Gibraltar: 30.000 británicos al margen del Brexit

España y Reino Unido tendrán que negociar la situación en la que queda la frontera entre ambos países cuando el divorcio sea efectivo

Aduana de entrada a Gibraltar desde La Línea Francis Silva

J.J. MADUEÑO

En abril todo eran temores. En Gibraltar el cierre de la frontera se veía con miedo, aunque también con cierta bravuconería. Meses después todo ha cambiado. Lejos quedan aquellas fechas en las que Fabián Picardo, ministro principal de Gibraltar , acusaba al Ejecutivo de Rajoy de «comportarse como un matón». Ahora eso se ha disipado. Con la caída de las peticiones de la soberanía compartida por parte de España todo se relajó. La colonia ha encontrado una forma de sobrevivir en medio de la negociación por el «Brexit». Y no sólo una economía de subsistencia, sino que han emergido las grúas dentro de la roca, hay política de reforma en centros educativos o planes de seguridad contra posibles atentados. El dinero sigue fluyendo en Gibraltar. Los 30.000 censados que tiene la colonia británica han encontrado la manera de torear la salida de la Unión Europea, en base a una frontera permeable y una fiscalidad especial, que puede acabarse porque los acuerdos sobre la frontera del Ulster no atañen al Peñón.

Minimizar la devaluación

Los «llanitos» han ideado hasta su particular forma de minimizar el impacto de la devaluación de la libra. En una cafetería, junto a la sede del Gobierno, un cartel avisa de que el cambio está a 1,35 euros por cada libra. Sin embargo, en las casas de cambio la realidad es de 1,07 euros por cada libra , llegando a los 1,11 euros en el mejor de los casos. «Dentro de Gibraltar cada uno pone el cambio en sus locales como mejor le conviene», dice la camarera cuando es alertada del desfase. Es la forma en la que amortiguan la caída. «La libra ha bajado mucho. Antes estaba a 1,42 y ahora, en el mejor de los casos, puede llegar a 1,12», justifica la camarera, que advierte de que a los únicos que pasa factura la depreciación es a los españoles que trabajan en el Peñón por el cambio de divisa. «Ahora ganamos menos dinero».

Mecanismos como este permiten a los gibraltareños no perder poder adquisitivo en el mercado local, pese a que su moneda valga menos en el internacional. Y generan una sensación de normalidad que permite pasar de aquel «en dos años nos vamos a morir de hambre» de Deborah Martínez , el día después del referéndum por el Brexit a las puertas de la Corte de Justicia, a un «la vida sigue igual», que espeta ahora Natasha Gómez , mientras fuma en la plaza del Ayuntamiento. Aprovecha un descanso de la jornada de trabajo en una de las múltiples tiendas llenas de dependientas españolas en Main Street, la principal arteria comercial del Peñón.Natasha es una de esos 14.000 andaluces –según datos oficiales del gobierno de Gibraltar– que de forma legal pasan diariamente a trabajar a Gibraltar.

Votaron la permanencia

«Son muchos más. Hay un volumen mayor, porque ahí no se cuentan l as mujeres que cruzan para limpiar en las casas y que cobran unos diez euros la hora», asegura Janet Trujillo, que reconoce haber mentido en el apellido. «Es el de mi madre, que era española. No es el de casada», apunta. En Gibraltar nunca se sabe si el nombre dado es el real. Hay instalado un discurso unitario entre los «llanitos», y los españoles sólo hablan con permiso de sus jefes. No es casualidad que el 95,6 por ciento de los habitantes votaran quedarse en la UE. No sólo les beneficiaba por mantener su «status» de paraíso fiscal europeo, sino que era la postura oficial del Peñón. Esa que nunca se contradice, al menos de forma pública. En esa uniformidad sólo hay un miedo. «Va todo bien, hasta que el Gobierno de España decide provocar colas para entrar y salir con más controles», señala Janet Trujillo.

Desde el Gobierno de Picardo se asegura que «hay tranquilidad», tanto por las declaraciones de Alfonso Dastis , ministro de Exteriores de España, donde «decía que no quería problemas con Gibraltar», al acuerdo sobre la frontera del Ulster entre Irlanda del Norte (Reino Unido) e Irlanda, que mantendrá el libre tránsito de personas. «Habrá que ver las reacciones, pero es buena noticia que se mantengan las fronteras como están», explican desde el gabinete de Picardo. Aseguran que el Brexit no ha tenido grandes consecuencias en Gibraltar.

Sin embargo, la frontera de Gibraltar no es igual que la de Irlanda, al ser ésta una colonia y tener que llevar una negociación aparte. El acuerdo sobre el Ulster no incluye al Peñón. Pese a que los gibraltareños ven un avance en lo logrado en Irlanda, Gran Bretaña y España tendrán que sentarse a negociar cuál es la situación de la roca y cómo queda la frontera.

Zoido: «Las decisiones, España»

«Las decisiones sobre Gibraltar las tendrá que tomar España», aseguró ayer Juan Ignacio Zoido, ministro del Interior , ya que son decisiones «especiales y particulares y la competencia es de España».

«La percepción es que no baja la afluencia de gente a comprar», asegura un Policía que patrulla al inicio de la calle comercial, abarrotada de personas que sortean los obstáculos contra los atentados. La frontera sigue siendo permeable y una chica en una moto espera, junto a la parada de taxis del paso de La Línea, a que le saquen tabaco. Llegan dos personas con bolsas, sacan un par de cartones, y los guarda bajo el asiento. Nada cambia.

«Se van a crear muchos puestos de trabajo, aunque no hay una estimación oficial, la mayoría serán ocupados por españoles», explican en el gabinete del ministro principal, donde saben que la mayoría de los «llanitos» son funcionarios de una triple administración. Ayuntamiento, Gobierno de Gibraltar y británico tienen su propio cuerpo de funcionarios para generar los servicios necesarios de un país en lo que, por dimensión y demografía, sería un municipio medio español.

Y crecen las obras, como en Ocean Village , el puerto deportivo que sigue en expansión y donde se está edificando un monstruo de hormigón y cristal destinado a lujosas viviendas. «Hay varias obras como esta. Se está moviendo mucho», explica Janet, que también destaca una reestructuración en el sistema educativo; se va a hacer un centro de Secundaria junto al de Primaria para que niños y niñas no sean separados en la segunda etapa educativa, propiciando la creación de un «instituto mixto».

El impacto del Brexit se ha aminorado, incluso, en las empresas de juego. El sector, según cifras del Gobierno gibraltareño, se mantiene. En un principio se temió una fuga si se perdía la permeabilidad de fronteras o el «status» de paraíso fiscal. Sin embargo, tras las pérdidas iniciales por la inestabilidad y el miedo el negocio se ha estabilizado, según el gabinete del ministro principal. «El 80 por ciento del negocio de estas casas de apuestas está en Reino Unido, por lo que nada de esto les afecta con gravedad», explican.

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