Hermann Tertsch

De épica, delito y fiasco

«No se acercaron a festejar ni los vecinos del Born, que andaban por allí de terrazas»

Hermann Tertsch
Barcelona Actualizado: Guardar
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Una mañana radiante del veranillo de San Martín unificaba ayer España. Brillaba tanto el sol este 9 de noviembre en la Concha de San Sebastián como en la Castellana en Madrid, en el monumento a la Constitución de 1812 en Cádiz como en los jardines de la Ciudadela ante el Parlamento autónomo de Cataluña en Barcelona.

Las masas tenían por tanto ayer un día que invitaba a actividades al aire libre como manifestaciones y agitación de banderas. Ocasión ideal para demostrar que son capaces de una manifestación espontánea al margen de incentivos oficialistas del régimen nacionalista en Diada. Para apoyar a sus parlamentarios separatistas en el difícil compromiso de cometer un delito con la aprobación de una resolución que viola abiertamente la legalidad de la Constitución Española.

Pues no se animaron a acercarse a festejar ni los vecinos del barrio del Born. Que no lejos de allí llenaban tiendas, bares y terrazas.

Ante la sede parlamentaria apenas había 200 hinchas con las banderas estrelladas que coreaban el grito de «In-de-pen-den-cia» y «Adeu España». Separados de ellos por un cordón de mozos, otros 40 barceloneses con banderas nacionales gritaban «Viva España» y «Fuera sediciosos». Era escasa por tanto la escenificación del enfrentamiento que han logrado Artur Mas y su gente durante esta larga y costosísima campaña de agitación.

Voto gregario

No hacía justicia la desangelada imagen del exterior a la solemnidad que algunos querían imponer en el debate y votación. Pero tampoco allí hubo épica. La votación no fue nominal en contra de lo pedido por los constitucionalistas. Querían que todos se retrataran. Pero se voto primero sobre la votación y los separatistas prefirieron el voto gregario. Punto por punto de la resolución todos fueron aprobados por 72 a 63 votos. Prevé la resolución iniciar en el plazo de 30 días la «tramitación de leyes del proceso constituyente». E ignorar las leyes y las órdenes de instituciones españolas. Ahí es nada.

Así, ya nadie puede ignorar que los partidos que han votado por el sí a esta resolución se han situado al margen de la ley. Ni siquiera el Gobierno español puede ya ignorarlo, este «prusés» que según muchas opiniones es delictivo y debió ser perseguido y atajado hace mucho.

Multitudes de periodistas en las salas que retransmitían las escenas del hemiciclo y en los pasillos aportaban su granito de arena en convertir aquello en el acto extraordinario que no acababa de cuajar. La mayoría son parte del inmenso rebaño de periodistas nacionalistas e izquierdistas que han jaleado la deriva separatista y desacreditado toda crítica al mismo.

Los más engañados que creen que en la Cataluña independiente piensan además que lo será gratis. «Creen que esto será un inmenso simpa». me dice un periodista amigo. No es que no haya nadie, que no lo hay, dispuesto a sacrificar su vida o sangre. Es que no sacrificarían ni el aperitivo.

En la tribuna de oradores no hubo sorpresas. Los separatistas desgranaron sus agravios imaginarios contra la pérfida España que impide a Cataluña ser un jardín habitado por una población de millonarios ejemplares y felices. Xavier Albiol, del PP, tuvo una sentida apelación a la nación común e Inés Arrimadas, de Ciudadanos, con un magnífico discurso agravó aun más el deteriorado aspecto de Mas cuando le acusó de haberse embarcado en este ridículo y peligroso proceso por una esperanza de evitar la cárcel por otras cuestiones mucho más prosaicas de corrupción.

Por la tarde Mas reiteraría su desvarío sin evitarse la humillación de ver como la ultraizquierda de la CUP tumbaba su candidatura. Los cómplices en el delito por la mañana, le daban un corte de mangas por la tarde. El día 9 de noviembre es una fecha sagrada por un inmenso crimen y tragedia de la Noche de los Cristales Rotos en 1938 y por el triunfo de la libertad con la caída del muro en 1989. Quede claro que el de 2015 en Barcelona queda en la categoría de triste farsa y no les hará sombra.

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