Elecciones 20-D: Invertir en I+D+i, la eterna asignatura pendiente

Si hay un pilar económico que la crisis se ha llevado por delante en España, ese ha sido la inversión en I+D+i. El drástico recorte de estos últimos años ha evidenciado el importante papel que puede llegar a jugar la innovación cuando llegan las vacas flacas. No sólo es el mejor paliativo, sino que puede llegar a ser la mejor vacuna. La experiencia de los países de nuestro entorno que más apuestan por la innovación es la prueba más fiable. Las mejoras sostenidas de la productividad y la solidez de las economías son consecuencia directa del buen uso del conocimiento.

Así, con la lección ya aprendida y la soga de la crisis dando una tregua a las arcas públicas, las próximas elecciones se presentan como la puerta hacia el punto de inflexión.

La pelota está en el terreno de los partidos políticos y lo cierto es que todos ellos, sin excepción, han mostrado ya su compromiso con la innovación.

Pero, ¿cuál es la situación en España? En 2013, último año del que se disponen cifras definitivas, el gasto en I+D ejecutado en nuestro país fue de 13.012 millones de euros, lo que supone una caída del 2,8% respecto al año anterior. Un recorte que profundiza la tendencia a la baja que se viene registrando desde 2009. Hasta ese año, España había conseguido recuperar parte de la ventaja que le sacaban sus vecino europeos, gracias a unas tasas de crecimiento del gasto en I+D superiores incluso a las de los países líderes en esta materia. Sin embargo, la paralización de las inversiones han dejado los datos actuales al mismo nivel que en el año 2003.

«Tristemente, podemos hablar de una década perdida. La llegada de la crisis obligó a poner el contador a cero. El problema es que los efectos de este parón se notarán a medio y largo plazo. Así son los ritmos de la ciencia. No somos conscientes de que lo que hemos hipotecado ha sido nuestro futuro», asegura Jorge Barrero, director general de Fundación Cotec.

Y es que la I+D+i es un árbol que necesita tiempo para dar sus frutos, no se trata de una apuesta a corto plazo. Quizá por ello cada vez son más las voces que claman por un pacto de Estado que mantenga alejada a estas inversiones de los vaivenes presupuestarios. Y que incentive el compromiso de toda la sociedad. «La inversión en desarrollo tiene dos componentes. Por un lado, los fondos públicos, que son básicos porque reflejan el compromiso de la nación y permiten abordar proyectos más arriesgados, aunque suelen ser poco eficaces a corto plazo. Por el otro, encontramos la inversión privada, que es perfecta para conectar la ciencia con la realidad porque exige resultados más inmediatos», explica José Ramón Pin Arboledas, economista y profesor del IESE.

El reto está, por tanto, en conseguir entrelazar ambas corrientes para multiplicar sus efectos. «Es fundamental general más incentivos fiscales a la inversión en I+D. No debemos conformarnos con una reducción de las cotizaciones, sino que debe llegar también a las inversiones de capital riesgo en actividades emprendedores», asegura Barrero.

«También hay que fortalecer las relaciones entre el sector público investigador y las necesidades de las empresas y ahí la clave está en las universidades», recuerda Pin Arboledas. «Una mejora de la gobernanza de las universidades resulta fundamental. Estamos muy alejados de una gestión moderna de nuestros centros universitarios. Y esto lo complica todo: la mejora de la competitividad, la relación con las empresas, la orientación al mercado...», apunta Barreros.

Los expertos reclaman también que los cambios en educación empiecen en los primeros años de escuela. «Hay que encauzar los esfuerzos y generar un espíritu innovador entre los jóvenes», concluye el director de Cotec.