro no oculta en su libro, cuando intercambia cartas con José María Aznar, que no compartió la posición que tuvo su Gobierno con respecto a Irak. Y como respuesta recibe la afirmación del exjefe del Ejecutivo de que, en su opinión, la consecuencia del alineamiento con George W. Bush fue que «en términos de influencia y de apoyo internacional a nuestros objetivos, España salió ganando».

García-Margallo reitera lo que reconoce en otro momento del libro sobre la actuación de Occidente ante la llamada «Primavera Árabe»: «Se cometió el error de creer que la democracia se exporta como el Nescafé soluble. Eso no es así. No se previó la sustitución de los tiranos tras su caída. Se dejó un vacío que ha sido llenado por las organizaciones yihadistas».

Admiración por Merkel

Los numerosos viajes a lo largo de los cuales preparó el libro, han permitido al ministro conocer a muchos personajes de la escena internacional, pero expresa su admiración, de manera especial, por la canciller Angela Merkel -de quien destaca «su determinación y coraje para llevar a cabo aquello en lo que cree»- y desvela su afinidad con el ministro francés de Asuntos Exteriores, el socialista Laurent Fabius, con quien comparte formación.

Se muestra satisfecho el ministro de haber logrado la presencia de España en el Consejo de Seguridad y subraya el trabajo realizado por los funcionarios de la Carrera Diplomática, de quienes destaca su patriotismo. Para ellos y para el resto de los funcionarios del Ministerio de Exteriores, dice tener sólo «palabras de agradecimiento, porque han trabajado de forma ejemplar y en condiciones enormemente difíciles».

Y cuando se le pregunta si, en caso de que el PP vuelva a gobernar, le gustaría seguir al frente del Ministerio o aspira, por ejemplo, a una vicepresidencia, responde rápidamente: «Yo no aspiro a nada. Si el presidente cree que en las listas tienen que ir personas más jóvenes que yo, cosa que entendería perfectamente, lo aceptaré de muy buen grado; si considera que los reservistas tenemos que irnos todavía a la trinchera, lo haré. Pero en esto, estoy en una época de la vida en que nada temo, nada quiero y nada deseo. Sólo servir a mi país».

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